Los términos nazis que han vuelto al lenguaje cotidiano de la política en Alemania

, | 19 enero, 2017

ANTONIO MARTÍNEZ. EL CONFIDENCIAL.- Alternativa para Alemania (AfD), el emergente partido alemán de ultraderecha, ha llegado con un diccionario debajo del brazo. La formación, euroescéptica e islamófoba, está incorporando al discurso público una serie de palabras con un éxito similar al que cosecha, semana a semana, en las encuestas de intención de voto. Pero estos términos no son en absoluto de nuevo cuño. Como advierten politólogos e historiadores, muchos de ellos tienen hondas raíces e inquietantes connotaciones ideológicas. En la mayoría de los casos, los vocablos han sido simplemente desempolvados, luego de décadas de destierro. Casi todos tuvieron ya su momento de gloria. Fue entre 1933 y 1945, durante el período del nacionalsocialismo.

Los expertos consideran que su empleo no es casual. Que mientras la formación se esmera por difundir una imagen moderna y presentable, lejos de las cabezas rapadas y las botas militares de los neonazis, hace algunos guiños al electorado más escorado a la derecha. Para no perderlo. Los analistas creen que se trata de una estrategia para ampliar su base de apoyo social hacia el centro, con un discurso populista, de protesta pero aparentemente desideologizado, sin perder en favor de la abstención al núcleo más duro de sus votantes.

«Si alguien dijera a día de hoy ‘Sieg Heil’, estaría claro que se trata de nacionalsocialismo», explica el lingüista alemán Georg Schuppener. Estos términos recuperados ahora por la ultraderecha, advierte, «no suenan en un primer momento como nazis», pero «sin embargo lo sugieren».

Lügenpresse, Umvolkung, Überfremdung, völkisch o Völksverrater son algunas de estas palabras, en su mayoría de compleja traducción, que elevan hashtags a trending topic, copan titulares y azuzan el debate político y mediático en Alemania desde hace meses. Y su empleo ya no se limita a AfD, que asegura atacar con ellas la corrección política. Miembros del bloque conservador de Angela Merkel están empezando a recurrir a ellas. A veces en respuesta. Otras con total convencimiento.

Lügenpresse: prensa mentirosa

La ultraderecha la usa, de forma despectiva, para definir al conjunto de medios que propaga una narrativa que no encaja con la suya. Esto convierte a los medios, indefectiblemente, en mentirosos. La palabra resurgió en Alemania en 2014, como uno de los eslóganes que espetaban a los periodistas los manifestantes en las marchas en Dresde del movimiento Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente (Pegida). Las acciones violentas contra reporteros se han multiplicado desde entonces en las protestas en esta ciudad y muchos fotógrafos las cubren pertrechados con un casco. Al menos dos periodistas españoles han sido agredidos en el último año allí por hacer su trabajo.

Posteriormente, AfD adoptó el vocablo para referirse, de forma genérica, a todos los medios, públicos o privados, que en su opinión forman parte del ‘establishment’ y defienden las tesis de los partidos establecidos. Y la catapultó al éxito en un debate político polarizado por la crisis de los refugiados y los atentados yihadistas en Europa y enmarcado en la era de la post-verdad. La palabra ha llegado a utilizarse contra los periodistas por parte de seguidores de Donald Trump durante algún acto electoral de la pasada campaña.

El término Lügenpresse, sin embargo, no es nuevo. Fue empleado por primera vez tras las fallidas revoluciones de 1848. Entonces los grupos conservadores católicos empezaron a denominar así a los medios impresos de corte burgués liberal que habían defendido las revueltas. Además de mentirosos, sus creadores insinuaban que esos periódicos estaban controlados por judíos y masones. Posteriormente la palabra se empleó contra la prensa gala por su cobertura de la guerra franco-prusiana y, en la I Guerra Mundial, para designar a la prensa aliada, especialmente a la británica, después de que estos hablasen de «la violación de Bélgica» tras la invasión alemana de este país.

Los nazis no dudaron en apropiarse del término y dispararlo contra sus enemigos ya en la Alemania de entreguerras. Tacharon de mentirosos a todos los medios que disentían de sus premisas, acusándolos de estar en manos de judíos o bolcheviques… hasta que, una vez en el poder, sometieron a toda la prensa del país y cortaron de raíz el disenso. Entonces Hitler y su ministro de Propaganda, Joseph Goebbels, dirigieron este dardo dialéctico contra los medios extranjeros y su cobertura crítica, por ejemplo, de hechos como la Noche de los Cristales Rotos. Tras el fin de la II Guerra Mundial el término cayó en el olvido en la Alemania occidental, mientras en la oriental se seguía empleando desde el aparato estatal comunista para descalificar a los medios del bloque democrático y capitalista.

völkisch: étnico

La líder de AfD, Frauke Petry, reivindicó en una entrevista al diario Die Welt el pasado septiembre este término. En su opinión, era una «simplificación indebida» considerar que este término tenía reminiscencias racistas y abogó por que los alemanes le diesen «de nuevo una connotación positiva» a esta palabra.

Frauke jugaba aquí con fuego. De forma totalmente premeditada. Este concepto surge a principios del siglo XX en Alemania dentro de una corriente de pensadores alemanes marcadamente nacionalistas y racistas en los que años después se sustentará la ideología nazi. En una columna de opinión el periodista Kai Biermann le replicaba a líder de AfD: «El término völkisch significa alemán y representa la exclusión de todo aquel que no haya nacido aquí. Quien lo emplea quiere hacer presentables pensamientos fascistas«.

Volksverräter: traidores del pueblo

Otra de las palabras que con mayor frecuencia se corean en las marchas de Pegida es la de «Volksverräter». En la celebración del vigésimo quinto aniversario de la reunificación alemana, celebrado el pasado octubre en Dresde, decenas de personas recibieron a la canciller y al presidente alemán, Joachim Gauck, tachándoles a gritos de traidores del pueblo. Políticos de AfD han denominado de igual forma a miembros de otros partidos.

En la Alemania nazi este término estaba tipificado en el Código Penal. Definía al delito cometido por un alemán contra el conjunto de su propio pueblo y que buscaba dañar la unidad política, la libertad y el poder del pueblo alemán. En la práctica se empleó para castigar con la pena capital a todos los críticos del nacionalsocialismo.

Este enero, Volksverräter se hizo con el título de «Palabro del año» en Alemania, un dudoso título que concede un grupo de lingüistas del país. El término, explicó el jurado, fue utilizado con frecuencia en 2016 por los movimientos de ultraderecha para atacar a la clase política. Hace dos años la elegida fue «Lügenpresse», lo que evidencia la capacidad de AfD y Pegida para incorporar términos al discurso público.

Umvolkung: inversión étnica

La ultraderecha llama así al proceso por el cual un pueblo pierde su identidad étnica y cultural al ser infiltrado por otro. En su opinión, esto es lo que está sucediendo en la actualidad en Alemania, con la llegada de más de un millón de peticionarios de asilo en los últimos dos años al país, en su mayoría musulmanes. La crisis de los refugiados fue la que en gran medida espoleo a Pegida y, sobre todo, a AfD, que en las últimas encuestas nacionales roza el 15 por ciento de intención de voto.

El término ha sido relanzado en los últimos tiempos desde distintos frentes, pero quizá el que ha tenido una mayor repercusión ha sido el libro de Akif Pirincci, un alemán de origen turco explícitamente alineado con las tesis de AfD. Su obra, de forma reveladora, se titulaba «Umvolkung: cómo los alemanes están siendo silenciosamente reemplazados». Los alemanes, argumenta se están convirtiendo en «extranjeros en su propio país».

La palabra procede de la ideología nazi. Concretamente, de su Plan General para el este de Europa, una vez conquistado por la Wehrmacht. El concepto se entendía en un doble sentido. Como la posibilidad de realemanizar a los pueblos germánicos de esta región que no se hubiesen alejado demasiado de sus raíces. Y también como el proceso de desestabilización cultural y étnica de las poblaciones de los lugares conquistados para el Gran Reino germano de la Nación Alemana.

Überfremdung: extranjerización

La palabra, causando una intensa polémica, apareció recientemente en un documento de seis páginas de un laxo grupo de diputados conservadores llamado «Berliner Kreis» (Círculo berlinés). El texto, dedicado a la crisis de los refugiados y sus efectos en dos elecciones regionales -con malos resultados para las filas de Merkel– aseguraba que «la preocupación por la pérdida de identidad y la extranjerización del país ha arraigado en muchos ciudadanos».

El vocablo no es inocuo. Y por eso suscitó una violenta controversia en Alemania. Rastreando los registros históricos, parece que fue Goebbels quien primero empleó esta palabra. Fue en un discurso en 1933, el año en el que el nacionalsocialismo accedió al poder, para denunciar lo que él consideraba la infiltración de los judíos en la vida intelectual alemana.

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