Sin espacio en España para la nueva derecha populista

, | 26 diciembre, 2017

ISABEL M. RUIZ. EL MUNDO.- La nueva derecha populista busca recovecos por los que colarse en Europa y los está encontrando con cierto acierto. Le Pen en FranciaWilders en Países BajosKaczynski en Polonia o Michaloliakos en Grecia son una muestra de cómo estas formaciones están haciendo temblar el continente a base de xenofobia, eurofobia y populismo. Con una excepción: el otro lado de los PirineosEspaña y Portugalson la incógnita que rompe una ecuación que cada vez encuentra más soluciones.

Pese a la recesión, la crisis de los partidos tradicionales, los escándalos de corrupción y la llegada de inmigrantes, España ha escapado, hasta el momento, a este fenómeno. Algunas características particulares del país son importantes en este sentido -el recuerdo del franquismo o la fragmentación de las formaciones de extrema derecha-, aunque hay algo sustancial que puede explicar el caso particular español: la agenda política es diferente a la que han usado estas formaciones para acaparar el discurso y lograr votos en Europa.

Actitud ante la inmigración

Si hay un elemento común entre la derecha radical populista es la férrea oposición a la inmigración. Carmen González, investigadora principal del Real Instituto Elcano, sostiene que es el motivo que «les ha dado el empujón». «No queremos perder Alemania por una invasión de extranjeros de diferentes culturas», defendía hace unos meses Alexander Gauland, cocandidato a las elecciones en las que su partido, Alternativa para Alemania (AfD), logró posicionarse como tercera fuerza política en el Bundestag. González señala que la inmigración no está entre los problemas más importantes a los que se enfrenta España en opinión de los ciudadanos y el CIS de octubre lo ratifica: aparece en la 15ª posición.

El profesor de Sociología de la Universidad de OviedoHans Peter van den Broekapunta también al particular perfil de este fenómeno en España: la inmigración aquí es de «primera generación», mientras que donde se producen problemas de convivencia es en comunidades autóctonas con jóvenes de tercera o cuarta generación que no se sienten integrados.

Europeísmo

España es también una excepción en el sentimiento europeísta. Los partidos de derecha populista han abanderado un discurso antiglobalización y reacio a todo lo que representa la UE. «Ha llegado la hora de la confrontación democrática entre los patriotas y los mundialistas», dijo Marine Le Pen, líder del Frente Nacional, la formación de ultraderecha que consiguió pasar a la segunda vuelta de los comicios franceses. En un mitin, Le Pen aventuró que en su presidencia vería la muerte de la UE, el fin de la globalización y el desenmascaramiento del multiculturalismo.

Frente a todo esto, los españoles parecen sentirse muy cerca de Europa. En el Eurobarómetro de primavera, un 75% de los encuestados decían sentirse ciudadanos de Europa -siete puntos por encima de la media del continente- y sólo un 16% señalaba que Europa tiene una imagen negativa. «El sentimiento antieuropeo aquí no es fuerte, y si lo fuera, no sería por la pérdida de soberanía nacional, sino por las políticas de austeridad», apunta Van den Broek.

El populismo de izquierdas

Los expertos también resaltan la importancia del 15-M y la irrupción de Podemoscomo elementos que han canalizado la pérdida de confianza de los votantes por los partidos políticos y la democracia en general. «En España no existe una formación de extrema derecha porque existe Podemos» es una afirmación del propio secretario general del partido morado, Pablo Iglesias.

«Los perdedores de la crisis optaron por Podemos», asegura Fernando Vallespín, catedrático de Ciencia Política en la Universidad Autónoma de Madrid, ratificando que en España la respuesta al descontento ha llegado desde la izquierda. Los signos de una reacción desde el polo ideológico opuesto han sido muy leves, como la aparición de Hogar Social, una asociación que proporciona comida, ropa y alojamiento a las víctimas de la crisis, pero únicamente a las españolas.

El recuerdo del franquismo

Una de las explicaciones más recurrentes cuando se trata de justificar la ausencia de una respuesta populista de derechas a la crisis en España es la herencia del franquismo o, en su versión crítica, la capacidad aglutinadora del PP, partido en el que se esconderían los miembros reaccionarios de la sociedad.

«Los países donde no hay partidos políticos de extrema derecha son aquellos que han experimentado mucho tiempo el fascismo», afirma Vallespín. El que fuera entre 2004 y 2008 presidente del CIS argumenta que Aznar afianzó el voto de la UCD para el PP y que el «franquismo sociológico» siempre ha sido de este partido. González explica por su parte que el PP no puede considerarse, a diferencia de su predecesor, como heredero del franquismo, pero la inexistencia de un partido alternativo relevante en la derecha convierte a los populares en la formación favorita de los nostálgicos de esa época.

Otro de los argumentos que surgen a raíz de la herencia franquista es el nacionalismo ausente. Tanto Vallespín como González opinan que la extrema derecha en España es muy reducida. En una escala de 1 a 10, en la que 1 es la extrema izquierda y 10 la extrema derecha, un 14,6% de los españoles se coloca en posiciones más cercanas a la derecha (7,8, 9 y 10), mientras que más del doble, un 36,4%, se sitúa en las cuatro posiciones más cercanas a la izquierda (1, 2, 3 y 4). Los datos ratifican lo defendido por la profesora de la Uned: «El electorado español está en el centro, sobre todo orientado hacia la izquierda y por eso queda poco hueco para un partido de extrema derecha».

Sin partidos sólidos

En 2003, Plataforma per Catalunya irrumpió con un mensaje que llamaba al control de una inmigración desmesurada y a aumentar la seguridad pública. En 2011, el partido logró 67 concejales en localidades catalanas en las elecciones municipales y 75.000 votos (un 2,4%) en las elecciones autonómicas. Un año antes de su aparición, en 2002, se constituyó España 2000, un partido vinculado a antiguos grupos de extrema derecha falangista. En 2015, España 2000 ganó siete concejales en cuatro localidades próximas a Madrid y uno en una de la provincia de Valencia. Ambas formaciones se unieron en 2016 en la plataforma Respeto, que no ha tenido ningún recorrido político.

El «primer proyecto ambicioso de crear un partido destinado a recoger el voto a la derecha del PP pero sin resonancias con el franquismo» es, según señala González, Vox. La formación, liderada por Santiago Abascal, se quedó en las elecciones europeas de 2014 a 15.000 votos de lograr un escaño. Según el último barómetro del CIS, Vox obtendría el 0,2% de los votos en unos próximos comicios nacionales, la misma proporción que logró en junio de 2016, con 46.781 votos.

La crisis en Cataluña

El pasado octubre, la formación consiguió en sólo dos horas los 20.000 euros que el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña les exigía para personarse como acusación particular en las causas abiertas contra el Gobierno de la Generalitat y contra los miembros de la Mesa del Parlament por el proceso independentista. Vox ha querido ver en este caso una coyuntura perfecta para arañar votos al PP. Abascal se ha referido al Gobierno como una «estatua de sal petrificada» y le ha reprochado su inacción ante el independentismo.

Sin embargo, los expertos no creen que la crisis catalana pueda abrirle a Vox las puertas del electorado. «Si el PP y Ciudadanos acabaran haciendo importantes concesiones a Cataluña, podría haber un espacio para Vox, pero no creo que se dé el caso», explica Vallespín. La experta del Instituto Elcano tampoco ve posible este caso, aunque admite que algo puede ocurrir si los grandes partidos no saben asumir la causa de la unidad territorial frente al secesionismo. Algo que, remarca, hasta ahora sí han hecho, a excepción de Podemos, «que juega a la ambigüedad y está siendo penalizado».

Para ambos, el conflicto catalán ha servido como elemento de liberación. Vallespín señala que la extrema derecha se siente «más valiente», pero no porque sea más fuerte, sino porque «la expresividad antindependentista le da cobijo». González pone por su parte el foco en cómo esta coyuntura «ha liberado un sentimiento de españolidad» que hará que los discursos de los partidos mayoritarios se modifiquen para adaptarse a ello. Niega, no obstante, que esto se pueda traducir en un movimiento de los partidos hacia el populismo y habla en su lugar de la defensa del territorio español. «Exhibir la bandera española no puede ser considerado una defensa del franquismo por la izquierda ni por los nacionalismos periféricos», recalca.

HISTÓRICO

Enlaces internacionales