Gitanos de Ucrania: marginados antes y durante la guerra.

| 25 marzo, 2022

La Vanguardia.- La comunidad gitana ucraniana sufre graves problemas de discriminación, ya sea dentro del país, a la hora de cruzar la frontera o en los lugares a los que llegan huyendo de la guerra.

Conductores de autobuses de la República Checa esperan en la frontera para recibir a los refugiados de Ucrania. Se niegan a que suban los gitanos, madres y niños romaníes que también son ucranianos y se encuentran atrapados entre la guerra y una discriminación histórica. “Solo están intentando aprovecharse”, son las declaraciones que, según Romea.cz, ofrecen estos conductores que hablan de “refugiados reales” para referirse al resto de ucranianos que no son gitanos.

Béla Rácz, miembro de la Conferencia Permanente Gitana (organización húngara que se ocupa de esta minoría en el país) y que ayuda a los refugiados romaníes que van a la ciudad fronteriza de Zahony, ofrece un testimonio similar: los refugiados llegan en autobuses distintos, “en unos los gitanos y en otros los “gadchés”, una forma de traslado dispuesta por la policía ucraniana, a lo que añade que “las madres gitanas son controladas por la policía húngara muchas veces, pero las madres no gitanas, no”.

Discriminación en las fronteras y mayor espera en las colas para huir de la guerra

La segregación en el transporte no es el único problema con el que se encuentran algunos de los gitanos ucranianos en las fronteras. Como indican desde la Unión del Pueblo Romaní, “los gitanos y gitanas son agredidos físicamente en los pasos fronterizos” y se enfrentan a una “mayor espera en las colas bajo las inclemencias del tiempo”.

En un testimonio recogido por Al Jazeera, Cristina, una mujer romaní de 41 años que fue trasladada al centro deportivo Manej Arena en Chisinau, Moldavia, cuenta cómo lo ha perdido todo después de que las bombas rusas destrozaran su casa en la ciudad de Járkiv. Al huir del país, explica que, antes de cruzar la frontera, tuvo que “pasar cuatro días esperando a la intemperie, sin nada de comida o agua”. Zeljko Jovanovic, director de la Oficina de Iniciativas Romaní de la Open Society, también ha denunciado esta discriminación en las fronteras.

Segregación en el alojamiento: separan a las familias gitanas ucranianas del resto de refugiados que también huyen del país

Sobre el alojamiento en los países de acogida, desde el Centro Europeo de Derechos de los Gitanos (ERCC por sus siglas en inglés), indican que las familias romaníes son “étnicamente segregadas en los centros de recepción”. Un caso ilustrativo es el del centro deportivo Manej Arena donde, además de Cristina, en torno a 600 refugiados romaníes han sido separados del resto y tienen que hacer frente “a la falta de comida, ropa caliente o medicinas”.

La política que está siguiendo Moldavia, según el ERCC, es la de “traer autobuses llenos de minorías étnicas desde la frontera con Ucrania, alojarlos en centros étnicamente segregados (a menudo en malas condiciones) y trasladarlos a la próxima frontera lo más rápido posible”.

Además, el ERCC añade que, «a menudo, los romaníes son enviados a la frontera sin ser informados sobre cómo funciona el proceso migratorio y a muchos se les rechaza por no tener la documentación adecuada».

No todos pueden irse. A la falta de información y documentación hay que añadirle, como indica Ana Segovia, directora del Departamento de Incidencia Social de la Fundación Secretariado Gitano, que muchos «se quedan en Ucrania porque no tienen medios para salir de sus entornos».

La población romaní es la mayor minoría étnica de Europa: en Ucrania son unas 400.000 personas

La población romaní constituye la mayor minoría étnica de Europa con una cifra de entre 10 y 12 millones de ciudadanos. En Ucrania, según un censo realizado por el Consejo de Europa en 2001, hay 47587 gitanos y gitanas. Aun así, de acuerdo con organizaciones civiles e internacionales, la cifra estaría, a día de hoy, en torno a los 400.000. Aunque algunos están bien integrados en la sociedad ucraniana, muchos tienen que hacer frente a grandes niveles de pobreza y discriminación, sobre todo los que se encuentran en la región de Transcarpatia, al oeste del país. «Es una población que está expuesta a situaciones de discriminación estructural muy grande», explica Segovia.

Más de 3,5 millones de personas han abandonado Ucrania desde que comenzara la invasión rusa el pasado 24 de febrero. La respuesta europea ha sido uniforme y países como Polonia, Hungría, República Checa o Eslovaquia los han recibido como a hermanos, desplegando todos los esfuerzos posibles. Pero no ha sido así para todos: algunos refugiados ucranianos gitanos, al igual que los estudiantes nigerianos o indios que huían de la guerra, son discriminados cuando cruzan la frontera y también en su país y en aquellos que los reciben. La mayoría son mujeres y niños, ya que a los hombres -sean romaníes o no- de entre 18 y 60 años, se les ha prohibido la salida del país y han tenido que quedarse a luchar.

La violencia en Ucrania contra la comunidad romaní ha incrementado desde 2018

En 2018, la violencia contra la comunidad romaní ucraniana se intensificó. Desde este año, según datos de la Comisión de Seguridad y Cooperación en Europa, se han producido ocho ataques a asentamientos gitanos en Ucrania con más de 150 víctimas.

Como cuenta la doctora y experta en el tema, Lucie Fremlova, el pasado 17 de octubre, «aproximadamente 50 radicales de extrema derecha fueron de puerta en puerta en la ciudad ucraniana de Irpin, coreando consignas de odio y llamando a la violencia contra los residentes romaníes locales; algunos llevaban antorchas. Pintaron con aerosol consignas de incitación al odio en la valla de una casa que pertenecía a una familia romaní».

En los últimos días, han aparecido en redes sociales y otros medios, fotografías que muestran a personas o familias en Lviv atadas a postes o farolas con cinta adhesiva y con la cara pintada de verde. Muchos denuncian que son familias gitanas que están siendo atacadas por ultranacionalistas ucranianos; otros dicen que todo es parte de la estrategia de propaganda de Putin para evidenciar que hay nazis en Ucrania y justificar su invasión.

Sea como sea, la comunidad gitana de Ucrania -y de otros países de Europa del Este- lleva años siendo marginada, desde el siglo XV (primera vez que se registra la presencia de gitanos en la zona), pasando por la esclavitud sufrida durante la época del Imperio Ruso o la criminalización con la que tuvieron que lidiar durante el orden soviético.

Ahora, además de con los bombaredos y la destrucción, tienen que lidiar con un racismo bélico, un racismo que se esconde detrás de la ilusión de impunidad que trae consigo la guer

HISTÓRICO

Enlaces internacionales