El antisistema Lanza abandonó a su víctima ahogándose en sangre tras reventarle el cráneo

, , | 9 septiembre, 2020

Los policías que acudieron relatan la agonía de Víctor Laínez tras ser atacado por el antisistema, que lo consideró un «fascista». La ya tenía identificado a Lanza en Zaragoza por su activismo antisistema, ultraizquierdista y okupa

ROBERTO PÉREZ. ABC.- El antisistema Rodrigo Lanza abandonó a su víctima, Víctor Laínez, ahogándose en sangre tras reventarle el cráneo, según relataron ayer, durante el juicio, los policías que intervinieron. Cuando llegaron, se encontraron a Laínez inconsciente, agonizante. Explicaron que tuvieron que hubo que darle la vuelta al cuerpo para que no se ahogara con su propia sangre, que estaba totalmente inconsciente y que llegó a entrar en parada cardiorrespiratoria.

«Su cabeza sangraba por todas partes», coincidieron en indicar tanto los policías que acudieron al lugar como el dueño del bar «El Tocadiscos» de Zaragoza, en el que se produjeron los hechos, en la madrugada del 8 de diciembre de 2017. Lanza se enfrenta a una petición de 25 años de cárcel por asesinato agravado, acusado de haber matado a Víctor Laínez (55 años) por llevar unos tirantes con los colores de la bandera de España y considerarlo un «fascista». No se conocían. Se cruzó con él en ese bar aquella noche, lo derribó de un fuerte golpe y le pateó la cabeza cuando yacía inconsciente. Lanza dijo ayer que lo hizo arrebatado por el «miedo».

Un policía que llegó al lugar nada más ocurrir los hechos explicó el espeluznante estado en que Lanza abandonó a su víctima. «Los ojos prácticamente le salían de las órbitas, respiraba muy poco, sangraba por la boca, por los oídos, por todas partes». Y los sanitarios, que acudieron de inmediato, «tardaron más de 20 minutos en estabilizarlo». Jamás despertó. Nunca salió del coma y murió en el hospital.

Lanza se marchó del lugar y tardó tres días en ser detenido. Cuando lo arrestaron calzaba unas zapatillas de deporte en las que se encontraron restos de sangre de Víctor Laínez, según se indicó también ayer, durante el juicio.

Accidentado interrogatorio

En la sesión de este martes declararon, además de tres policías y el dueño del bar, los tres jóvenes con los que Lanza estaba en el bar tomándose unas copas –dos chicas y un chico-. Todos ellos lo hicieron después de que declarara Rodrigo Lanza, que solo respondió a las preguntas de su abogado, Endika Zulueta. Fue en un accidentado interrogatorio por la irritación de la magistrada que preside el tribunal del jurado, María José Gil Corredera. La juez espetó un sonoro «si pudiera, me marchaba» tras un rifirrafe con el letrado Zulueta, con el que mantuvo un rifirrafe tras reprenderle por excederse en el interrogatorio.

Tras ese incidente llegaron los testigos. El abogado del antisistema no consiguió sostener la versión exculpatoria de su cliente con el testimonio de esos tres jóvenes, que entraron en contradicciones entre sí a la hora de referirse a cómo se desarrolló la mortal agresión y que incluso negaron o no refrendaron algunas partes de la versión dada por Lanza.

El amigo del antisistema que testificó ayer llegó a reconocer que el Rodrigo Lanza «estaba fuera de sí» cuando pateó a su víctima, que le gritó que parara su agresión, y que el crimen no habría ocurrido «si nos hubiéramos marchado» del bar. También negó que fuera el fallecido quien inició el mortal encontronazo. Dijo que él no vio que Laínez le hiciera gesto alguno al antisitema para llamar su atención, que ese hombre estaba en la barra sin más y que fue Rodrigo Lanza quien se acercó a él después de que entre ellos hablaran entre sí de que la víctima, en su opinión, era un «fascista» que vestía tirantes con los colores de la bandera de España.

Señalaron a la víctima como «fascista»

En cuanto a la navaja que Rodrigo Lanza sigue insistiendo que llevaba su víctima, y que jamás apareció, los policías isubrayaron que revisaron en profundidad la escena del crimen nada más producirse la pelea, que fue acordonado el lugar de inmediato, que nadie pudo acceder a retirar ningún objeto sin el control policial y que no hubo ni rastro de tal supuesta arma. Además, se puso de manifiesto en el juicio que Lanza no tenía herida alguna o corte de navaja o cuchillo en sus manos ni en cualquier otra parte de su cuerpo, lo que no encaja con su versión de que su víctima le había atacado con arma blanca y que habían forcejeado.

Entre los policías que testificaron ayer se encontraba la jefa de grupo de la Brigada de Información de la Policía Nacional de Zaragoza. Aseguró no tener duda alguna de que fue un asesinato por omtivos ideológicos, a tenor de las circunstancias en qu ese produjo. Relató que tanto la autopsia como las declaraciones de los testigos que estaban en el bar coincidieron en que Lanza atacó a su víctima por la espalda, sin darle opción alguna a reaccionar y defenderse, que se aplicó contra él con ensañamiento y que lo hizo por motivos ideológicos. Lo mismo ratificó ayer mismo el dueño del bar en el que se produjeron los hechos, que fue testigo directo.

El lunes, en la primera sesión del juicio, el abogado del antisistema presentó a su cliente como un ciudadano «normal», pacífico, que vivía de alquiler y trabajaba. Sin embargo, la jefa de grupo de la Brigada de Información dio una descripción bien distinta: Lanza era muy conocido por los agentes de esa brigada, había llegado a Zaragoza tras ser condenado en Barcelona a cinco años de cárcel por dejar tetrapléjico a un policía local en unos disturbios y estaba plenamente identificado en la capital maña como «un conocido activista de movimiento antisistema y okupa», que de hecho vivía en un edificio que había sido «okupado», que era asiduo de círculos de extrema izquierda y de concentraciones de esa índole.

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