Ola de asesinatos racistas contra los refugiados sirios en Turquía

, | 26 diciembre, 2021

La Razón.- Tres obreros fueron quemados vivos en noviembre mientras dormían y otro joven murió de un disparo al mediar en una pelea

El racismo mata. En Turquía, donde el discurso xenófobo contra los refugiados sirios ha derivado en una oleada de ataques violentos indiscriminados, cuatro jóvenes han sido asesinados en dos episodios recientes. Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, el 16 de noviembre tres obreros fueron quemados en la mediterránea provincia de Izmir. Sin aparente motivo, un turco les arrojó gasolina y les prendió fuego mientras dormían en una fábrica de materiales de construcción.

Mamoun al Nabhan (23), Ahmed al Ali (21) y Muhammed el Bish (17) fueron ingresados en el hospital en estado grave. Los tres murieron una semana después. Pese a la brutalidad de los hechos, el suceso apenas fue difundido en la Prensa. «Es una calamidad que el incidente saliera a la luz 35 días después», denunció la Plataforma por los Derechos de los Refugiados. Desde la ONG afirmaron que el asesino habló días antes con los propietarios turcos de la fábrica, y les avanzó su plan de «quemar a esos sirios». La Policía detuvo al agresor, pero fue liberado a la brevedad. Tan solo cinco días después, apuñaló a otros dos turcos.

El otro asesinato ocurrió este miércoles, cuando el joven sirio Mahmoud Shobak intentó detener una pelea entre su compañero de piso y un turco armado que irrumpió en el inmueble. Finalmente, recibió un disparo mortal.

La campaña racista contra los 3,7 millones de refugiados sirios asentados en Turquía se disparó desde agosto, cuando un sirio mató a un joven turco en Ankara. Desde entonces, partidos de todo el espectro político han reclamado abiertamente el «retorno» de los refugiados a su país.

Los pogromos están a la orden del día. Tras una pelea entre turcos y sirios el 29 de septiembre, unos 150 residentes de Torbali decidieron tomarse la ley por su mano: quemaron y apedrearon apartamentos de sirios, e incendiaron sus vehículos. Lo mismo ocurrió el 11 de agosto en Altindag (Ankara), con turbas gritando eslóganes anti sirios. Por ello, muchos refugiados terminaron abandonando sus hogares temiendo por sus vidas. En las redes sociales, los «hashtags» exigiendo su expulsión masiva corren como la pólvora.

Taha Elgazi, sirio que abandonó su Deir el Zor natal en 2013 para empezar una nueva vida, prosperó en Estambul enseñando física en escuelas. Es de los 200.000 privilegiados que obtuvieron la nacionalidad turca por altas cualificaciones profesionales. Recientemente, asumió un nuevo objetivo: combatir el discurso que criminaliza a sus compatriotas. «En una sociedad, no solo en Turquía, la calle responde a los discursos de los políticos. Desafortunadamente, están usando un discurso racista hacia los refugiados, y sus palabras tienen consecuencias directas», explicó Elgazi a Al Jazira.

Para revertir la dinámica, él y otros activistas han mantenido encuentros privados con formaciones de todo el espectro político. Tienen un objetivo claro: evitar que usen a los refugiados como baza electoral. Partidos opositores, que sienten que la era de Recep Tayyip Erdogan podría llegar a su fin, han asumido sin tapujos discursos xenófobos. «Deseamos que nos vean desde la perspectiva humana, no política», prosiguió Elgazi. Incluso se reunieron con Kemal Kilicdaroglu, líder del principal partido opositor de centro izquierda, quien promete deshacerse de todos los sirios en dos años. Su formación aspira a modificar la política de acogida de Erdogan, que tras la oleada de un millón de refugiados que llegaron a Europa en 2015, recibió 6.000 millones de euros de la UE a cambio de contenerlos dentro de sus fronteras. Este junio, Turquía recibió otros 3.000 millones extra.

La oposición turca estudia vías para reprender los mermados vínculos con Damasco, para así facilitar la eventual deportación de los sirios. Para arrebatar votos a Erdogan, claman que «no podemos renunciar a que nuestros barrios sean tomados por sirios». Desde el centro derechista IYI, Ugur Poyraz matiza que el rencor contra los refugiados se extiende por la falta de una «estrategia a largo plazo».

El sirio Ali Khatib cruzó a Turquía hace seis años huyendo de los combates. Además de ser explotado laboralmente, en su nuevo hogar siempre se sintió un extraño. “El racismo se volvió rutinario. Los turcos empezaron a odiarnos, a exigir que nos marcháramos. Repetían que el gobierno nos paga sueldos y casas”. Recientemente, regresó a Idlib con su mujer y un bebé. En una ciudad donde prosiguen los bombardeos y los cortes de agua y luz, asumieron que “aquí, al menos, tenemos una familia en la que confiar”.

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