Quince agresiones a árbitros en un año: «He salido con miedo de algún campo»

| 18 febrero, 2017

La Federación de Fútbol de Madrid contabilizó en enero tres ataques físicos a colegiados, en el 2016 registró 15 ataques y en el 2015, 17

En este registro no figuran ni los insultos, amenazas, o los intentos de agresión que sufren cada fin de semana. «Parece que si no te han pegado no ha pasado nada», protesta un excolegiado de fútbol base

LAURA GALAUP. ELDIARIO.ES.- Solo llevaba tres minutos de partido cuando Alejandro sacó la primera tarjeta amarilla por los insultos de un jugador a otro. Escaso tiempo después, el mismo deportista increpó al árbitro: «Eres un gilipollas, me cago en tu puta madre». Nuevamente cartulina amarilla y, en esta ocasión, expulsión.

El sancionado, aprovechando que el colegiado estaba de espaldas, le respondió con una patada en las costillas y un compañero de equipo con otra en los ojos, Alejandro recibió esta segunda mientras se encontraba inclinado por el dolor del primer golpe.

Los hechos sucedieron en un campo de fútbol de Móstoles (Madrid) en noviembre del 2014. Ese año la Federación de Fútbol de Madrid contabilizó 13 agresiones a colegiados de categorías amateurs. En el periodo anterior, el 2013, registraron 11; y en el posterior, en el 2015, se produjo un repunte de altercados ascendiendo a 17. Por su parte, en el 2016 han gestionado 15 casos y en lo que va de 2017, tres.

1.200 euros de indemnización por ser pateado

Seis meses después de los hechos,  un juez condenó a los agresores de Alejandro a pagar 1.200 euros de indemnización al denunciante y una multa de 810 euros. En la sentencia, el magistrado expone que la agresión no terminó con las patadas, mientras otros jugadores intercedían, uno de los condenados volvió a amenazar al árbitro: «Voy a ir a buscarte y te voy a matar, hijo de puta».

En el registro oficial de agresiones de la federación no se tienen en cuenta ni los insultos, ni las amenazas, ni los intentos de agresión que sufren cada fin de semana los 1.272 colegiados inscritos en esta entidad. Solo se contabilizan los ataques físicos, siempre y cuando el ábitro haya denunciado los hechos por la vía civil.

«Parece que si no te han pegado no ha pasado nada», protesta Javier, que tras cuatro años como colegiado decidió abandonar esta profesión, con tan solo 19 años. «Una vez puse en un acta que un entrenador casi me agredió y le sancionaron solo con cinco partidos», recuerda este joven.

Insultos a árbitros menores de edad

A su vez asegura que durante los partidos los seguidores no tenían en cuenta que él era menor de edad cuando comenzaban a increparle. «A mi madre la tenían frita. Que te llamen hijo de puta es lo más habitual. Dejé de arbitrar porque no está bien pagado y porque acabé harto. En algunas ocasiones me iba jodido por la sensación de que la gente no paraba de insultarme y recriminarme mi trabajo», cuenta.

En Cataluña ya se penaliza esta actuación del público. Su federación autonómica lanzó la campaña Cero insultos que permite a los árbitros parar los partidos y llegar a suspenderlos si la violencia verbal persiste. «En la Comunidad de Madrid esto no está contemplado, solo se puede anular un encuentro por amenazas o porque la integridad física de cualquier participante peligra», explica Eduardo Jiménez, secretario del Comité de Árbitros de la Federación madrileña.

Sanción máxima de dos años

Según apunta, su  reglamento disciplinario recoge una sanción deportiva máxima de dos años de expulsión. Asimismo, asegura que la Comunidad de Madrid no es una región conflictiva para los árbitros. Tras dos décadas recogiendo información, no tiene constancia de una agresión que haya terminado con un árbitro tres días hospitalizado. «Cuando hay un intento de ataque, siempre sale alguien a defender al coelgiado», explica Jiménez.

El último ataque del que han tenido constancia se produjo en un partido de la categoría benjamín, en la que participaban niños de 8 y 9 años. Tal y como informó esta redacción, el árbitro fue increpado durante un encuentro celebrado el 27 de enero. «Hijo puta, eres muy malo, te vamos a matar después cuando salgas», le amenazaron desde la grada de un estadio cercano a la Casa de Campo.

Al terminal el partido, fue agredido. «Un aficionado se plantó delante de mi diciéndome ‘¿qué pasa? sinvergüenza, hijo de puta’. Al mismo tiempo se puso a golpearme con unas empuñaduras de paraguas que portaba en ambas manos», explicó Toño, el colegiado, a eldiario.es. Dos semanas después de la agresión, el club que acogía el partido ya ha sido sancionado a nivel federativo.

Según ha explicado un portavoz de ese equipo, han recibido una multa económica y una advertencia de expulsión de la competición. Esta no era la primera vez que agredían a Toño. Hace cinco años, cuando solo llevaba uno pitando, en el mismo campo, un juvenil de un equipo del sur de Madrid de acuerdo a su relato le dio un cabezazo. «Fuimos a juicio y salió absuelto», recuerda.

Educación para combatir la violencia

Con el paso de los años y experiencia ganada, los árbitros aprenden a hacer caso omiso de los insultos. Toño considera que los colegiados están desprotegidos ante la posibilidad de que «de repente salte un espectador y les agreda». «Al principio cuesta, cuando empiezas a pitar siempre hay días bastante malos», apunta Carlos, colegiado federado en Madrid. Tras cinco años arbitrando reconoce que recibir insultos y amenazas es la «tónica habitual» de un fin de semana.

«He salido con miedo de algún campo de fútbol. Por ejemplo, este fin de semana, he tenido que suspender el partido porque un equipo se ha puesto agresivo y su afición ha sido una energúmena. A mí me han llamado de todo y han intentado a atacar a los jugadores rivales», explica.

Desde el Sindicato de Árbitros, una plataforma formada por colegiados que ha conseguido presencia en redes sociales denunciando la violencia que sufre su colectivo, abogan por la educación como solución a estas agresiones. «Entendemos que las sanciones no valen para nada. Al final, en el próximo partido va a aparecer otra persona que pegue al árbitro», asevera su portavoz.

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