Europa: la pesadilla romaní que no sale en la TV

| 26 junio, 2019

RROMANI PATIV.- El activismo o la militancia romaní contra el antigitanismo no es una moda pop ni un capricho, sino la condición de posibilidad para nuestra existencia como pueblo en un entorno eminentemente hostil. Pero esto no significa que no seamos conscientes de cómo se nos percibe y cómo, al menos mayoritariamente, se perciben nuestras demandas. Se ha extendido la falsa creencia, especialmente en un contexto en el que la extrema derecha gana, no solo la batalla política, sino la cultural, de que el racismo es un problema del pasado y de que los y las que nos dedicamos a denunciarlo somos nostálgicos y «victimistas». Pero esta estratagema no es nueva.

Una de las formas más efectivas de deslegitimar una causa y la humanidad de aquellos seres humanos que la defienden es atribuir su motivación, su razón de ser, a una cuestión de victimismo. Una vez definida como «victimista» una lucha comienza a producir sospechas que extienden su nefasta influencia en la mentalidad de las sociedades mayoritarias como si se tratase del peor de los virus. El rumor del victimismo es tan poderoso como el de la calumnia; no importa si lo que se dice es verdad o no, una vez puesto en marcha producirá efectos especialmente destructivos difíciles de remediar a corto plazo. Por muy digna que sea la voluntad de quienes se alzan contra una relación de poder concreta, una de las primeras estrategias de los que ocupan el privilegio para desviarla de su verdadero horizonte es destruir su fuerza moral. Y no hay mejor manera de destruir la fuerza moral de un pueblo que enfrenta su opresión que ningunearlo agitando el fantasma del victimismo.

El antigitanismo es una forma de racismo generalmente aceptable. Hemos hablado en incontables ocasiones sobre cuál es el ciclo vicioso en el que esta realidad desemboca a causa de lo dicho. Europa gasta millones de euros al año a resolver eso que se ha llamado «el problema gitano» y ese dinero sirve para construir y fortalecer una estructura asistencialista que solidifica la idea que nuestro pueblo necesita ayuda porque el problema reside en nuestra cultura y nuestra educación. Somos un problema para Europa. Pero lo cierto es que somos el reflejo de que Europa tiene un gran, antiguo y recurrente problema: el racismo. La construcción ideológica de un «tercer mundo» transnacional europeo a través de nuestra imagen es la mejor manera de ocultar las verdaderas razones de nuestra situación, porque al fin y al cabo es la mejor manera de ocultar su verdadero rostro. Con la ideología del asistencialismo, nuestros problemas son maquillados y presentados como una cuestión de buena voluntad y de altruismo que resolverán en un ejercicio de heroico humanismo las ONG. A través de esta construcción ideológica de los gitanos como seres inmaduros necesitados de tutelaje se crean toda una estructura laboral para seguir favoreciendo a aquellos que están disposición de poner en marcha dicho tutelaje –los no gitanos–, se chantajea a los gitanos para que no hablen de racismo y se limpia la buena conciencia europea en relación a la situación de su minoría étnica más antigua.

La causa romaní, una causa internacional

Estamos acostumbrados a observar como la solidaridad internacionalista de buena parte de los sectores progresistas europeos tiene sus propios fetiches, más allá de ellos no existen causas urgentes. Esta realidad también afecta a los medios de comunicación progresistas, con las honrosas excepciones. El equipo de Rromani Pativ emplea su energía en localizar, corregir y denunciar malas prácticas periodísticas en lo que respecta al tratamiento mediático de nuestra imagen y de todo lo relacionado con nuestra realidad política en medios de comunicación. Al mismo tiempo, se alía y coordina con aquellos compañeros y compañeras de los propios medios informativos que han demostrado combatir esta tendencia a través de un compromiso ético que va más allá de las fotos de gala para los días señalados.

No obstante, si hay algo que verdaderamente nos preocupa es el silencio que los medios progresistas críticos muestran, como regla general, cuando se trata de nuestra sangrante realidad. Este silencio no es sino un ejercicio de negación, ensañamiento de un gesto de desprecio que va naturalizando el asedio que sufrimos en Europa. Han convertido la causa del pueblo gitano en una causa local, de provincia y de página de sucesos. La han convertido en una causa humanitaria y es evidente que la causa del pueblo gitano es una cuestión de derechos humanos. Pero ninguna lucha social o política prospera si permanece en estas circunstancias. Somos conscientes de que esto no es únicamente consecuencia de la práctica periodística dominante, hay muchas otras razones que han formado y formarán parte de nuestro análisis. El pueblo gitano está conformado por aproximadamente 14 millones de personas repartidas a lo largo y ancho de Europa y más allá. Lo que estamos diciendo con esto es muy simple. No necesitan cruzar el océano para hablar de vulneración de los derechos humanos. No lo decimos nosotros, ni ningún lobby radical, lo dicen organizaciones pro derechos humanos internacionales tales como Human Right Watch o Amnistía Internacional. En Europa se está asediando, atacando y oprimiendo a los gitanos. Se están construyendo muros para separar a los gitanos del resto de la población en Eslovaquia, Portugal; se están esterilizando a mujeres gitanas en República Checa, Hungría; se está segregando a la juventud gitana en las escuelas en Bulgaria, Rumanía, España. En Europa, la policía está maltratando a las familias gitanas y la población civil está saliendo a la calle a linchar gitanos y gitanas por falsos rumores acerca de gitanos robando niños no gitanos. Todo esto está ocurriendo, pero ustedes no lo están contando. La pregunta es ¿por qué?

Derrumbar el muro del silencio mediático

Europa nos dice que nos falta mucho camino para integrarnos, que debemos hacer cursillos de peluquería, de mecánica, cursillos intensivos de hostelería, y sonreír mucho; ser muy educados, exquisitamente educados; debemos ser modélicos. Europa nos dice: «Ven gitano, te voy a enseñar cómo has de comportarte para que no te partan la cabeza» El mensaje es claro: «Gitano, si te parten la cabeza, si te amenazan o te denigran es por tu culpa». «Ven, gitana, te mostraré el camino para que te liberes de tu cultura, un poco de lunares y flamenco está bien, pero has de entrar en la modernidad, así los servicios sociales no vendrán a tu casa a quitarte a tus chiquillos». Así, la mayoría de los medios de comunicación se debaten entre dos tendencias, o mostrarnos como animales de circo, estrambóticos, bohemios, problemáticos y marginales, o llamar la atención sobre nuestra excepcionalidad: «¡Mirad, un gitano que habla bien», «¡Escuchad, una gitana que ha entrado en la Universidad sin que su familia se lo impida». Es hora de dar una vuelta de tuerca.

Como hemos dicho, Rromani Pativ se ocupa de analizar el papel de los medios de comunicación en el afianzamiento del racismo anti gitano y de resaltar el potencial que éstos están en condiciones de utilizar para destruirlo o disminuir su poder. Ustedes tienen un poder fundamental en sus manos, el poder de informar. Ciertamente nadie puede exigirles omnipotencia, pero nuestra obligación consiste en demandar de ustedes una mayor atención crítica. No dejen la labor de informar sobre lo que está sucediendo con nuestra gente en las manos de los ciber-activistas gitanos y gitanas. Demasiado trabajo tienen ya con analizar lo que ocurre y presentar respuestas contundentes para combatir el oprobio como para dedicarse a traducir con dificultad las noticias sobre lo que ocurre en Italia, Suecia, Alemania, Gran Bretaña… y para informar sobre lo que está sucediendo también en España. Pongan su grano de arena para mostrar la causa del pueblo gitano como lo que realmente es, pongan el dedo en la llaga respecto a la indolencia y la hipocresía de Europa; háganse aliados del pueblo gitanos, aliados y aliadas con palabra.

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