JANINE MENDES FRANCO. CÁSCARA AMARGA.- Jamaica, un país que ha generado titulares en los últimos años por sus demostraciones de violencia antigay y homofobia por parte de sus líderes, está a punto de llevar a cabo un debate a gran escala sobre los derechos de los homosexuales. Los medios han tratado el asunto como si se tratara de la batalla de David contra Goliat enfrentando los valores tradicionales cristianos al grupo de presión homosexual, y los grupos contra personas homosexuales han sido las voces de la condena a la homosexualidad.
Sin embargo, a pesar de su descarada oposición a los derechos homosexuales, algunos están intentando distanciarse de la etiqueta de “homofóbicos”. Un eslogan popular entre los manifestantes que protestaron contra una posible derogación de una ley contra la sodomía de la era colonial clama: “Hablar con la verdad no es homofobia”.
El autor Kei Miller, que previamente había examinado la distorsionada historia de los medios del debate sobre los derechos de los homosexuales, examinó la tendencia:
Esta declaración por negación se está haciendo bastante popular en la isla. El término ‘homofobia’ ahora se está considerando peyorativo, algo bastante malo y retrógrado, y por lo tanto todos quieren alejarse de él. Pero a veces la afirmación ‘¡Yo no soy homofóbico!’ se parece en parte al proverbio norteamericano sureño que dice: ‘¡Yo no soy racista! ¡Algunos de mis mejores amigos son negros!’.
El artículo ahonda en la etimología de la palabra “homofobia” y argumenta que esta existe en un espectro, con algunas reacciones sobre la homosexualidad que son más extremas que otras:
La homofobia no es, por tanto, una fobia en el sentido médico de la palabra. Nunca lo ha sido. Lo homofobia, como su hermana la xenofobia, es una forma de intolerancia y discriminación. Puede incluir miedo y repulsión, pero, de hecho, la palabra describe un rango mucho más amplio de reacciones negativas hacia las comunidades LGBT.
Miller escribe: si le molesta el acto de la homosexualidad y desea imponer o retener leyes que limiten la expresión de la sexualidad, entonces es probable que usted sea homofóbico.
Miller ha mantenido viva la discusión sobre la actitud colectiva jamaiquina hacia la homosexualidad en su blog desde que surgió en primer lugar el debate a principios de mayo, cuando el profesor jamaiquino Brendan Bain, que entonces era director de la Formación regional caribeña del VIH y el sida (CHART), ofreció su testimonio experto en el caso de Caleb Orozco en Belice, un hombre homosexual que demandó al fiscal general del país por la falta de constitucionalidad en la penalización de las relaciones homosexuales.
Bain declaró que “el riesgo relativo de contraer el VIH en Belice es significativamente mayor entre hombres que se acuestan con hombres (HSH) que en la población general” y apuntó que ese caso también se repite en “muchos otros países según los datos que hay disponibles, incluso en países que han derogado la ley que penaliza el sexo anal o en países donde se sigue aplicando la ley”. Las declaraciones de Bain enfurecieron a los miembros de la comunidad homosexual, que se sintieron como si estuvieran apoyando las leyes contra la homosexualidad.
Dos semanas después de su testimonio, el contrato de Bain con el CHART quedó sin renovación por parte de la Universidad de las Indias Occidentales de Jamaica, desencadenando un debate nacional sobre los derechos de los homosexuales. La gente se manifestaba contra la universidad y Bain interpuso una demanda por despido improcedente.
En su artículo, Miller reconoce que se han hecho algunos avances en el combate contra la homofobia en el país, pero todavía queda mucho por hacer:
Es bueno que ahora estemos dispuestos a alejarnos de las expresiones más extremas de homofobia. Es una señal de que, a pesar de todo, se está haciendo algún progreso en Jamaica. No obstante, la homofobia a la que debemos enfrentarnos ahora es una homofobia más sutil e interiorizada, pero que acaba haciendo daño a largo plazo. Y está tan arraigada que la damos por sentado. Ahora es cuando debemos enfrentarnos a esa homofobia, mientras siga existiendo en algunos de nuestros valores y también en nuestras leyes.
Más hacia el sur del archipiélago, en Trinidad y Tobago, el activista Brendon O’Brien afirma que el Caribe en general se está convirtiendo en blanco de los grupos cristianos antigay porque se está acrecentando el apetito de homofobia en los EE UU:
El lenguaje de la discriminación y el ostracismo presente en el ministerio antigay se está rechazando cada vez más y ahora la mitad de los estados del país están actuando contra la discriminación LGBT e incluso están proporcionando igualdad en el matrimonio. La buena noticia es que esto significa que allí están perdiendo terreno. Por el contrario, si usted es capitalista, sabe que eso significa que necesitaba encontrar nuevas tierras.
Y eso significa una nueva y completa desbandada para el Caribe y África como lugares donde se tendrá que seguir golpeando hasta la muerte al caballo de la homofobia.
O’Brien piensa que el verdadero poder está en manos del pueblo caribeño. O’Brien escribe: “Ahora depende de nosotros pedir que los evangelistas dejen de traer su excedente de odio a nuestros países… si el rechazo de la homofobia en los EE. UU. es un ejemplo, más tarde o más temprano dejaremos de comprar lo que el odio está vendiendo”.