Mujeres migrantes víctimas de violencia machista en España: muchas más en proporción, pero menos protegidas

, | 17 junio, 2021

20Minutos.- Las mujeres migrantes en España están sobrerrepresentadas entre las víctimas de violencia de género y, sin embargo, reciben menos protección, peor atención de las instituciones públicas y prácticamente ninguna ayuda económica para salir adelante. Ser migrante y víctima de violencia machista en España es estar doblemente de desprotegida. 

Así lo ha constatado la investigación «Tirar del hilo: Historias de mujeres migradas supervivientes de la violencia machista«, realizada con datos de la estadística oficial y entrevistas a 19 mujeres nacidas en el extranjero que han sobrevivido a las amenazas, secuestros y palizas de sus parejas en España.

Según esta investigación, entre los años 2003 y 2019 una de cada tres mujeres asesinadas en España por causa de la violencia de género (33%) eran nacidas en el extranjero. Un porcentaje similar representan las migrantes en el global de las denuncias y son el 35% de las mujeres en el sistema del Viogen. Eso significa que en España han sido asesinadas por sus parejas 29 mujeres por cada millón de extranjeras, por 5 mujeres por cada millón de españolas.

La investigación subraya otro dato que deja en peor lugar a la protección de las extranjeras maltratadas. Si el 25% de las asesinadas habían denunciado y el sistema de protección no logró evitar su muerte, en el caso de las extranjeras, fue el 38% el que pidió ayuda sin recibirla a tiempo. 

Además, mientras que estas mujeres representan el 33% de las denuncias, solo suman el 14% de las que tienen adjudicado el Atenproel sistema de asistencia vía teléfono móvil para mujeres maltratadas.

Las investigadoras del estudio han descubierto que el itinerario que siguen las mujeres migradas maltratadas casi nunca resulta ser el imaginable: denuncia, proceso judicial, orden de protección y sentencia condenatoria. 

Reconocen avances en la protección y atención a las víctimas, pero denuncian que «la malla continúa presentando agujeros y parches» para atender a las migrantes víctimas con todas sus particularidades: mayor precariedad,  desinformación, falta de credibilidad y un peligroso aislamiento.

De sus entrevistas con mujeres supervivientes como Patricia (México), Sofía (Marruecos), Mariana (Colombia), Luna (Venezuela) o Elisabeth (Paraguay), han inferido que todas las migradas tienen enormes dificultades para insertarse laboralmente, no saben que una orden de protección, informe fiscal o condena puede regularizar su situación administrativa y sufren por el desgarrador miedo a perder a sus hijos e hijas ante la precariedad de sus vidas.

El informe recoge frases textuales que escuchan estas mujeres del sistema que las debe proteger, como: “es que vosotras os montáis unos cuentos, unas historias…” (abogada de oficio); “¿usted sabe cuántos millones le cuestan al Estado personas como usted?” abogado de oficio); “mira, tú no puedes vivir en el pasado, tú estás en España, aquí nadie te va a violar tienes que sacarte eso de la cabeza” (profesional de un recurso de atención especializado en refugio).

Recomendaciones para mejorar la asistencia

En su capítulo final el informe contiene una serie de recomendaciones para mejorar la asistencia a las víctimas de maltrato de origen extranjero residentes en España. Entre ellas destaca que falta un acompañamiento personalizado para guiarlas por el imbricado proceso de denuncia. 

También creen que está fallando en España el sistema de asilo y refugio en estas situaciones, que es necesario financiar la atención de salud mental en violencia de género, revisar el ingreso mínimo vital y facilitar otras ayudas para ampliar la cobertura. Piden, entre otras mejoras, facilitar los viajes a sus lugares de origen con sus hijos, la repatriación de migrantes asesinadas, y un cambio legal que permita obtener una pensión de orfandad a los hijos e hijas de las asesinadas, incluso cuando su asesino no sea su progenitor.

En otro paquete estarían las recomendaciones a los operadores policiales y judiciales, en el que figuran mejoras en la toma de denuncias para que se sientan más seguras. O formación en interculturalidad en los juzgados, más forenses, y que los juicios breves no supongan un perjuicio para su protección.

«Te van a encontrar en la basura como a una cerda»

En la investigación «Tirar del hilo: Historias de mujeres migradas supervivientes de la violencia machista» han entrevistado a supervivientes de 26 a 56 años residentes en Madrid, Barcelona, Valencia y Sevilla. La mayoría eran de Paraguay, pero también de Perú, México, Venezuela, Marruecos, Túnez, Siria, Palestina o Filipinas. Migraron por amor, para formalizar parejas con españoles, por trabajo o para huir de la violencia de género o de un conflicto armado.

Todas vivieron una combinación de violencia psíquica, física y sexual por parte de sus parejas o exparejas. Ocho eran españoles, once de origen extranjero. Todas sufrieron también violencia institucional en su ‘vía crucis’.

–Patricia, 38 años, de México, por ejemplo, se enamoró en su país de un español y se vino con él con el hijo de ambos porque su pareja no quería vivir en el país norteamericano. Contó a las investigadoras que cuando se enfadaba le decía «te voy a rajar de arriba abajo como a una cerda que no te va a reconocer ni tu familia. Te van a encontrar en la basura como a una cerda». Que le amenazaba con denunciar a su hermano, en situación irregular en España, si le dejaba. Que nunca le denunció por miedo a perjudicar a su familia y porque desconocía la normativa española.

–Sofía, 40 años, de Marruecos, ha contado en su entrevista que su marido la tenía secuestrada en casa. Que no le dejaba tener un círculo de amistades. «Tú eres muy ignorante, no salgas», le decía. Si le pedía salir a buscar trabajo. Se ponía a llorar y decía: «Conmigo no te va a faltar de nada. Si vas a conocer gente me vas a dejar», se victimizaba. Cortaba toda relación que empezaba.

–Mariana, de Colombia. A esta mujer tras una paliza de su pareja le buscaron una asociación que no tenía casi recursos y fue alojada en el piso de una conocida. Estaban hacinadas y con problemas de convivencia, nunca le tramitaron ayuda económica, salvo para productos de higiene personal, tampoco le asesoraron jurídicamente sobre el proceso ni sobre extranjería. Su ex violó la orden de alejamiento y ella volvió con él, que le convenció para retirar la denuncia. De manera casi inmediata comenzó de nuevo la violencia.

–Elisabeth, de Paraguay. Ella tuvo que soportar estar empleada en un hogar sin contrato laboral, con jornadas de más de 12 horas diarias, sin descansos legales y, además, el acoso sexual de su empleador, que amenazó con tirarla por la ventana si hablaba sobre el tema con la esposa de éste. «Si gritas, ahí hay una ventana», le decía mientras abusaba de ella.

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