Supervivientes de Auschwitz: ¿cómo lo consiguieron?

, | 1 diciembre, 2017

Cuando Primo Levi o Viktor Frankl escribieron sus crónicas nada más salir de la traumática experiencia no les hizo caso prácticamente nadie

JULIO MARTÍN ALARCÓN. EL CONFIDENCIAL.- Ninguna imagen previa que se tenga en la mente de documentales, películas o fotografías sustituyen la enormidad y desolación que te produce pisar las ruinas de lo que una vez fue Auschwitz; el mayor centro de exterminio de seres humanos de la historia de la Humanidad. Sencillamente inabarcable, casi imposible de procesar. Cuando después de la visita de cuatro horas bajo la lluvia y el intenso frío llegué a mi habitación en Cracovia tras luchar con un Fiat de alquiler y las carreteras de Polonia, tenía un DM en mi bandeja de Twitter. Me dolía la garganta, estábamos en abril pero una repentina ola de frío hizo inútil mi gabardina para la lluvia de primavera: me estremecí de nuevopensando en las condiciones de incomprensible tortura que sufrieron en el campo.

El mensaje lo escribía Icíar Palacios, de la empresa Musealia. Me pedía colaboración para un pequeño detalle sobre una gran exposición que estaban preparando. Concretamente sobre Auschwitz. Me quedé unos minutos demudado, no por la pura casualidad, sino por la osadía del proyecto. Seguía aturdido por lo que acababa de presenciar. Mi aportación consistía en unos detalles minúsculos sobre la historia de Ángel Sanz Briz y quedamos en hablar cuando volviera. Lo que me daba vueltas después de lo que había presenciado era que una empresa española iba a acercar de alguna forma Auschwitz a Madrid.

¿Cómo se puede explicar algo que escapa a la concebible? El filósofo y escritor Carl Amery planteó que el Tercer Reich constituye una crasa negación de la racionalidad o del propio proceso histórico. Cuando hablé con Luis Ferreiro director y fundador de Musealia, le pregunté cómo se le había ocurrido adentrase en algo tan delicado y complejo. Me explicó que en 2008 su hermano falleció de muerte súbita. Como remedio para el dolor su novia entonces le regaló ‘El Hombre en busca de sentido’ de Viktor Frankl, y aunque tardó un año en abrirlo, las memorias del psiquiatra y superviviente de Auschwitz le implantaron la idea de contar en una exposición la atrocidad del campo de exterminio.

Sobrevivir a toda costa

Precisamente Frankl y otros escritores como Primo Levi fueron los primeros en plasmar lo que significó sobrevivir al horror de Auschwitz. Sorprendentemente, cuando escribieron sus crónicas nada más salir de la traumática experiencia no les hizo caso prácticamente nadie. Por ejemplo, Viktor Frankl tardó en despojarse de su intimidad en la dureza del campo en nueve días de intenso trabajo. Su libro ‘El hombre en busca de sentido’ apareció en 1946, con una minúscula tirada que tuvo éxito pero cuando hicieron una segunda más ambiciosa la obra pasó desapercibida. Se vendieron novecientas copias en diez años.

Montaje de textiles para la exposición sobre Auschwizt de Madrid
Montaje de textiles para la exposición sobre Auschwizt de Madrid

Le siguió una edición en inglés años más tarde también con escaso éxito. En 1955, Primo Levi, otro gran cronista de lo que fue Auschwitz, quien había publicado el clásico ‘Si esto en un hombre’ (1947) escribía: “Hoy día es de mal gusto hablar de los campos de concentración (…) el silencio se impone”. Tal y como recoge Klaus Wachsmann en ‘KL, Una historia de los campos de concentración nazis’, Crítica, (2015), pasados diez años de la guerra los campos habían quedado marginados, no porque los supervivientes fueran incapaces de hablar, sino porque el gran público no quería escuchar.

Puede que se debiera a detalles como los que relata el psiquiatra Frankl: “Se hacen una idea equivocada de la vida en un campo de concentración, mezclando sentimentalismo y compasión.(…) Todos éramos conscientes de que había que encontrar otra víctima para sustituir el número borrado; la cantidad estipulada de trasladados no podía alterarse. Seguir vivo exigía la muerte de otro (…) En general lograban sobrevivir solo aquellos prisioneros que, endurecidos tras años de deambular por distintos campos, habían perdido todos los escrúpulos en su lucha por la supervivencia, y para salvarse recurrían a cualquier medio, honrado o deshonroso, sirviéndose incluso de la fuerza bruta, el robo o la traición a sus amigos”.

Recorrido

La cuestión ahora es diferente. Películas, series, documentales han difundido el Holocausto de forma desigual. Lo cierto es que el propio campo de Auschwitz está todos los días lleno. Para Ferreiro y el equipo que formo con el experto y comisario jefe Robert Jan Van Pelt además de Michael Berenbaum, Paul Salmons, el equipo de historiadores del Museo Estatal de Auschwitz-Birkenau y la colaboración del Yad Vashem de Israel y el Museo del Holocausto de Estados Unidos, el reto es contar con rigor lo que fue Auschwitz.

Trabajaron desde 2014 para corregir conceptos erróneos, leyendas o mitosque existen en torno a esta historia y explicar los básicos. El objetivo es generar interés después y que se profundice en la historia Para ello el recorrido se hace con audioguía, una especie de guión de película que te lleva por las salas y los objetos aunque con cierta libertad, a diferencia de la anterior exposición de Musealia, ‘Titanic’: “Hay más libertad en este caso para que la persona decida que o que no quiere explorar, además de la narración hay mucho texto en las paredes: para las diferentes voces, que era necesario. Son testimonios de muchos personas y de diferentes procedencias”, según Ferreiro.

Los kapos

Muchos de ellos fue porque llegaron tarde al campo, en el último año y superaron la selección, en esa época la mayoría de los deportados iban directamente de los trenes a las cámaras de gas de Auschwitz-Birkenau. Al estar menos tiempo pudieron soportar las condiciones infrahumanas. La urgencia de narrar lo inenarrable, explica Wachsmann se agudizó aún más tras la liberación, pues muchos de los supervivientes lucharon por describir crímenes que parecían superar al lenguaje y desafiar a la razón”. Tal y como plasmó Primo Levi: “Entonces por primera vez nos damos cuenta de que nuestra lengua no tiene palabras para expresar esta ofensa, la destrucción de un hombre. En un instante, con intuición casi profética, se nos ha revelado la realidad: hemos llegado al fondo. Más bajo no puede llegarse: una condición humana más miserable no existe, y no puede imaginarse. No tenemos nada nuestro: nos han quitado las ropas, los zapatos, hasta los cabellos; si hablamos no nos escucharán, y si nos escuchasen no nos entenderían”.

Alambrada de Auschwitz en la exposición de Madrid. (EFE)
Alambrada de Auschwitz en la exposición de Madrid. (EFE)

Entre los pocos que superaron Auschwitz se encontraban también los kapos, los otros supervivientes: prisioneros que tenían ciertos poderes sobre sus compañeros por desempeñar funciones oficiales de las SS algunos de los cuales eran también judíos. “Qué agradecido me sentía de mi nombramiento como médico privado de «su señoría» el kapo, y de poder caminar a su lado en la primera fila a un paso regular! También recibía otro pago adicional por mis servicios: cuando se repartía el plato de sopa, al llegar mi turno, el kapo metía el cacillo hasta el fondo para pillar unas pocas alubias”, explicaba Viktor Frankl.

El comportamiento de los Kapos variaba, muchos los definieron como bestias peores que los propios SS, pero en definitiva ellos también eran víctimas o esa fue la terrible experiencia a la que tuvieron que enfrentarse después en Israel cuando se juzgó a algunos de ellos. La perversión nazi había llevado a extremos inimaginables el comportamiento humano. La realidad es que Auschwitz “anulaba cualquier capacidad de juicio moral” según Levi.

Los objetos

La contemplación de cada objeto relacionado con Auschwitz estremece solo por intuición pero adquieren un significado único e imborrable cuando se adentra en su historia. Es común ver los miles de zapatos desperdigados como símbolo del abandonos de la desaparición de sus dueños, retorcidos, amontonados, pero su papel era crucial. Levi lo describió así: “La muerte empieza por los zapatos: se han convertido, para la mayoría de nosotros, en auténticos instrumentos de tortura que, después de las largas horas de marcha, ocasionan dolorosas heridas las cuales fatalmente se infectan. Quien las padece está obligado a andar como si tuviese una bala en el pie”.

Más de 600 objetos originales en el Centro de Expociciones Arte Canal. (EFE)
Más de 600 objetos originales en el Centro de Expociciones Arte Canal. (EFE)

Mientras que Frankl escribió que “veía, impertérrito, cómo arrastraban a un muchacho de doce años que había sido obligado a permanecer en posición de firme varias horas, o a trabajar a la intemperie, bajo la nieve, con los pies desnudos porque no había zapatos para él en el almacén. Tenía congelados los dedos y el médico le arrancaba, con unas tenazas, uno a uno, los muñones gangrenados.”

Necesitamos narrativas, exposiciones como ‘Auschwitz. No hace mucho. No muy lejos’ que nos lo expliquen, que nos desgranen los hechos y los detalles, aunque nos sea casi imposible comprenderlos.

 

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