El siniestro juego para entrar en Europa

| 11 enero, 2019

La principal opción de muchos refugiados del sureste del continente es cruzar fronteras escondiéndose de la policía para llegar a Italia. ‘The game’ es como se ha bautizado a esta práctica

B. BÉCARES. EL PAÍS.- Llega la noche, aumentan los nervios. Se ultiman la mochilas, comidas escasas, agua, ropa para el frío. Arranca The game (el juego). Así es como desde hace unos años los refugiados varados por algún país del sureste de Europadenominan a la aventura que supone conseguir llegar a algún país seguro donde poder optar al asilo. Pero es la vida real y una consecuencia de la política del cierre de fronteras. Consiste en caminar por las noches por bosques sin ninguna luz y descansar por el día escondiéndose entre los árboles. El premio es llegar a algún lugar donde iniciar los trámites de asilo y poder ser algún día un ciudadano o ciudadana con derechos.

Pero no es fácil. No vale con llegar a Croacia, a pesar de que este país forma parte de la Unión Europea. Ni a Eslovenia, que está en el espacio Schengen. Ambos cuentan con los peores obstáculos para conseguir superar el game: una policía sospechos de cometer ilegalidades. Al menos, lo hace sin consecuencias, según los reportes que la organización No Name Kitchen realiza cada vez que conoce un nuevo caso, algo que sucede casi a diario. Deportaciones en caliente, rupturas de teléfono, robo de dinero, o golpizas terribles que demuestran los cuerpos de aquellos y aquellas que vuelven deportados a Bosnia con la cabeza gacha y los pies llenos de ampollas.

En los últimos meses, la versión más popular de este juego de varias etapas comienza en Bosnia, sale hacia Croacia, cruza Eslovenia y llega a Italia. A Trieste. Otra va de Serbia a Croacia y también tiene como punto final Italia. La que va perdiendo seguidores es la que sale de Serbia hacia Hungría y que ya tiene tres años de vida. Para hacer el game más complicado le pusieron otro elemento: un par de vallas separadas por un kilómetro, de 180 kilómetros cada una y con pinchos en su parte posterior. Esto lo convierte en demasiado duro desde el prinicipio como para decidir iniciarlo.

Los Balcanes, la ruta más segura para llegar a Europa

Para las personas que escapan de guerras, los Balcanes sigue siendo la opción más segura. La que menos probabilidad de muerte encierra en el siniestro juego de entrar a Europa. La ruta que sale de Libia y desembarca, cuando desembarca, en Italia es la más peligrosa. En el año 2017 pasó de los 3.000 muertos, según Missing Migrants. La que sale de Marruecos camino a España es la segunda en el ranking de peligrosidad. Y también dificilísima. Se cruza en pateras. Y solo en este año se ha cobrado la vida de unas 800 personas en el intento. En la de los Balcanes también hay muertos. Pero menos y sin cifras oficiales. Gente que se ahoga en algún río, enterrados por algún desprendimiento de montaña o congelados en la nieve en invierno.

Los refugiados solo están viviendo una parte más de un juego que ha arrancado hace más de un lustro. Los que llegan de países como Siria, Iraq o Afganistán llevan una media de tres años caminando por el mundo. Tuvieron que realizar otros juegos: escapar de su región en guerra, cruzar países con pasaportes que no valen nada, trabajar en Turquía para ahorrar y seguir… Ir de Bosnia a algún país seguro de la Unión Europea es otro paso más. Y es muy difícil. Hay personas que arrastran a sus espaldas hasta 20 intentos. Esta última partida sale de algún punto fronterizo de Bosnia. Como Velika Kladusa.

De Velika Kladusa a Trieste

Velika Kladusa lleva siendo, desde hace meses, el lugar donde han habitado miles de personas. Es un pueblo pegado a Croacia y el control por esta frontera es laxo para salir. A partir de ahí toca caminar horas por el bosque. A oscuras. Cuando amanece y el cansancio puede con todo, toca esconderse y dormir. Cuando se recuperan las fuerzas corresponde seguir. Así, hasta conseguir llegar a Trieste. Algunos tienen la gran fortuna de encontrar en Eslovenia policías dispuestos a tramitar el asilo, de acuerdo a unas leyes que este juego tiene como universales, pero también existe la posibilidad de incumplir. Y esa es otra de las trampas. ¿Acudir a una comisaría eslovena en busca de asilo, o seguir la caminata unos cuantos días más?. El desenlace más común es volver al punto de retorno, como deportado.

Quienes se ven obligados a jugar son personas nacidas en Siria, Iraq, Kurdistán, Argelia, Afganistán, Marruecos, Pakistán, Yemen, Nigeria, Sáhara Occidental, Túnez, Libia, Baluchistán, India, Bangladesh, Myanmar e Irán. Tienen edades comprendidas entre los pocos días de vida y los 70 años.

Violencia policial

Otra parte esencial de este juego es la policía. Gran protagonista. Si deciden cumplir la normativa internacional, permiten que se comience el proceso de asilo correspondiente. Pero, según los informes realizados por No Name, lo común es que deporten, tanto en Eslovenia, como en Croacia. Otro de los grandes riesgos para el jugador es que los policías decidan romper o robar su móvil. Es una herramienta muy útil para orientarse, para mantenerse en contacto con la familia, para matar las horas largas de tedio a las puertas de la UE. Y, en demasiadas ocasiones, los refugiados llegan al punto de partida con golpes. No es tan claro si es una orden dada, o si es la consecuencia del silencio hacia esas acciones cuando comenzaron.

El destino de los golpes no distingue a las personas por edades ni género. Eram llegó un día de vuelta a Velika Kladusa, con moratones desde la boca hasta los pies. Es una mujer cristiana iraní que escapó de su país con su hijo adolescente. Fueron descubiertos en Croacia y deportados. A pocos kilómetros de Kladusa, varios policías croatas los hicieron bajar del coche de dos en dos. Los policías hicieron un pasillo, por el que las personas estaban obligadas a pasar, mientras les daban golpes de porra.

Los traficantes como principal baza para llegar a Europa

Los traficantes son otro elemento importante. Una baza que ayuda a ganar y que acaba beneficiando al tráfico ilegal de personas. Cobran caro y suben su precio según las fronteras se van reforzando. Ronda los 2.800 euros ir desde el otro lado de la frontera, por Croacia, hasta algún país de la Europa Occidental, de acuerdo con lo que cuentan las personas refugiadas que viven en Kladusa y aquellas que ya han cruzado por este precio. Bastante, teniendo en cuenta que muchas de las miles de personas que aguardan en Bosnia ya se han gastado grandes cantidades desde sus países de origen. Hay una opción más barata: la de alrededor 600 euros. Consiste en caminar muchas noches y permite luego a los refugiados tomar un taxi desde Eslovenia a Trieste. No es fácil, además del peligro de ser pillado, muchas veces toca esperar muchos días al taxi que no cumple su promesa.

Muchos menores no acompañados, que llevan años solos por los caminos, han encontrado en el tráfico de personas un método para sentirse útiles en un mundo que no los quiere. Y son la mano de obra barata y maleable de los grandes traficantes. Hamza, de 17 años, lleva cuatro solo. Ahora pasa jornadas largas de caminata llevando a la gente por los bosques. Gana unos 200 euros por cada persona, asegura orgulloso, pero arriesga cárcel en el futuro y ya se ha llevado dos golpizas de la policía.

Las estrategias de Europa para cerrar fronteras

Las aplicaciones para obtener asilo en Europa no reciben respuesta desde los Balcanes, como ha denunciado Amnistía Internacional entre otras organizaciones. La única opción para conseguir aspirar a obtener la protección es la de llegar a algún país de Europa Occidental y realizar el proceso in situ. Europa ha anunciado un incremento, una vez más, en el presupuesto destinado a las fronteras. En junio de 2018 se anunció que la dotación para reforzar las exteriores alcanzaría los 34.900 millones de euros, frente a los 13.000 millones de euros destinados a esas tareas en el presupuesto pasado. El game que llega a Italia es solo otro más.

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