La nueva violencia callejera que desborda Barcelona

| 27 agosto, 2019

Los Mossos crean un grupo específico para luchar contra las pandillas juveniles que actúan en el centro de la capital catalana

REBECA CARRANCO. EL PAÍS.- Viernes por la tarde de un día de agosto en Barcelona. Un grupo de media decena de jóvenes se abalanza contra un turista para quitarle el reloj en el paseo marítimo de Joan de Borbó. Un mosso de paisano llega a tiempo para cortar el paso a uno de ellos. El joven se resiste a la detención y los dos, ladrón y policía, acaban con magulladuras. Al turista se lo llevan al hospital, probablemente con una mano rota. La policía recupera el reloj, que está roto, pero el resto de la pandilla se ha esfumado del lugar, entre ellos, también el autor material del robo.

Esa es la delincuencia que deben abordar los Mossos d’Esquadra en Barcelona. “Es un nuevo paradigma. Son manadas de jóvenes que van a cazar”, explican fuentes policiales, que les atribuyen buena parte del aumento de los robos violentos que se cometen en el centro de Barcelona(unos 40 al día teniendo en cuenta los que se producen en la calle, en establecimientos y los tirones). “Es su forma de vida”, añaden.

La policía catalana puso en marcha en mayo un equipo específico —bautizado como Poliédrico— que se dedica a seguir los pasos de estos jóvenes, la mayoría migrantes no acompañados menores de edad y otros que ya han cumplido los 18 años. El análisis de su trabajo arroja un top 22 de jóvenes que acumulan de media 15 detenciones o denuncias, según datos que se presentaron en la pasada Junta Local de Seguridad de Barcelona. Algunos de estos suman más de 30 arrestos.

“Es muy difícil actuar contra ellos”, explican fuentes policiales. No se pueden aplicar parámetros habituales de ladrones con reparticiones de tareas, una mínima planificación y estudio de su objetivo. O de los carteristas con experiencia que saben cómo robar para evitar la violencia. Pululan por el centro de la ciudad y, cuando se les antoja, roban todos juntos. “De un grupo de ocho, puedes atrapar a tres, quizá ni siquiera son los autores materiales o no recuperas lo que han robado”, indican esas mismas fuentes. Eso complica objetivar la prueba de cargo contra ellos en los atestados y que se pueda lograr la prisión preventiva. Solo un 10% de los detenidos por robos violentos este año han entrado en prisión preventiva (165 de 1.529 detenidos hasta el 14 de agosto).

Los robos violentos en la calle generan gran inseguridad en Barcelona, pero son el 3,6% de todos los delitos (115.014 hasta junio, un 9% más). El grueso de la delincuencia en la ciudad son hurtos (la mitad del total), con unos 365 al día de media. Los robos con violencia en domicilio, en cambio, se han reducido un 16%.

“Barcelona tiene un problema y no se puede ocultar”, explica Josep Cid, coordinador de estudios de Criminología de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB). Pero considera que en el resto de España también hay una ligera tendencia de aumento de delincuencia, con un 8,5% más de robos con violencia hasta marzo, según los datos del último balance de criminalidad disponible del Ministerio del Interior. También crece la violencia sexual, pero los expertos lo atribuyen a un incremento de las denuncias por una mayor sensibilización.

Pero Barcelona lidera, con diferencia, los malos datos delincuenciales (2018 cerró con un 17% más de delitos). Cid no duda de que parte se debe a la “degradación de las condiciones de vida” en el barrio del Raval, en el centro de la ciudad (en Ciutat Vella se cometen la mitad de todos los hurtos y los robos violentos). “Hay que hacer política para evitarlo, luchar para que no se siga degradando y que los vecinos se impliquen”, insiste el coordinador de estudios de criminología. Y subraya lo delicado de que “delinquir se vea como una oportunidad en el barrio”.

La nueva violencia callejera que desborda Barcelona

Diego Torrente, doctor en Sociología de la Universidad de Barcelona, asegura que no hay “otro fenómeno criminógeno alternativo que varíe tanto como para explicar las cifras” de Barcelona que la llegada de menores migrantes, con un sistema de acogida “desbordado” que intenta “paliar la exclusión”. La mayoría no delinque, pero quienes lo hacen (12%) son muy reincidentes, según datos de los Mossos d’Esquadra.

¿Y por qué no se nota en otras ciudades que también reciben a estos jóvenes? Torrente apunta a los “desórdenes ambientales y sociales que se superponen” en Barcelona, como el turismo o la venta ambulante,que “han podido crear un entorno menos cohesionado, debilitando el control social informal”.

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