Pasaportes retenidos, trabajos forzados y palizas: la pesadilla de los 100.000 ciberesclavos de Sihanoukville

| 23 marzo, 2024

El Español.- «Me ofrecieron trabajar en una sociedad anónima donde decían que la empresa tenía permiso«, relata el joven indonesio ATK (30) a un medio local. Excepto el pasaporte, la empresa reclutadora se encargaba de sufragar los gastos derivados del viaje y el alojamiento desde Yakarta. Lo que no sabían ella ni sus amigos es que llegarían a Camboya, donde fueron hacinados en un dormitorio con docenas de niños indonesios para ingresar después en Sihanoukville —al sur del país asiático— entre las filas de ciberestafadores. 

ATK explica a Kompas el trabajo que realizaba allí: crea cuentas de Telegram con datos e imágenes de otra persona y se ponen en contacto con gente de Indonesia. «Les persuadimos para que confíen en nosotros y entonces los invitamos a jugar con criptomonedas», dijo ATK. Tras ganarse su confianza, se pide a las víctimas potenciales que ingresen una determinada cantidad de dinero como depósito. Y la trama continúa. 

«Me ofrecieron trabajar en una sociedad anónima donde decían que la empresa tenía permiso«, relata el joven indonesio ATK (30) a un medio local. Excepto el pasaporte, la empresa reclutadora se encargaba de sufragar los gastos derivados del viaje y el alojamiento desde Yakarta. Lo que no sabían ella ni sus amigos es que llegarían a Camboya, donde fueron hacinados en un dormitorio con docenas de niños indonesios para ingresar después en Sihanoukville —al sur del país asiático— entre las filas de ciberestafadores. 

ATK explica a Kompas el trabajo que realizaba allí: crea cuentas de Telegram con datos e imágenes de otra persona y se ponen en contacto con gente de Indonesia. «Les persuadimos para que confíen en nosotros y entonces los invitamos a jugar con criptomonedas», dijo ATK. Tras ganarse su confianza, se pide a las víctimas potenciales que ingresen una determinada cantidad de dinero como depósito. Y la trama continúa. 

«Aquí se trabaja de 09h a 23h. Quiero irme a casa«, relata ATK a Kompas. Por su trabajo, no recibe ni un riel. En cambio, tiene una deuda de unos 2.300 dólares estadounidenses con la empresa; una obligación que sigue creciendo con los préstamos que le da la empresa para pagar sus facturas hospitalarias. Él es uno de los afortunados que ha conseguido ponerse en contacto con las autoridades de su país para sacarle de ese infierno.

Aunque se desconoce el número exacto de personas sometidas a estas condiciones de semiesclavitud, se han documentado casos de tailandeses, vietnamitas, chinos o filipinos, entre otras nacionalidades, que han contactado con sus países de origen en busca de un salvavidas. La cifra estimada está en 100.000 personas. Así dio cuenta de ello un informe de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, por sus siglas en inglés). 

Se busca teleoperadora

La UNODC documenta el medio por el que se captan a las víctimas de trata: «La mayor parte del reclutamiento se produce a través de publicaciones fraudulentas en aplicaciones de mensajería y sociales«. En esos anuncios, que anuncian puestos de atención al cliente, gestión comercial, personal de comunicación, especialistas en RRHH o IT, se requiere a los candidatos tener un nivel alto de inglés y mandarín. 

Y ninguna red social está libre de estas artimañas. Para los chinos, se utiliza WeChat, mientras que para personas de otras nacionalidades se publican anuncios en otras aplicaciones de mensajería como Meta, Telegram, Line o Messenger.

«Los anuncios y puestos de contratación rara vez incluyen los nombres de las empresas (…) No suele haber una dirección o ubicación del trabajo que no sea, por ejemplo, Sihanoukville o Camboya. El único contacto es un perfil en una red social. La oferta salarial suele ser el equivalente a unos 1.000-1.500 dólares al mes, con generosos beneficios como comida gratuita, alojamiento y/o gastos de viaje», recoge el informe de la UNODC. 

Los estafadores normalmente pagan los costes de viaje de los trabajadores, pero a su llegada confiscan los pasaportes de las víctimas y les exigen el pago de su «deuda». Esta coacción suele ir acompañada de abusos físicos y sexuales, restricciones de movimiento e inanición. A algunas mujeres también las obligan a servir de modelos en chats de vídeo con posibles víctimas de estafas o las fuerzan a trabajar en la industria del sexo si no pueden cumplir sus cuotas de estafas.

En cuanto al perfil del captado, suelen ser profesionales jóvenes entre 20 y 30 años. Los grupos de crimen organizado «están interesados sobre todo en reclutar a jóvenes porque están familiarizados con las redes sociales, los teléfonos inteligentes y las criptomonedas». 

El último Informe sobre la trata de personas, elaborado anualmente por el Departamento de Estado de EEUU sitúa a Camboya como país de nivel 3, la clasificación más baja, por no emprender esfuerzos «serios y sostenidos» para eliminar las formas graves de trata. Y además, informa del caso de una mujer filipina de 26 años, desempleada que respondió a una publicación falsa de Facebook en la que se ofrecía trabajo en un call center a personas de habla inglesa. Embarazada de varios meses y con la esperanza de ganar dinero antes de dar a luz, viajó a Camboya para empezar a trabajar.

Pero esa ilusión por darle un futuro a su hijo se desvaneció en cuanto pisó el hotel casino abandonado donde fue encerrada en una celda sin comida ni agua durante días. Los criminales la retuvieron y maltrataron durante meses, obligándola a crear perfiles falsos en aplicaciones de citas y otras plataformas de redes sociales para atraer a la gente hacia criptomonedas fraudulentas y otros sistemas de inversión con cuotas de ventas imposibles. «Consiguió escapar, pero, trágicamente, no sin antes perder a su hijo nonato», relata el informe.

«Por lo que hemos observado, las estafas en línea no han disminuido«, declaró Tola Moeun, director ejecutivo del Centro para la Alianza del Trabajo y los Derechos Humanos a Voice of America (VOA). Y añadió que «no sabemos por qué no se han tomado medidas claras, y seguimos viendo que esto ocurre».

Sin escapatoria

Una carta presentada por las organizaciones sin ánimo de lucro Global Alliance Against Traffic in Women, Tenaganita Malaysia y Migrant Care Indonesia a la Asociación de Naciones de Asia Sudoriental (ASEAN) exponía la situación de las personas sometidas a régimen de semiesclavitud en la región del Sudeste Asiático. Y presentaba las represalias que se tomaban contra aquellos que pudieron escapar. 

«Muchas víctimas también son detenidas por la policía o las autoridades de inmigración en el momento de su rescate. En Camboya, las víctimas denuncian haber sido detenidas por la policía e interrogadas durante una semana», recoge el comunicado. Además, otras permanecieron detenidas en centros de inmigración donde se les cobraba por la comida y la ropa de cama.

«Si no les doy dinero, no me dejarán ir«, dijo Huong —nombre ficticio—, una joven vietnamita víctima de trata en Camboya, a Al-Jazeera. En declaraciones a los periodistas del medio qatarí dijo que después de ser rescatada fue detenida en un centro durante tres meses, permaneciendo en una minúscula celda junto a otras víctimas y a pocos metros de criminales chinos acusados de trata.

Durante su estancia allí, se esperaba que ella consiguiera comida y agua del exterior por sus propios medios, pero los guardias se la negaban a menos que pagara un soborno.»Ahora estoy muy disgustada y no sé por qué quieren dinero de las víctimas. Llevo dos meses luchando y ahora estoy aún más desesperada», dijo Huong a Al-Jazeera. La detención prolongada en un centro de inmigración también ha dado lugar a que algunas víctimas vuelvan a ser objeto de trata.

Palizas y descargas eléctricas

En entrevista al medio CBC, un hombre que se dedicaba a estafar a canadienses con inversiones en criptomoneda describió las condiciones a las que había estado sometido durante cuatro meses en un complejo de ciberestafas de Sihanoukville: «Si no seguíamos [las normas], nos pegaban o nos daban descargas eléctricas«. 

¿Cómo llegó a esa situación? Cuenta al medio canadiense que tras ser despedido de su trabajo en un casino camboyano en 2020 se vio obligado a volver a Tailandia, donde vivía con anterioridad. Después de pasar meses sin encontrar trabajo, desesperado, se metió en Facebook y vio una oferta muy tentadora. Y además el empleador cubría sus gastos de viaje. 

Poco después de llegar a Sihanoukville, John fue encerrado en una unidad del cuarto piso de un complejo y le confiscaron el pasaporte. Durante su estancia en Camboya, se vio obligado a estafar con criptomonedas a canadienses y otros occidentales de habla inglesa para robarles los ahorros de toda una vida. 

«Siempre [estábamos] en el cuarto piso para comer, trabajar, dormir, ducharnos», dijo a la CBC. Y aconsejó a todo el mundo desconfiar del tipo de anuncios que le dejaron en esa situación: «Una vez que entras en el complejo de la estafa, puede que se te vaya la vida«.

Una Sin City en el Sudeste Asiático

«Los informes de numerosas fuentes sobre el terreno en Sihanoukville confirman que el sector está creciendo», afirma Jacob Sims, asesor técnico principal de la organización contra la trata International Justice Mission, a VOA. «Hay verdaderos motores regionales que explican por qué esa tendencia tiene sentido. Se trata de una industria multimillonaria que ha sido desplazada del norte de Myanmar».

La prohibición de los juegos de apuestas online y la pandemia han diezmado la economía camboyana, reduciendo drásticamente el número de turistas y provocando que muchas de las inversiones inmobiliarias de los magnates del juego quedaran sin completar. Unos años antes, Camboya era uno de los destinos favoritos de los chinos y otros nacionales de países vecinos para el turismo de casino. 

En 2021, el país se reconvirtió y pasó a ser el centro de la crisis de las estafas que ha asolado el mundo, inicialmente dirigidas a ciudadanos chinos, pero que se han extendido rápidamente a cualquier persona con conexión a Internet. No obstante, cada vez atraen a más jóvenes angloparlantes con la falsa promesa de un empleo legítimo y bien remunerado.

Tal como informa The South China Morning Post (SCMP), en la última redada en Sihanoukville, llevada a cabo los días 9 y 10 de marzo, los agentes detuvieron a más de 450 personas que presuntamente formaban parte de empresas de juego ilegal online y estafas de pig-butchering que prosperaban tras las fachadas de casinos autorizados. Numerosas redes delictivas extranjeras han penetrado en Camboya en los últimos años a través de este tipo de operaciones, la mayoría controladas por mafias chinas que centran sus estafas en esta ciudad.

En septiembre de 2022 es cuando la policía comenzó una campaña de redadas en la infame ciudad camboyana y muchos edificios se vaciaron. Algunos grupos criminales trasladaron sus operaciones a países cercanos, hay quienes redujeron su personal al mínimo y otros cambiaron de ubicación de la misma ciudad.

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