La tribu perdida africana se rebela contra la discriminación en Israel

| 3 julio, 2019

Miles de judíos de origen etíope protestan por la muerte de un joven por disparos de un policía

JUAN CARLOS SANZ. EL PAÍS.- Muchos llegaron en un puente aéreo desde Adís Abeba hasta Tel Aviv para acabar en poblados marginales. Más de 14.000 judíos africanos fueron evacuados por Israel en 36 horas durante la operación Salomón, en un éxodo que asombró al mundo en 1991. Pero el periplo de 2.500 kilómetros que recorrió la tribu perdida falasha hasta la Tierra Prometida supuso también un viaje en el tiempo que se estrelló contra la discriminación de una sociedad de castas. Miles de manifestantes de origen etíope se han echado a las calles desde el lunes para expresar su rabia por la muerte de un joven por disparos de un policía.

Salomón Teka, de 18 años, fue abatido en las afueras de Haifa, ciudad portuaria del norte, en la noche de domingo. Un agente que se encontraba fuera de servicioabrió fuego tras verse atacado, según declaró, al intentar impedir una pelea entre jóvenes. Testigos de lo hechos aseguraron a la prensa hebrea que no llegó a ser agredido en ningún momento. El servicio de asuntos internos ha abierto una investigación sobre la actuación del policía, que permanece suspendido de empleo y bajo arresto domiciliario. El pasado enero, el también falasha Yehuda Biadga, de 24 años, murió tiroteado por la policía en Tel Aviv.

Una tercera parte de los 150.000 judíos etíopes censados en Israel, un 2% de la población, ha nacido en el país. Hace cuatro años, otro episodio en el que fue maltratado por agentes un joven soldado de origen africano ya desencadenó una ola de revueltas durante varias semanas, que fue finalmente frenada por el Gobierno con la promesa de poner coto a la violencia policial y mejorar las condiciones de vida de la comunidad. La radicalización de la protesta de la generación de los etíopes sabra (nacidos en el Estado judío) es atribuida a la ruptura con las estructuras de poder patriarcal de la comunidad, que desde la inmigración a Israel estaba en manos de líderes religiosos.

Los disturbios registrados en los últimos días se han saldado con 135 detenidos por lanzar piedras y cócteles molotov a las fuerzas antidisturbios, que han optado por mantenerse en un segundo plano para evitar que se disparase la tensión. Los manifestantes de origen africano, que ocuparon los accesos a Tel Aviv y otras ciudades, causaron el martes uno de los mayores embotellamientos que se recuerdan en las congestionadas carreteras israelíes.

Mientras el primer ministro, Benjamín Netanyahu, lanzaba el miércoles  un ultimátum para advertir que recurriría a la mano dura si no cesaba de inmediato la violencia, el presidente de Israel, el conservador moderado Reuven Rivlin, llamaba al diálogo para restaurar la calma.

Las promesas no se han cumplido para los falashas, que no han acabado de integrarse en una compleja sociedad que oscila desde el liberal ecosistema de empresas tecnológicas emergentes y el fanatismo de los distritos ultraortodoxos, pasando por la minoría árabe (20% de la población). Cuando los primeros etíopes llegaron a Israel, el rabinato les exigió una conversión simbólica mediante un baño ritual. Fueron los únicos inmigrantes judíos que tuvieron que ser purificados. Años mas tarde estalló un nuevo escándalo, al desvelarse que la Estrella de David Roja, el servicio de emergencias sanitarias, se había deshecho de las donaciones de sangre de los falashas al alegar que podían estar infectadas por VIH.

Un tercio de las familias etíopes se sitúan por debajo del umbral de la pobreza, mientras que en el conjunto de la población este índice solo afecta al 15%. Los judíos africanos viven agrupados en zonas desfavorecidas, como el sur de Tel Aviv, aunque integran la comunidad que tiene el mayor índice de alistamiento en el Ejército, donde muchos confían en emprender una carrera profesional sin las trabas de la vida civil. Segregados a su llegada al país en campamentos de absorción y condenados a los peores empleos, los falashas han vuelto a rebelarse contra la discriminación. Tras el brutal estallido de las primeras jornadas de protesta, anoche empezaron a frenar la revuelta en busca de contrapartidas.

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