Yacine, 20 años, coruñesa: «La última agresión racista la sufrí en febrero al salir de una discoteca»

| 4 junio, 2020

Zinthia, Samba y Yacine sienten dolor y tristeza ante la muerte de George Floyd, pero quieren visibilizar que por desgracia esa realidad no es lejana, sino que está presente en nuestro país y en Galicia, donde residen. «Los negros seguimos discriminados y violentados»

SANDRA FAGINAS. LA VOZ DE GALICIA.– Zinthia, Samba y Yacine sienten tanto dolor e impotencia que incluso en estas circunstancias en las que volvemos una vez más a tener que hablar de racismo se les agotan las palabras. «¿Para qué sirve el diálogo?», me dice Samba. «Seguimos siendo tratados como en la época de la esclavitud», repite, «en pleno el siglo XXI vemos de nuevo cómo se nos apalea, se nos asesina a manos de los policías blancos en Estados Unidos y lo único que sientes es una tristeza terrible». Samba lleva ocho años viviendo en Galicia, ahora está trabajando en Gadisa, en Betanzos, y reconoce que aunque en general la vida aquí es tranquila, ha tenido que aguantar comentarios muy desagradables.

«La gente te trata como a una mascota, no te miran con ojos de humano. De pronto notas que te tocan el pelo, o que te hacen cualquier comentario feo, como si pudieran invadir tu espacio por el simple hecho de ser negro, y luego sí, te piden disculpas o te aclaran que era una coña». Esas gracietas son tan odiosas como los constantes ataques que padecen en otros ámbitos. «A mí me preguntan si en Senegal, donde yo nací, hay coches; o si hay aviones, en un intento de empequeñecer y ridiculizar mi mundo, aunque sea el reflejo de pura ignorancia», cuenta Samba.

Zinthia es periodista y en ese hartazgo por repetir siempre lo mismo pone la llaga en los medios de comunicación a los que responsabiliza no solo de un uso de lenguaje racista sino de un trasfondo absolutamente racista. «Esta semana se han aportado datos sesgados que criminalizan a los negros en Estados Unidos», apunta.

Para Zinthia el racismo es estructural, afecta al sistema y merece un debate intenso. «Mirarnos a nosotros mismos por dentro y reflexionar por qué nos movilizamos ahora con indignación por un suceso de Estados Unidos cuando aquí mueren violentamente negros todos los días en el mar. Hay personas que por ser negras con una dirección cultural diferente a la hegemónica en España se siguen muriendo en el mar, en nuestras playas, con el beneplácito de todos y la complicidad del Estado. Y nadie se indigna. Y nadie sale a la calle a decir basta ya. Es la hipocresía en la que vivimos. Nos afecta aquello que vemos lejos, en Estados Unidos, porque con lo que tenemos aquí giramos la cabeza para otro lado, no hacemos caso a las noticias próximas y no vamos al fondo de la cuestión. Pero eso tiene también mucho que ver con cómo somos en España que aún vemos a Estados Unidos como una potencia». Con todo el dolor y la tristeza, Zinthia asegura que «los cuerpos negros todavía hoy son discriminados, y que ha habido casos también de denuncias por cómo se les ha tratado en algunas detenciones en España, con violencia, pero que no se han visibilizado».

 RACISMO EN EL COLEGIO

Esa es una de las cuestiones que pone sobre la mesa Yacine, que con solo 20 años, tiene muy claro que ha sufrido racismo desde que era pequeña. «Yo supe que era negra en cuanto puse un pie en el colegio. Antes no tenía ni idea de esa realidad». Ella quiere recordar a los que han muerto en nuestro país aún no hace tanto tiempo. «En marzo del 2018 Mame Maye fue asesinado en Lavapiés por violencia policial. Y el 1 de julio del 2019, Ilias Tahiri murió asfixiado en un centro de menores de Almería. Son solo dos casos similares a los de George Floyd en Estados Unidos, han sucedido en nuestro territorio, pero no se ha montado este revuelo, hay muchas injusticias racistas y en los CIES, los centros de internamiento de extranjeros se sabe que hay una violencia terrorífica, son peores que las cárceles».

Yacine habla sin tapujos de cómo ha ido descubriendo su racialidad y cómo ha tenido que trabajar en defensa de sí misma. «He pasado por muchas fases para entender cómo me afectaba el racismo. De niña te marcan como negra, me insultaban en el cole con esa palabra, y se metían con mi pelo, me señalaban con eso. Pero también noté el racismo cuando descubrieron que mi madre era blanca, porque entonces de alguna manera me aceptaban mejor, de pronto me decían cosas del tipo: ‘Bueno, es que tú no eres tan negra’; como si la negritud fuera un grado de algo mejor o peor». No sobra decir en este caso que Yacine es gallega, de A Coruña, del Ventorrillo, pero aún hoy tiene que explicar una y otra vez de dónde es.

«NEGRA, VETE A TU PAÍS»

«Estoy en el tercer año de la universidad y soy la única negra de mi curso, pero no hay año en que no me pregunten por mi lugar de procedencia o si hablo español… ¡Español y gallego!», se indigna Yacine, que ha sufrido, dice, más el racismo de pequeña. «Una vez estaba jugando en el parque y un hombre me gritó: ‘Negra, vete a tu país’. Me quedé paralizada», relata. Claro que hace poco, estos carnavales, al salir de una discoteca oyó cómo un tipo decía: «‘Entramos ahora que sale esta negra, poniendo cara de asco’. ‘Negra’ o ‘negra de mierda’ se lo han espetado a la cara, pero hay otro racismo que también le ha dolido.

«Muchas veces tu propio grupo de amigos hace chistes, comentarios que a ti te duelen y cuando te plantas te llaman exagerada. Eso ha hecho que haya tenido que alejarme de alguna gente, que no entiende ni lee ni escucha ni tiene el más mínimo interés por ver cómo afecta la racialidad». Lo dice quien ha soñado de niña con tener una Barbie negra y quien se preguntaba por qué no había pelis de Disney en que la princesa fuera negra. «Yo quería un bebé negro para jugar, pero entonces no los había».

Esa diversidad cultural es la misma que reclama Zinthia: «La necesidad de entender la diversidad cultural o la étnico-racial no es una cuestión de personas con diferentes colores de piel o texturas de cabello, no. La diversidad cultural es un cuestionamiento político al sistema que nos está llevando a pensar que las cosas son homogéneas, y que si se salen de esta idea, no están bien», concluye. «Estamos hablando de un racismo que ha calado en la sociedad sutilmente y limita a las personas que no responden a la diversidad que se cree que en España es predominante».

«Alguien que mata a alguien, ¿cómo lo tratamos?», cuestiona en voz alta Samba. ¿Es el poli que mató a George Floyd humano?», «pero para mí la única pregunta que hay es: «¿Y si fuera al revés, qué hubiera pasado si un negro hubiera asfixiado a un blanco?».

GLADYS VÁZQUEZ

Fama Fedior, una universitaria de A Coruña que llegó con su familia a Galicia desde Senegal cuando tenía seis años, cuenta en las redes sociales lo que denomina como «microrracismos». Lo hace a través de un vídeo cuyas visualizaciones no dejan de multiplicarse

«Me molesta que se diga que en España no hay racismo». Así comienza un vídeo de seis minutos en Instagram que acumula decenas de miles de reproducciones. Su autora, es una joven de solo 20 años, Fama Fedior. Una mujer negra, que se siente tan senegalesa como gallega, que ha querido poner a muchos los puntos sobre las íes. 

Fama narra en esa grabación situaciones que vive en su día a día que denomina «microrracismos».  «Me preguntan si me quemo con el sol. Claro, es que tengo piel, les digo. En la universidad, el profesor te pregunta si hablas español. Pues la verdad es que no viene a nada. Tampoco puedes hacerle a un negro el típico comentario de ‘hueles a negro’. Pero, de verdad, ¿cómo huele un negro?» Estas son solo algunas de las arrolladoras frases que dice Fama, que aclara que esa grabación no vino motivada por el conflicto que se está viviendo estos días en Estados Unidos. Ella lo publicó el 24 de mayo, pero sus visualizaciones no dejan de multiplicarse.

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