Trump cierra 60 días las fronteras a los inmigrantes y hace felices a sus bases

, , | 22 abril, 2020

Los demócratas han encontrado otra ocupación al presidente: “Xenófobo en jefe”

FRANCESC PEIRÓN. LA VANGUARDIA.- Los demócratas han encontrado otra ocupación al presidente Donald Trump: “Xenófobo en jefe”.

En plena crisis del coronavirus, y tras alentar protestas entre sus fieles contra el confinamiento –pese a contradecir a los expertos sanitarios–, Trump se sacó la madrugada de este martes otro tuit de la manga. Lo hizo a cuenta de la Covid-19, para deleite de sus más fervorosos seguidores y enfado de progresistas y grupos a favor de los derechos civiles.

“A la luz del ataque del enemigo invisible, así como de la necesidad de proteger los puestos laborales de los grandes ciudadanos estadounidenses, firmaré una orden ejecutiva para suspender temporalmente la inmigración hacia Estados Unidos”. Este martes, en rueda de prensa, precisó que será “por 60 días y luego revisable”. Su plan es firmarla este miércoles.

La medida no parece tener mucho sentido cuando el virus se halla más que expandido. Estados Unidos registra 800.000 infectados y más de 45.000 muertos.

Si bien se han destruido 22 millones de empleos, esto ha sucedido por el coma inducido al aplicarse las terapias de distancia social y quedarse en casa. Los expertos consideran que la recuperación no se producirá hasta que se abra gradualmente la economía. Y esto tiene poco que ver con la inmigración y mucho más con la capacidad de hacer el test a los ciudadanos.

Así que, frente a una creciente opinión de que la crisis le ha sobrepasado y el temor de que le pase factura política en las elecciones de noviembre, Trump apela de nuevo a la seña de identidad fundacional de su movimiento.

La denigración de los inmigrantes fue eje central en su campaña del 2016. Su anuncio se interpreta como un intento de recargar energías a sus bases. Es otra prueba de que, después de infravalorar el peligro, Trump ha decidido hacer de la lucha contra el contagio un arma cargada de propaganda.

“Este es Trump retransmitiendo al mundo que está observando la erosión de su base por una respuesta masivamente torpe a la pandemia”, replicó Dan Pfeiffer, antiguo colaborador en la Casa Blanca de Barack Obama.

“Cuando eres un xenófobo, culpar a la inmigración es la recurrente, fallida y odiosa solución en la que cae el presidente”, tuiteó Charanya Krishnaswami, directora de defensa de los ciudadanos de Amnistía Internacional en EE.UU. “Suspender la inmigración no hará más seguro al país, el actual líder a nivel mundial en coronavirus. Nuestras políticas deben basarse en la salud pública, no en la intolerancia”, remarcó.

Aún sin concreciones –los asesores del Gobierno se apresuraban en la redacción como si les hubiera cogido a pie cambiado–, la orden frenará la provisión de la tarjeta verde (permiso de residencia) o de visados. Esto refuerza uno de los sueños de Trump: dar portazo a los que llaman legalmente. Dijo que habrá excepciones, como los programas de trabajadores invitados, esenciales en la agricultura, uno de sus silos de votos.

Se prevé que una vez rubrique su firma se planteará batalla en los tribunales. Sin embargo, expertos como Alex Nowrasteh, del Cato Institute, aseguran que el presidente tiene la autoridad para promulgar este tipo de normas en un periodo de crisis sanitaria. Pero sería una orden sin precedentes.

Fuentes oficiales comentaron a los medios que esta medida no significará en realidad un cambio sustancial a la política ya existente, en época de cierre fronterizo.

“Esta acción no sólo busca distraer la atención del fracaso de Trump para frenar la propagación del coronavirus, sino que es un movimiento autoritario que quiere aprovecharse de una crisis para imponer su agenda anti inmigración”, subrayó el legislador Joa quín Castro, demócrata por Texas y presidente del caucus hispano en el Congreso.

Los demócratas le han encontrado otro cargo al presidente de EE.UU.: “Xenófobo en jefe”

Sin esa decisión ejecutiva, el Gobierno ya aparcó en realidad con el virus cualquier inmigración. La mayoría de los programas de visados se han congelado. Esto supone que prácticamente nadie puede pedir esos visados para visitar o mudarse a Estados Unidos. Las entrevistas y las ceremonias de nacionalización se pospusieron. El programa de refugiados se suspendió, mientras que en la frontera se aplica la medida de devolver a los que entran.

“Si quiere oficializar lo que ya funciona, sería una ostentosa declaración con un mínimo impacto”, sostuvo Sarah Pierce, analista en inmigración. Ante las dudas, Pierce añadió: “Si esto se aplica a la gente que ya está aquí, entonces todavía sería mucho peor”.

Si podría afectar a miles ya autorizados y poseedores de visados o de permisos que se preparaban para hacer el traslado.

“Un intento patético de mover la culpa desde su visible incompetencia a un enemigo invisible”, replicó el senador Tim Kaine. “Un chivo expiatorio xenófobo”, afirmó el legislador Don Beyer.

Desde el otro bando se escucharon voces de apoyo. “Veintidós millones de estadounidenses han perdido su empleo por el virus chino. Ayudemos a que regresen al trabajo sin la competencia extranjera”, tuiteó el senador republicano Tom Cotton, uno de los más críticos con China en la pandemia.

Aunque la anunciada orden contra la inmigración ahonda en la división política, Cotton está muy acompañado en su arrebato contra el gigante asiático. La visión negativa de los estadounidenses hacia ese país rival ha llegado a su punto álgido por la propagación del patógeno. Así lo constata el Pew Research Center en una encuesta publicada este martes y realizada entre el 3 y el 29 de marzo con mil entrevistas.

El cierre no afecta a los trabajadores que vienen temporalmente a la agricultura, uno de los silos de votos de Trump

Esta relación alcanza el punto crítico más alto desde que el Pew introdujo esa cuestión en el 2005. El 66% de los ciudadanos (siete de cada diez republicanos; seis de cada diez demócratas) expresan su desconfianza de China, un porcentaje que ha crecido el 20% desde que Trump es presidente e impuso presión con los aranceles y su retórica de guerra comercial.

También sucede por primera vez que la franja de entre 18 y 29 años supera el 50% en su reprobación a China. Además, la valoración del liderazgo de Xi Jinping desciende al nivel más bajo. El 71% desconfía de Xi.

En esas cuatro semanas de sondeo, Trump no había llegado a la escalada en la que avala teorías conspirativas de que los chinos crearon el virus en un laboratorio. Pero por entonces había olvidado sus elogios a su homólogo en el poder y hablaba del “virus chino”. Ya tenía un culpable de la enfermedad. Ahora incluye la inmigración, su remedio favorito.

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