La regidora de San Bartolomé de Béjar (Ávila) debe pagar 900 euros al matrimonio. La pasada Semana Santa la condenada se presentó en su casa con otras diez personas. Los denunciantes dicen haber recibido insultos desde que se instalaron en el pueblo.
JOAQUÍN VERA. EL MUNDO.- «Maricones de mierda, voy a por vosotros». «Os vais a enterar mariconazos». «Os doy dos hostias y os parto la cabeza». Estas son solo tres frases de la retahíla de insultos que tuvo que soportar una pareja homosexual en boca de la alcaldesa ‘independiente’ (AISB) de San Bartolomé de Béjar (Ávila), Montserrat Hernández, y por las que ha sido condenada ésta por cuatro faltas de amenazas e injurias.
Según consta en la denuncia, la alcaldesa y su ‘mano derecha’ en el pueblo, Moisés Díaz-Montenegro, se acercaron, copas de vino de por medio, a la casa que la pareja denunciante tiene en el pueblo abulense junto a otra decena de vecinos y empezaron a increparlos, llegando a entrar en el propio domicilio.
Una versión que niegan los denunciados, si bien reconocen, tal y como se recoge en el escrito, «se acercaron al domicilio de los denunciantes en compañía de más personas con el fin de recriminarles que les hubieran sacado una foto».
Un relato al que la magistrada del Juzgado de Instrucción nº1 de Piedrahita no da ningún tipo de credibilidad ya que da por probada la versión de los denunciantes y condena a Hernández y Díaz-Montenegro como autores de faltas por coacciones, amenazas e injurias, imponiendo por cada una de ellas la pena de multa de 15 días a razón de una cuota diaria de 15 euros.
Con esta sentencia ‘gana la libertad’
El matrimonio ha recibido la sentencia «con satisfacción porque se ha demostrado nuestra versión contra la de unos testigos falsos» y consideran que esta sentencia sirve para «que gane la libertad de las minorias: sexuales, raciales o de cualquier tipo»:
«No entendíamos la razón, desde tiempo atrás nos insultaban por la calle el grupo próximo a la alcaldesa preguntándonos quién es el hombre de la relación o cantándonos canciones homófobas», explica a EL MUNDO Juan Carlos Bajo.
Unas actitudes que, según relata la pareja, no son la tónica general en este pueblo de Ávila de poco más de 50 habitantes. «Siempre nos han tratado bien en general, sólo es la inquina de la alcaldesa desde que llegamos», afirma Bajo.