Protestas contra medidas antipandemia: buscando culpables como en el Medioevo

, | 28 septiembre, 2020

Las protestas contra medidas antipandemia en Alemania son manejables, pero son una señal de advertencia, dijo el experto en antisemitismo Michael Blume sobre la difusión de ideas que parecían estar ya enterradas.

DEUTSCHE WELLE.- Michael Blume es el comisionado de antisemitismo del estado federado de Baden-Württemberg. El investigador ha analizado los mitos de la conspiración, estudiando cómo, cuándo y por qué se propagan tan rápidamente. Las protestas contra las medidas para manejar la pandemia en Alemania han sido criticadas por su cercanía a las teorías de la conspiración y a la ultraderecha.

DW: Una gran manifestación está programada para este 4 de octubre, convocada por el movimiento de Stuttgart ‘Querdenken 711’ . ¿Eso le preocupa?

Michael Blume: No diría que ese movimiento me preocupa. Su tamaño es muy pequeño. Pero hay que tomarlos en serio y rechazar sus acciones.

¿Qué hace que el movimiento de protesta sea sintomático por esta época?

Aquí en Stuttgart está emergiendo una cultura de protesta del tipo «nosotros contra los de arriba». En mi opinión, puede compararse mejor con el ejemplo de los chalecos amarillos en Francia. La gente sale a la calle y dice: «Tú en el gobierno, tú en Berlín, nos descuidas. Te burlas de nosotros, nos juzgas, y ahora nos oponemos». Así que estos son movimientos populistas clásicos, en los que prevalece la creencia de que «la central» puede ser conquistada y «limpiada» por las provincias.

En la Alemania federal las regiones tienen más poder que en la Francia centralista. ¿Por qué tanta gente se siente descuidada?

Los medios locales, especialmente los periódicos, están perdiendo relevancia. Y en internet, Baden-Württemberg no está muy presente. Por el momento, no tenemos un solo ministro en el gobierno federal, en un estado que es, después de todo, más grande que Austria y Suiza. La leyenda se nutre de que Berlín no nos tiene en cuenta. Algo que cala hasta en la clase media.

Que la gente cuestione las medidas antipandemia no es un problema en sí mismo…

Como movimiento, busca representar a un amplio sector de la sociedad. Pero desde el principio ha tenido líderes problemáticos, como Ken Jebsen, que perdió su trabajo como presentador en la radio pública porque llamó al Holocausto un «espectáculo de relaciones públicas». Y la acusación de que la pandemia sólo fue orquestada por el Gobierno y es una conspiración no está exenta de consecuencias.

¿Por qué una pandemia refuerza la propagación de esas leyendas?

Siempre ha sido así. Cuando en la historia surge una pandemia, tenemos dos posibilidades: o nos enfrentamos al miedo y a la incertidumbre y averiguamos qué está pasando. Pero también tenemos que aceptar el hecho de que no tenemos ninguna respuesta lista. Por ejemplo, no sabemos cuándo llegará la vacuna. Y la otra opción es simplemente buscar a un culpable, no importa cuál.

¿No le sorprenden las ideas que se difunden en esas manifestaciones?

Muchos de estos mitos existen desde el siglo XV. Son las mismas escenas de la misma obra una y otra vez. Manifiesta gente de izquierda, centro o derecha, unida por la imagen de un enemigo común. Es importante entenderlo: la gente está tan obsesionada con sus miedos que ni siquiera es creativa. Nunca piensan que se trata de una conspiración de grupos internacionales, sino que siempre son los judíos, o las mujeres, los que presuntamente están detrás de todo el mal.

¿Nos puede dar un ejemplo?

Pienso en la leyenda que el cantautor alemán Xavier Naidoo difundió, y que viene de EE. UU. Según ese mito, los judíos y los demócratas estadounidenses torturan a niños en un escondite y les extraen adrenocromo. Originalmente, el mito de la extracción de adrenalina se originó aquí, en el sur de Alemania, en el siglo XV. En ese momento, los judíos y las mujeres fueron acusados de practicar el Sabbath de las brujas juntos y de extraer de los niños el ‘ungüento de bruja’, una sustancia que les permitiría volar. Así que es un mito de conspiración que ahora se está difundiendo a través de las redes sociales, al igual que sucedió tras el descubrimiento de la imprenta.

¿Qué hacer para que la gente vuelva al debate serio?

Lo crucial es intervenir lo antes posible: si alguien lleva sumido en esas leyendas cinco, diez, veinte años, se hace cada vez más difícil. Por eso estamos ampliando nuestros servicios de asesoramiento. Lo intentamos con educación, pedagogía y debates. Pero también intervenimos cuando hay riesgo de violencia.

Una tarea difícil…

Ya vemos con los asesinatos en Halle y Hanau a lo que puede conducir el odio. Pero comparado con el pasado, la democracia no será destruida esta vez. Hay mucha gente manifestándose, pero es una pequeña minoría.

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