Ripoll: bajo la amenaza de la ultraderecha independentista.

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La Razóm.- Los extremistas cosecharon más del 10% de los votos en 2019 y se nutren del descontento con la comunidad árabe en el municipio donde residían los terroristas del 17-A.

En las últimas elecciones municipales de 2019, la presencia de la ultraderecha en Cataluña fue bastante reducida: apenas cosechó cinco concejales en tres municipios. Sin embargo, en una localidad fue muy significativa: Ripoll, lugar en el que vivían los terroristas que atentaron en Barcelona y Cambrils en agosto de 2017. En Ripoll, la ultraderecha independentista irrumpió con mucha fuerza: consiguió una concejal, pero multiplicó por más de cinco su respaldo (pasó de cosechar el 2,47% de los votos en 2015 al 11,5% en 2019, mientras que en 2007 no concurrió y en 2011 se quedó en un 5,8% de los votos).

Y la amenaza de la ultraderecha independentista parece que, lejos de remitir, puede consolidarse en las próximas elecciones municipales de 2023 a tenor de la situación social que describen algunos vecinos de la localidad. De la casi veintena de los vecinos entrevistados por este diario, una importante parte se muestra muy crítica con la inmigración, predominantemente árabe (aunque también han empezado a llegar latinoamericanos en los últimos años).

Otra cosa es que también es cierto que, preguntados por la concejal ultraderechista Silvia Orriols, algunos de ellos dicen no conocerla pese a compartir las tesis antiinmigración. No obstante, Orriols, que entró en el Ayuntamiento con la candidatura del Front Nacional de Catalunya (aunque se ha desvinculado del partido por desavenencias), también ha ido cosechando más proyección, como demuestra también su mayor presencia mediática.

Los vecinos consultados señalan principalmente causas económicas y sociales como motivos de su descontento con la inmigración, aunque todo apunta a que el motivo que ha hecho aflorar el rechazo han sido los atentados, atendiendo a la evolución electoral de la ultraderecha en el pueblo, que hasta 2019 era prácticamente residual. Ripoll es un municipio de 10.721 habitantes, pero cuenta con un porcentaje de residentes extranjeros (13,57%) por debajo de la media en Cataluña (16,11%). También es cierto que algunos vecinos denuncian que hay mucha inmigración irregular.

En cualquier caso, casi todos se remiten a criticar las ayudas que reciben los recién llegados mientras solo algunos señalan los problemas de seguridad que generan. Así, una mujer de poco más de cuarenta años y madre dos niños, señala que ella no tiene problemas con los inmigrantes y asegura que sus hijos van a la escuela con los hermanos de dos de los terroristas y «al principio los demás niños los rechazaban, pero poco a poco se han ido normalizando las cosas». «A mí me supo mal y algún día llevé a alguno de los hermanos al colegio», recuerda. Si bien, ella critica las cuestiones económicas: «El pueblo es muy pequeño y todo el mundo se conoce y es muy palpable que la comunidad árabe recibe muchas ayudas mientras los de aquí, no». «Al final, ves que pueden ir a colegios que yo no me puedo permitir para mis hijos, reciben cheques, ayudas para comer…», señala. «Creo que el año que viene se pueden reproducir los resultados de la ultraderecha. Hay mucha gente enfadada», augura.

Otro vecino asegura que el nivel de ayudas es «tan elevado que se les ofrece trabajos por 1.150 euros y lo rechazan porque no les compensa». Otra vecina, de más de sesenta años, defiende a Orriols y sí prevé que «tendrá más apoyo». «Tiene hijos y ve que no se les trata igual que al resto y hay mucho incivismo», denuncia y asegura que por el pueblo ya corre el mensaje de que uno de los condenados por los atentados quedará pronto en libertad, un síntoma de que la campaña del miedo se ha empezado a agitar de cara a las elecciones municipales del año que viene (cuando, realmente, los dos condenados de Ripoll tienen penas de cárcel superiores a los 30 años), lo que puede alimentar el apoyo a la ultraderecha.

Otra vecina, joven y con trabajo en el pueblo, también alude a la inseguridad. «Yo no salgo sin mi pareja a la calle por las tardes. Está habiendo muchos robos», afirma. Otro señor, pensionista, asegura que al lado de su casa hay Mossos d’Esquadra cada poco porque hay una familia de árabes conflictiva.

No obstante, también hay otros muchos que reconocen que sí pudo haber más problemas durante los meses siguientes a los atentados, pero consideran que, cinco años después, todo se ha normalizado. «Aquí no hay problemas», es una frase también muy repetida entre algunos vecinos, que evitan dar más explicaciones. «Hay gente que se cree que la ultraderecha les va a solucionar los problemas sin ver lo que viene», afirma uno de los vecinos, que trata de ahondar un poco más en la situación que vive el pueblo. A su juicio, también se puede deber a la falta de trabajo en el municipio, aunque otro de los vecinos asegura que se mantiene el mismo empleo que siempre. Lo cierto es que, según datos del Idescat (el INE catalán), la media anual de desempleados en 2021 fue inferior a 500 personas, una cifra que se ha ido reduciendo sustancialmente desde 2012, aunque ha repuntado ligeramente en los dos últimos años.

Pese a que la situación que describe un sector de la población parece de tensión, entre los vecinos de la comunidad árabe niegan que haya problemas de convivencia ni hayan sufrido episodios de racismo. Uno de ellos, repartidor de productos alimentarios en la zona, habla un buen castellano y asegura que, «más allá de alguna tontería», en el pueblo nunca ha sufrido ningún problema. «Voy al bar a tomar café y nadie dice nada», señala. Otras dos mujeres, que hablan con cierto esfuerzo el catalán, también niegan problemas en Ripoll, gobernado por JxCat.

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