La tensión en Canarias da paso a brotes de violencia contra los migrantes: «Les tiran piedras y les dan palizas si salen»

| 4 febrero, 2021

Público.- El coordinador de uno de los centros de acogida de migrantes de Gran Canaria afirma que han interpuesto varias denuncias por agresiones. El clima de tensión social generado por el bloqueo de miles de personas en la isla amenaza con aumentar, mientras la Fiscalía investiga a grupos organizados en redes para atacar a los magrebíes.

«Tenemos a tres chavales con heridas en la cabeza por las pedradas que lanzan desde fuera del centro. A los que salen a dar un paseo, hay grupos de vecinos que los increpan o los insultan. Hace unos días, a tres chavales que iban por el barrio los cogieron por la calle y les dieron una paliza«. Ignacio Gutiérrez responde al teléfono en pleno ajetreo. No paran de llamarle medios de comunicación. Es el coordinador de centros de ayuda humanitaria que la Fundación Cruz Blanca gestiona para el Ministerio de Inclusión, Migraciones y Seguridad Social en Gran Canaria, donde la tensión social entre algunos vecinos y las personas migrantes que llevan meses atrapadas en la isla ha dado paso a las agresiones y la persecución racista

No hace ni un mes y medio que esta fundación de los Hermanos Franciscanos empezó a recibir y alojar a personas migrantes en las instalaciones que Migraciones ha habilitado en el antiguo Colegio León, en la barriada de El Lasso, en Las Palmas ; y asegura que ya han tenido que interponer cuatro denuncias ante la Policía por agresiones a los usuarios. «Esperaba cierto rechazo. Hablamos de una zona marginal, con problemas económicos y carencias, pero nunca hubiera esperado estos comportamientos tan violentos», afirma.

«Tenemos a tres chavales con heridas en la cabeza por las pedradas que lanzan desde fuera del centro. A los que salen a dar un paseo, hay grupos de vecinos que los increpan o los insultan. Hace unos días, a tres chavales que iban por el barrio los cogieron por la calle y les dieron una paliza«. Ignacio Gutiérrez responde al teléfono en pleno ajetreo. No paran de llamarle medios de comunicación. Es el coordinador de centros de ayuda humanitaria que la Fundación Cruz Blanca gestiona para el Ministerio de Inclusión, Migraciones y Seguridad Social en Gran Canaria, donde la tensión social entre algunos vecinos y las personas migrantes que llevan meses atrapadas en la isla ha dado paso a las agresiones y la persecución racista.

No hace ni un mes y medio que esta fundación de los Hermanos Franciscanos empezó a recibir y alojar a personas migrantes en las instalaciones que Migraciones ha habilitado en el antiguo Colegio León, en la barriada de El Lasso, en Las Palmas ; y asegura que ya han tenido que interponer cuatro denuncias ante la Policía por agresiones a los usuarios. «Esperaba cierto rechazo. Hablamos de una zona marginal, con problemas económicos y carencias, pero nunca hubiera esperado estos comportamientos tan violentos», afirma.Un embudo de migrantes llamado Canarias

Actualmente, explica, acogen a más de 400 personas migrantes que han llegado en el último año en pateras y cayucos a la isla, epicentro de la oleada migratoria más intensa desde la crisis de los cayucos de 2006. «Hay de todo, desde chavales de 18 años recién cumplidos hasta personas de 50. La mayoría son de nacionalidad marroquí, que es el colectivo contra el que más se centran los ataques xenófobos», ilustra. Espera que la tensión vaya a menos, aunque es difícil saber si lo ocurrido en diferentes puntos de la isla ha llegado a su cénit o si la escalada de violencia, esa «caza del moro» que ha circulado en grupos de WhastApp durante las últimas semanas, no ha hecho más que empezar. «Son un grupo reducido de vecinos. Eso tiene que quedar claro. Pero cada vez es más numeroso. Si este clima sigue creciendo, el problema aquí va a ser bastante gordo», advierte Gutiérrez.

«Tenemos a tres chavales con heridas en la cabeza por las pedradas que lanzan desde fuera del centro. A los que salen a dar un paseo, hay grupos de vecinos que los increpan o los insultan. Hace unos días, a tres chavales que iban por el barrio los cogieron por la calle y les dieron una paliza«. Ignacio Gutiérrez responde al teléfono en pleno ajetreo. No paran de llamarle medios de comunicación. Es el coordinador de centros de ayuda humanitaria que la Fundación Cruz Blanca gestiona para el Ministerio de Inclusión, Migraciones y Seguridad Social en Gran Canaria, donde la tensión social entre algunos vecinos y las personas migrantes que llevan meses atrapadas en la isla ha dado paso a las agresiones y la persecución racista.

No hace ni un mes y medio que esta fundación de los Hermanos Franciscanos empezó a recibir y alojar a personas migrantes en las instalaciones que Migraciones ha habilitado en el antiguo Colegio León, en la barriada de El Lasso, en Las Palmas ; y asegura que ya han tenido que interponer cuatro denuncias ante la Policía por agresiones a los usuarios. «Esperaba cierto rechazo. Hablamos de una zona marginal, con problemas económicos y carencias, pero nunca hubiera esperado estos comportamientos tan violentos», afirma.Un embudo de migrantes llamado Canarias

Actualmente, explica, acogen a más de 400 personas migrantes que han llegado en el último año en pateras y cayucos a la isla, epicentro de la oleada migratoria más intensa desde la crisis de los cayucos de 2006. «Hay de todo, desde chavales de 18 años recién cumplidos hasta personas de 50. La mayoría son de nacionalidad marroquí, que es el colectivo contra el que más se centran los ataques xenófobos», ilustra. Espera que la tensión vaya a menos, aunque es difícil saber si lo ocurrido en diferentes puntos de la isla ha llegado a su cénit o si la escalada de violencia, esa «caza del moro» que ha circulado en grupos de WhastApp durante las últimas semanas, no ha hecho más que empezar. «Son un grupo reducido de vecinos. Eso tiene que quedar claro. Pero cada vez es más numeroso. Si este clima sigue creciendo, el problema aquí va a ser bastante gordo», advierte Gutiérrez.

No todo el mundo entiende que no haya fondos para reabrir el colegio pero que, en cambio, sí los haya para convertirlo en un centro de acogida. Que falten recursos públicos para un vecindario históricamente azotado por el paro mientras se trabaja a contrarreloj para montar carpas, arreglar estancias y alojar a extranjeros. Si al cóctel se añade la pandemia, la crisis turística, los discursos políticos extremistas, inflamados y oportunistas y una nutrida y constante producción de bulos que acusan a los migrantes de cometer delitos y agresiones, el resultado no puede sorprender a nadie. Pero a Gutiérrez le sorprende, «porque la sociedad Canaria siempre ha sido abierta y también ha sido migrante», dice. Por eso quiere destacar que el clima no es ni parecido en los vecindarios cercanos a los otros dos centros que gestiona la Cruz Banca en la isla. 

Episodios como los descritos en El Lasso han sucedido en otras barriadas económicamente deprimidas de la isla, como Las Rehoyas, a diez kilómetros al norte, donde las pancartas con el lema «fuera moros» dan la bienvenida a la zona. También ha habido brotes xenófobos alentados por redes sociales en zonas turísticas del sur de la isla, donde el Gobierno ha alojado miles de personas rescatadas en el mar en hoteles vacíos ahora por la pandemia, como Mogán o San Bartolomé de Tirajana. Este fin de semana, grupos de vecinos han ignorado el toque de queda en distintos puntos de la isla para protestar contra el Gobierno y contra «la invasión» de los migrantes que, según relatan varios medios, derivó en violencia.

La fiscal jefe de Las Palmas, Beatriz Sánchez, ordenó este lunes la apertura de una investigación por posibles delitos de odio contra varios de los participantes en foros de WhatsApp en los que se ha intentado organizar estas batidas antimigrantes. La pasada semana se detuvo al autor de un vídeo en el que se grababa conduciendo mientras blandía un arma banca de grandes dimensiones y amenazaba con atacar a los marroquíes. La Policía ha tenido que desmentir una noticia falsa que hablaba de un asesinato a manos de migrantes mientras los rumores, amplificaciones interesadas de sucesos y los bulos siguen circulando y aumentando la sensación inseguridad a causa de la presión migratoria.

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