ABC.- El pasado 23 de septiembre, Valentina Tius, una joven milanesa de 25 años con distrofia muscular, se vio obligada a cancelar su viaje a Riga, Letonia, tras ser rechazada por Ryanair pocas horas antes de su vuelo. La joven, que se desplaza con la ayuda de una silla de ruedas eléctrica, había cumplido con todos los requisitos exigidos por la aerolínea al proporcionar con antelación las especificaciones de su dispositivo de movilidad. Sin embargo, a última hora, la compañía le notificó que su silla de ruedas excedía las dimensiones permitidas para ser transportada en bodega.
Valentina había reservado su billete con antelación el 5 de septiembre, y el 8 de ese mismo mes, proporcionó a Ryanair la información detallada sobre el tamaño, el peso y las especificaciones de la batería de su silla de ruedas. No obstante, el 22 de septiembre, tan solo unas horas antes de su vuelo desde el aeropuerto de Orio al Serio en Bérgamo, recibió un correo electrónico de la aerolínea en el que se le informaba que no podía embarcar debido a que su silla de ruedas excedía las dimensiones permitidas.
La joven se mostró frustrada y decepcionada por la falta de comunicación y la tardanza en el aviso. «Hubiera sido suficiente con que me lo dijeran antes para poder reprogramar el viaje. Esto es una discriminación», expresó Tius. Su vuelo formaba parte de un proyecto europeo de formación para jóvenes con discapacidad, y la cancelación de última hora le impidió participar en las actividades educativas previstas en Letonia.
El modelo de negocio de las aerolíneas de bajo coste suele esconder una larga lista de condiciones que rozan el límite de lo razonable
La Liga por los Derechos de las Personas con Discapacidad (LEDHA), que apoyaba a Valentina en su participación en el proyecto, calificó el incidente de «inaceptable» y denunció el trato recibido por la joven. «Ryanair había sido informada con suficiente antelación sobre las características de la silla de ruedas, pero le denegaron el embarque a última hora, lo que impidió que pudiera encontrar alternativas. Este no es solo un problema personal, sino un claro ejemplo de la discriminación hacia las personas con discapacidad», señaló la organización.
Desde Ryanair, se indicó que las dimensiones de la silla de ruedas de Valentina excedían el límite máximo permitido de 81 cm de altura, especificado en las políticas de la compañía. Según la aerolínea, la silla de ruedas de Tius medía 122 cm de alto, lo que impidió su aceptación para el vuelo. Sin embargo, la joven había confirmado estos detalles con antelación, lo que plantea interrogantes sobre la eficacia del proceso de comunicación de la aerolínea.



