Un niño de tres años con diabetes lleva un mes sin escolarizar porque en su colegio de Móstoles no hay enfermera.

, | 7 octubre, 2022

El País.- Un niño de tres años con diabetes lleva un mes sin escolarizar porque en su colegio de Móstoles no hay enfermera.

Lian se pasea por toda la casa con una figurita de Son Goku en la mano. “¿Quieres jugar?”, pregunta a su madre. “Tú, villanos, y yo, el héroe”. Son las once de la mañana de un miércoles y el resto de niños de tres años, como él, está en el colegio. Él no, porque sus vacaciones de verano se han alargado más de lo habitual. El 7 de septiembre debería haber empezado el curso en segundo de Educación Infantil en el colegio público Leonardo Da Vinci, en Móstoles, pero no ha podido. Lian tiene diabetes mellitus tipo 1 y necesita que alguien le mida el nivel de azúcar cada pocas horas y le suministre insulina antes de cada comida. Ese alguien es el personal de enfermería escolar del centro. El año pasado lo había. Este ya no. La familia se queja de que todavía ninguna administración les ha ofrecido una solución: “Están privando a nuestro hijo de su derecho a la educación”.

Ellos se enteraron de la falta de personal sanitario por casualidad. “Dos días antes de que empezaran las clases fuimos a un parque cerca de casa y nos encontramos con la que hasta ahora había sido la enfermera escolar de Lian. Fue ella la que nos dijo que este curso no iba a volver al colegio”, cuenta Yolanda Montero, madre del niño. El motivo es una modificación en las condiciones laborales: reducción de la jornada y contrato de seis meses. Hasta ahora, trabajaba de lunes a viernes de 10.00 a 13.30 con un contrato anual. En cuanto la familia lo supo, empezó una odisea de correos electrónicos y llamadas a diferentes instituciones para intentar que el centro contratara a otra persona. La última, una queja remitida al Defensor del Pueblo, Ángel Gabilondo, el pasado 13 de septiembre. Casi un mes después la situación sigue igual.about:blankPUBLICIDAD

“Te responden unas cosas… Que lo cambiemos de colegio, por ejemplo. ¿Por qué íbamos a tener que cambiarlo?”, critica Montero. El Leonardo Da Vinci le gusta, está cerca de su casa ―seis minutos en coche― y se lo habían recomendado, especialmente por la enfermera: “Se volcaba con los niños y era muy atenta”. Durante las horas que el niño estaba en el colegio, de nueve a dos, madre y profesional mantenían el contacto por WhatsApp. “Es que Lian tiene que estar muy controlado”, explica. Al ser pequeño y estar en continuo movimiento, hay que medirle los niveles de glucosa en sangre cada dos horas y media. También cada vez que sale y vuelve del patio, o si va a comer algo.

La vigilancia es constante para evitar una subida repentina de azúcar, hiperglucemia, o una bajada, hipoglucemia. A veces la enfermera le hacía hasta 15 mediciones en una sola mañana. “El problema es que hay más colegios que enfermeras. Y claro, ellas escogen los centros con mejores contratos. Es normal”, se queja Montero. El sindicato de enfermería (Satse) en Madrid y el Colegio Oficial de Enfermería (Codem) denunciaron en septiembre que la región apenas “cuenta para el curso 2022-2023 con 700 enfermeras escolares para un millón de alumnos”, según expusieron en una nota de prensa. Esto supone una ratio de un profesional sanitario por cada 1.428 alumnos. Ninguna de las dos organizaciones tiene constancia de que haya más casos como el de Lian en la región, aunque con Codem sí se han puesto en contacto, en alguna ocasión, varias asociaciones de padres y madres y colegios solicitando enfermeras.

“No tengo problema en pasar toda la jornada en la puerta del colegio, pero no me corresponde a mí hacerlo. Sería una locura. Y el problema tampoco termina porque contraten a alguien. Si llega una enfermera solo para un par de horas, no nos vale. No cubre nuestras necesidades”, critica la madre. Ella tiene otros tres hijos, de 15, 12 y 8 años, y una reducción de jornada del 99% a raíz del diagnóstico de su hijo. La Comunidad de Madrid estima que un 0,2% de los niños de cero a 14 años ―unos 1.600― tienen el mismo tipo de diabetes que Lian, aunque los datos no se han actualizado desde 2018.

A él se la diagnosticaron con 14 meses. Desde entonces, su madre no ha dormido más de tres o cuatro horas al día. Por las noches se despierta para darle de comer, medirle la glucosa y pincharle insulina. “Tengo unas jeringuillas enormes con las que le doy agua con azúcar, por ejemplo. Él ni se entera”, relata. Tampoco parece inmutarse cuando está despierto y ella le coge el dedo y se lo coloca en el aparato de medición. Ni cuando sale la gotita de sangre. “A ver, enséñame tus poderes”, le dice. Y Lian se levanta la manga de la camiseta de superhéroes, orgulloso. Montero se refiere al sensor que lleva en el brazo izquierdo para medir los niveles de azúcar más fácilmente. También lleva un puerto de inyección adherido al glúteo para suministrarle insulina rápida. La atención es constante: “Al final no se desliga nunca de mí y ahora menos. Le mencionas el colegio y ni quiere oír hablar de ello. Va a llegar enero y mi hijo sigue sin ir a clase”.


Yolanda Montero, madre de Liam, mide el nivel de glucosa en sangre a su hijo en el salón de su casa en Móstoles.
Yolanda Montero, madre de Liam, mide el nivel de glucosa en sangre a su hijo en el salón de su casa en Móstoles.KIKE PARA

En Madrid, hay 1.289 colegios públicos de infantil y primaria, según los últimos datos, referentes al curso 2020-2021, y alrededor de 400 tenían una enfermera en abril de este año, como recoge el listado que publica periódicamente la asociación de diabetes de la comunidad. Entonces, el colegio de Lian todavía figuraba en el documento. Ante estas cifras, el sindicato de enfermería recuerda que todos los centros deberían tener un profesional sanitario, haya alumnos con algún problema de salud o no. “Es importante que alguien atienda a los niños en cuanto pasa algo imprevisto”, indica un portavoz. En Codem coinciden con la familia y defienden que la solución de casos como el de Lian no debería ser el cambio de centro. “Si hubiera recursos suficientes y la figura de la enfermera escolar estuviera asentada en la comunidad, se evitaría el absentismo”, señala Mar Rocha, portavoz del Colegio de Enfermería.

Una orden de la Comunidad de Madrid, publicada en 2014, recoge que la Consejería de Sanidad y la Consejería de Educación, Juventud y Deporte deben “proporcionar una asistencia especializada […] de enfermería a los alumnos con necesidad de atención sanitaria escolarizados en centros educativos públicos”. Además, la pediatra de Lian ha redactado un informe médico donde expone que es “imprescindible” que el colegio “cuente con una persona durante el horario escolar completo” para atender al niño.

Ese informe es el que las familias como la de Montero pueden remitir, junto con una reclamación escrita, al director del colegio y a la Dirección del Área Territorial (DAT) a la que pertenezca el centro. “Me dijeron que no pueden hacer nada”, cuenta la madre. “Que todo depende de los presupuestos y que han dejado una cantidad ridícula para este centro, porque solamente tiene dos niños diabéticos [el otro es mayor]. Han considerado que una enfermera tres horas al día durante seis meses va bien”. Un portavoz de la Consejería de Educación señala que “están trabajando para encontrar una alternativa y cubrir la plaza cuanto antes” e insiste en que el colegio sí tiene un puesto de enfermera, pero que el problema es “la falta de profesionales en todas las comunidades autónomas”. Y añade: “Las contrataciones en los centros educativos las realiza directamente la Dirección General de Recursos Humanos, no los centros”.

El servicio de inspección de educación de la zona sur de Madrid ha explicado a este periódico que no puede informar de los avances en la reclamación de los padres de Lian y que se lo comunicará directamente a ellos. Y el director del Leonardo Da Vinci arguye que como parte de la administración del centro “tiene prohibido” hablar del caso. Mientras, Lian cumple este viernes el primer mes del curso sin ir al colegio.

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