El ascenso de la ultraderecha alemana indica que el auge del populismo xenófobo no es un fenómeno pasajero en Europa

| 26 septiembre, 2017

MONTSERRAT RADIGALES. EL PERIÓDICO.- El pasado 15  de marzo, Europa respiró aliviada. Los pronósticos más aciagos, que auguraban el triunfo electoral en Holanda del Partido de la Libertad (PVV), la formación xenófoba que lidera Geert Wilders, no se cumplieron. La cancillera alemana, Angela Merkel, dijo que era «un buen día para la democracia» y el entonces presidente francés, François Hollande, afirmó que se había producido «una clara victoria contra el extremismo». Los titulares de la mayoría de la prensa europea no se quedaron atrás.¿Estaba justificada tanta euforia? Sí, si se compara con las expectativas creadas, que anunciaban que el PVV se convertiría en la primera fuerza del Parlamento. No, si se toma el resultado por sí mismo. El PVV obtuvo el 13,1% de los votos –cinco décimas más que el porcentaje obtenido el domingo por Alternativa por Alemania– y pasó a ser el segundo partido de la Cámara.

 

Lo ocurrido en Holanda, la derrota de Marine Le Pen en la segunda vuelta de las presidenciales francesas el pasado mayo y su pobre (aunque ascendiente) resultado en las legislativas de junio, así como las accidentadas (tuvieron que repetirse)  elecciones presidenciales austríacas en 2016 que concluyeron con la derrota del también ultra Norbert Hofer, motivaron que más de un analista considerara que la alarma que generó el auge de fuerzas populistas y xenófobas (la denominada «nueva extrema derecha» en multitud de países europeos era infundada.

LOS SÍNTOMAS

Pero no lo era. «Los elementos de fondo que explican la subida del populismo no se han resuelto y los síntomas son los mismos», señala Pol Morillas, investigador principal para Europa del CIDOB (Barcelona Centro de Asuntos Internacionales). «Es cierto que podíamos haber tenido una debacle, sobre todo si hubiera ganado Le Pen, y no ocurrió, pero eso no significa que los millones de personas que la votaron hayan resuelto sus problemas».

Morillas subraya que es un error adscribir el ascenso de Alternativa por Alemania a una sola causa. «Los estudios de motivación del voto situaban la cuestión de la inmigración y los refugiados en cuarto lugar, detrás de la educación o los servicios sociales. Los populistas dan cobijo a un descontento bastante extendido en la sociedad y expresan un sentimiento de ‘las élites contra el pueblo’, cogen elementos de ideologías varias y adaptan su agenda al contexto que les interesa».

El ascenso de Alternativa por Alemania (AfD) ha vuelto a encender la luz de alarma en Europa y el impacto que puede tener en la UE no es desdeñable. «Marcará mucho la agenda» en Alemania, motor de la UE. «También será importante ver qué Gobierno se crea porque los liberales pondrán un freno importante a muchas de las reformas que pide Macron. La política europea estará más encorsetada y la reforma será más difícil», subraya Morillas.

El verdadero triunfo de los movimientos xenófobos es que, en ocasiones, su discurso impregna a los partidos tradicionales. «La normalización de su discurso político hace que a veces estas fuerzas populistas ganen sin ganar», concluye el experto del CIDOB.

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