Machismo, homofobia y división en el banquillo: la pesadilla inacabada de las jugadoras del Alhama

| 1 diciembre, 2023

Diario.es.- “Ha llamado frecuentemente gordas a sus jugadoras de forma indiscriminada, era raro la semana en la que no hubiese comentarios sobre el físico o lo que comíamos. Algunos mensajes incluso iban más allá, eran de carácter político, homófobos, misóginos y racistas”. Así han relatado las futbolistas Andrea Carid y Érica Sastre la experiencia que vivieron en el Alhama ElPozo con su entrenador, Randri García, la temporada pasada. Tras meses de investigación, la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) pidió el pasado 17 de noviembre la inhabilitación durante dos años de García por trato vejatorio. En el año del ‘Se acabó’, tuvieron que ser ellas, las jugadoras, las que, ante la pasividad inicial de las instituciones, comenzasen la lucha.

Parecía que los tiempos habían cambiado, que la sociedad había evolucionado en temas de igualdad, pero como mostró lo sucedido este verano con Luis Rubiales, en el deporte femenino quedan pasos por dar. Sin embargo, lo ocurrido tras el Mundial de Australia y Nueva Zelanda con el presidente del máximo organismo del fútbol en nuestro país –desembocando en una inhabilitación durante tres años– ha ayudado a poner la lupa sobre lo que ha venido ocurriendo en esta localidad murciana en los últimos meses.

En abril pasado varias futbolistas del Alhama ElPozo acusan a su entrenador, Randri García, de trato machista y discriminatorio. El detonante para las jugadoras fue recibir una foto de contenido sexual en la que aparecen varias personas del cuerpo técnico, ante lo que la entidad murciana interpreta que no eran motivos suficientes para destituir al entrenador (marido de la directora deportiva del club e hijo del presidente) y lo mantiene en el cargo, donde sigue en la actualidad. “Si alguien se ha sentido mal por mis comentarios solamente me queda pedir perdón”, dijo en mayo García en una rueda de prensa.

Además del revuelo mediático que supuso esta noticia a nivel nacional, los hechos causan una fractura dentro del propio vestuario con comunicados en ambas direcciones por parte de diferentes sindicatos.

Ahora, más de seis meses después, la RFEF ha propuesto sancionar a Randri García con dos años de inhabilitación; un año para Tamara García en la organización de actividades del fútbol –directora deportiva y mujer del entrenador– y una multa económica al club de 6.001 euros. Esta resolución aún no es firme ya que pueden presentar un recurso. El club siempre ha pedido “respeto para su presunción de inocencia”.

A la espera de si la sanción propuesta por la Real Federación Española de Fútbol se lleva a cabo o no, Randri García sigue siendo el entrenador del equipo murciano y Tamara García, su mujer, la directora deportiva. A título individual, ninguno se ha pronunciado públicamente sobre su posible inhabilitación. Tampoco el club emitió ningún tipo de comunicado cuando hace dos semanas el sindicato FUTPRO dio a conocer la noticia. Esta temporada desde el Alhama ElPozo se ha optado por el silencio, ya que incluso son las jugadoras las que comparecen en rueda de prensa antes y después de los partidos, en lugar del entrenador. Este periódico ha intentado recabar la opinión de la dirección del Alhama si obtener respuesta.

“Una fotografía inapropiada”

El ‘Caso Alhama’ comienza el mismo día en el que aparecieron informaciones sobre el trato vejatorio del técnico hacia sus jugadoras, incluyendo la difusión a toda la plantilla de una fotografía inapropiada. Según las propias denunciantes, los mensajes se envían desde el teléfono de Randri García, pero fue Tamara García la que asume esa responsabilidad.

A partir de entonces, se suceden los comunicados. Asesoradas por la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE), 17 de las 22 futbolistas del equipo murciano publican un vídeo en el que afirman: “En ningún momento nos hemos sentido acosadas con gestos o hechos que pudieran vulnerar nuestra dignidad e intimidad personal y profesional. No estamos de acuerdo en acusar al entrenador como un acosador sexual”. Las otras cinco jugadoras, Andrea Carid, Lucía Martínez, Noelia Gil, Nerea Vicente y Érica Sastre, no firman el documento ni aparecen en el vídeo. Todo este tiempo ha sido el sindicato FUTPRO, formado por abogadas y futbolistas, quien ha liderado las denuncias contra la entidad pachequera.

Esos días, con la temporada deportiva todavía en curso y jugándose la permanencia en la máxima categoría, la plantilla no vuelve a pronunciarse sobre el tema. Sí que lo hacen exfutbolistas del club, como Nazaret Segura (24 años), quien afirma “haber dejado el fútbol por culpa de Randri y estar en tratamiento psicológico”: “Tenía un buen contrato, con un plus económico por marcar goles, pero en los entrenamientos y en los partidos tenía que aguantar insultos y gritos del entrenador públicos llamándome gorda. No sólo a mí, también a mis compañeras, y al final contestaba y eso a él no le gustaba”. Segura denuncia que tomó la decisión de abandonar el equipo porque no podía aguantarlo: “Él era el dueño del club, su padre es el presidente y fundador, y contra eso no se podía hacer nada. Hubo más jugadoras que también abandonaron por culpa suya”.

La sanción que cambió el rumbo

Durante la primera mitad de este año, el seguimiento mediático sobre ‘el caso Alhama’ comienza a disminuir y el equipo consuma su descenso de categoría, pero en julio la situación da un nuevo giro. En ese momento, la Inspección de Trabajo y la Seguridad Social (ITSS) abre un procedimiento para sancionar al Alhama ElPozo por el comportamiento de su entrenador. Según explica FUTPRO, la ITSS, constata que “se ha podido acreditar que, por parte del entrenador, se ha llevado a cabo un comportamiento inadecuado que ha afectado a la dignidad de la mayoría de sus jugadoras. Éste se produce con reiteración en el tiempo y estaríamos ante la existencia de un ambiente laboral hostil producido por comentarios inadecuados, despectivos y humillantes, lo que conlleva el haber creado un entorno laboral degradante u ofensivo”.

Fue tras este procedimiento cuando dos de las jugadoras hablan públicamente. Andrea Carid y Érica Sastre relatan para El Periódico que el proceso fue largo hasta que se dieron cuenta de lo que estaban viviendo: “Empiezas a dudar de ti misma. Él (Randri García) utiliza tus debilidades para que tú no te rebeles o para que entiendas que es tu culpa sentirte así”, comparten a este medio.

En la entrevista, las jugadoras confiesan sentirse “perseguidas” por el entrenador en sus redes sociales, viéndose obligadas a dejar de publicar contenido: “Algunos mensajes incluso iban más allá, eran de carácter político, homófobos, misóginos y racistas. Nos decía que estábamos tan gordas que no podíamos ni hacer el amor, que teníamos una picha más grande que la suya o que era tan fea que no entendía cómo las mujeres se fijaban en mí”.

Tras lo ocurrido, Carid y Sastre denuncian que la idea de volver al vestuario les produce “miedo y ansiedad”. Ambas “no culpan” a las compañeras que firmaron el comunicado apoyando a García: “Ellas son tan víctimas como nosotras”.

Sí que reconocen que se sintieron desprotegidas y en un entorno hostil, “el foco desde el principio debería haber sido el acosador”, subrayaron. “El objetivo ahora es visibilizar algo que, desgraciadamente, sigue ocurriendo en el mundo del fútbol femenino. Aguantamos porque lo normalizamos y porque seguimos queriendo tener un futuro en este deporte ya que el entrenador nos decía que no íbamos a triunfar en otro equipo si no era en el Alhama ElPozo. Todas esas palabras nos llevaban a pesar que igual era verdad”, reconocen.

A la espera de si la sanción propuesta por la Real Federación Española de Fútbol se lleva a cabo o no, Randri García sigue siendo el entrenador del equipo murciano y Tamara García, su mujer, la directora deportiva. Desde este verano, cuando estalló el escándalo con Luis Rubiales, se han producido varios cambios en el organigrama de la RFEF y se intenta cuidar y visibilizar a los equipos femeninos. El ‘Se acabó’ iniciado por las futbolistas de la selección se ha extrapolado a todos los ámbitos de la sociedad, mucho más allá del deporte. En el ‘Caso Alhama’ está todavía por ver si los supuestos tratos vejatorios y machistas se acaban por fin.

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