Esteban Ibarra: «tenemos un riesgo de colisión entre la extrema derecha y la extrema izquierda»

, , | 20 febrero, 2021

CeutaTV.- Preso político durante el franquismo, su rostro es uno de los más conocidos de la lucha contra los movimientos ultras (clave su apoyo a Antonio Salas, autor de ‘Diario de un Skin’) o racistas. A raíz del asesinato en 1993 de la dominicana Lucrecia Pérez por un grupo neonazi, Esteban Ibarra se puso al frente de Movimiento contra la Intolerancia. Y habla para Ceuta Televisión de los disturbios en las manifestaciones de apoyo al rapero Pablo Hásel o de las proclamas antisemitas en una concentración de Falange.

En los últimos tiempos, estamos viviendo momentos convulsos: el encarcelamiento del rapero Pablo Hasel ha generado grandes disturbios en varias ciudades españolas, pero también hemos vivido escenas como las de neonazis culpando «al judío». Hechos gravísimos pero ¿hechos aislados o señales que nos alertan de la cercanía del precipicio?

Son signos muy inquietantes de polarización, extremismo y fanatización. No vivimos en dictadura y quienes hemos pasado por su represión sabemos bien al respecto. Son tiempos de enorme victimismo desde donde se distorsiona la realidad, se agrandan los aspectos negativos que siempre hay en toda sociedad y desde ahí se reivindica una confrontación que tiene mucho de guerracivilismo. Nada justifica ni la violencia desatada y desde luego proclamas antisemitas como lo vivido. Hay demasiado  Ultra de todo signo y color. Habríamos de preguntarnos los motivos. Caminamos de no revertirlo a cierto precipicio.

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A su entender ¿cree que Pablo Hásel va a la cárcel solo por sus letras? Y en el caso de que asi fuera ¿lo comparte?

Hasel ha sido condenado a 9 meses conforme a la ley y según criterio judicial. Con esa condena, al ser menor de dos años, nadie entra en la cárcel. Es como un aviso. Te suspenden la pena si no reiteras conductas delictivas. El problema es que tiene 5 procedimientos con sentencia por diversos motivos. Va a la cárcel por su reiteración delictiva. Y son delitos de diversa tipificación. Uno de ellos el que ha generado esta reacción, por sus tremendos mensajes violentos. No se sanciona el rapear, quien dice eso abunda en la falacia. Los jueces sancionan el mensaje, nunca el soporte artístico, si su contenido delictivo.

Cuando hablamos de poner límite a los extremos ¿donde empieza el blindaje legal y donde la censura?.

No solo la Constitución, la Declaración de Derechos Humanos ya sostiene que las libertades no son infinitas y que no se pueden utilizar para vulnerar los derechos de los demás. Por eso hay límites a la incitación al odio, a la discriminación y a la violencia. El Pacto de derechos Civiles también lo proscribe. La falacia está en pensar  que es censura sancionar discursos que invitan al odio y a la violencia. No se debe confundir la libertad de expresión con la libertad e impunidad de agresión.  La libertad de expresión se acaba con el discurso de odio que también existe por motivaciones ideológicas. Ahí la protección universal de los derechos y libertades, también para la víctima, debe existir de forma punitiva.

Esto coincide, además, con una época de hipersensibilización, a veces, con respecto al arte ¿Leer la Divina Comedia es leer a un pederasta,  debemos ver a Neruda como el gigantesco poeta que fue y no como el padre terrorífico que abandonó a una hija malformada, de la que además se reía en privado?

Vivimos una época donde se analiza todo desde el presentismo. Se desprecian contextos históricos. Juzgar los hechos en Atapuerca con una mirada del día de hoy, olvidando sus códigos del momento, es una  aberración. Hay hechos no obstante que merecen condenas sin paliativos, los crímenes los genocidios, las guerras… y en general las conductas deshumanizantes, incluidas las familiares. Pero resulta inquietante la eclosión de tanto adanista que revisa la historia con sesgos interesados para obtener réditos políticos o sociales de parte.

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Y, por supuesto, el papel de la política. ¿Qué le parecen los tweets del portavoz de uno de los dos partidos del Gobierno central, Pablo Echenique, mostrando cercanía con  los jóvenes que están arrasando calles enteras de algunas ciudades?. En honor a la verdad, hay que decir que otro ‘peso pesado’ de Podemos, Jaume Asens, sí ha condenado la violencia

El papel de muchos políticos deja mucho que desear. Y son parte del problema. Todos tendrían que haber condenado la violencia como un rayo. Y no lo han hecho o han tardado. No olvidemos que la mayor parte del tiempo mediático en cuanto a opinión lo consumen ellos y otra los tertulianos que son correas de transmisión de los anteriores y muchos actúan de auténticos hooligans. No vemos a científicos, el pensamiento crítico está ausente, y si no eres beligerante de parte, ya no vales para esta sociedad del espectáculo convertida en un ring de boxeo en donde vale todo. Y una cosa más. Son muy aburridos. Un rollo, que dirían mis nietos.

¿Tenemos un riesgo de colisión social generado por la extrema izquierda y la extrema derecha?

Absolutamente. Y quien no lo vea falta a la verdad o se sitúa en la ignorancia. De entrada si queremos evitar la espiral de gravedad, hay que deslegitimar la violencia, no puede haber impunidad para quien la practique, hay que reforzar las leyes contra los delitos de odio y educar en los derechos humanos y la tolerancia como antídoto masivo de prevención de este virus maligno que es la intolerancia fanática.

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¿Qué perfil tienen estos jóvenes que se manifiestan en las calles por la libertad de Hásel? ¿Como alguien con 18 años, como la portavoz de las JONS, asegura que la culpa es del judío?

Ningún perfil social en especial. No surgen de la pobreza,  ni son ricachones. Tienen un perfil social muy transversal. Eso si. Muy adoctrinados. Consumen redes sociales de manera salvaje y endogámica. Muchos en grupos de afinidad. Poco espacio a la lectura critica y profunda. Emiten consignas y mensajes cortos, estigmatizadores que demonizan al contrario, estimulan el discurso del enemigo, afirman identidades enfrentadas, en fin convierten su actitud en la vida en una rebeldía sin causa. Vamos, poco que ver con aquello que proclama los derechos humanos de «…dotados de razón y de conciencia». Y menos que ver aún con la lucha contra la dictadura, aunque hablen de ella sin conocerla.

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