El racismo que oculta el miedo al otro por el coronavirus

| 13 mayo, 2020

En Camboya, la minoría étnica cham y los extranjeros fueron los primeros señalados por traer el virus. El estigma hacia las personas infectadas no es exclusivo en este país, según indica la OMS

ANA SALVÁ. EL PAÍS.– Cuando se supo en Camboya que algunas personas de la etnia minoritaria cham que regresaban de una reunión religiosa en Malasia habían dado positivo a la prueba de la covid-19, un gran número de camboyanos comenzaron a discriminar a toda la comunidad. Fueron señalados directamente por importar el virus, ya que la mayoría de casos anteriores habían sido detectados entre turistas y no residentes en el país.

Este hecho, ocurrido el 17 de marzo por primera vez, dio lugar a una avalancha de críticas y discriminación en el día a día de los cham. En muchos lugares de trabajo, por ejemplo, se pidió a los miembros de esta comunidad someterse a una cuarentena durante 14 días, o más, a pesar de no tener síntomas o fiebre. En los mercados, algunos comerciantes se negaron a venderles productos y sus negocios dejaron de recibir clientes. En otros casos, incluso algunas personas trataron de mantener una distancia física con ellos, sin conocer siquiera si se habían infectado.

El problema empezó cuando el Ministerio de Salud informó de que 26 de los 79 musulmanes que viajaron a Malasia habían dado positivo de la covid-19. Las autoridades, hasta ese momento, no habían revelado la identidad religiosa de ninguna otra persona que tuviera la enfermedad. Unas declaraciones que, como opina Chak Sopheap, directora ejecutiva del Centro Camboyano para los Derechos Humanos, eran “irrelevantes y peligrosas”, incluso explícitamente prohibidas por la Constitución y el derecho nacional e internacional, que garantiza la no discriminación por motivos de religión.

Las consecuencias no se hicieron esperar en las comunidades y generaron también una explosión de publicaciones discriminatorias en las redes sociales, donde podían leerse comentarios como «Deberían estar encerrados en sus hogares» o «¿Por qué sois tan necios e ignorantes trayendo problemas?». Otros internautas simplemente mencionaron la palabra «cham», aunque no todos los musulmanes camboyanos pertenecen a esta etnia minoritaria.

El grupo mencionado de camboyanos que había dado positivo regresaba de una peregrinación a la que asistieron unas 16.000 personas en las afueras de la capital de Malasia, Kuala Lumpur. Permanecieron allí entre el 27 de febrero y el 1 de marzo. En los días posteriores no se confirmó ningún positivo en Camboya hasta el 7 de marzo, cuando se notificó el primero. En dos semanas la cifra ascendió hasta casi el centenar, pero luego la curva se fue aplanando: a 9 de mayo, se habían notificado 122 casos de la covid-19 en Camboya. Las declaraciones del ministerio en aquel momento se refirieron a la religión de los peregrinos y los ciudadanos comenzaron a señalarlos con dureza, a pesar de que la comunidad musulmana, que supone un 2% del país, como indica Sopheap, “vive en gran medida en paz y aceptación y está bien integrada en la sociedad”.

El Gobierno tardó varios días en tomar medidas contra las acciones discriminatorias hacia la minoría étnica cham. Un portavoz del Ejecutivo, Phay Siphan, trató de contener el daño pidiendo a los medios que no usaran información que pudiera servir para identificar a personas infectadas con el virus, a pesar de que fue el propio ministerio el que difundió esta información por primera vez. El ministro del Interior, Sar Kheng, también comunicó que el primer ministro Hun Sen había declarado que no había necesidad de discriminar a los musulmanes camboyanos.

El Gobierno no tomó medidas concretas para impedir todo esto en primera instancia, e incluso, en otras declaraciones, sugirió que los extranjeros eran los únicos responsables de la propagación del virus. El portavoz del Ministerio de Salud, Ly Sovann, declaró que la mayoría de los casos «fueron traídos desde el exterior» y no había signos de transmisión entre las personas en sus comunidades locales camboyana.

La organización Human Rights Watch señala que la discriminación hacia los extranjeros aumentó durante algunos días. Ejemplifica que a algunos extranjeros residentes se les negó la entrada a tiendas y establecimientos en la capital, Phnom Penh, y otros lugares del país. Los dueños de algunas tiendas publicaron letreros en inglés denegando la entrada o el servicio a los forasteros. En otros sitios se colocaron letreros en inglés en la puerta de los comercios indicando que permanecían cerrados, mientras que en jemer, la lengua local, otro cartel indicaba que estaba “abierto como de costumbre”.

La embajada de Estados Unidos comunicó haber recibido informes de acoso o discriminación a extranjeros residentes relacionados con la crisis de la covid-19 e indicó que el personal de seguridad “había cerrado por la fuerza algunos restaurantes y bares frecuentados por ellos”.

Las declaraciones del Ministerio provocaron una oleada de odio en las redes sociales y el cotidiano de los cham

Hasta la fecha, Camboya no ha registrado muertes por coronavirus y su cifra de contagios está muy por debajo de sus países vecinos, lo que plantea la cuestión de si se están realizando pruebas suficientes para detectar el virus y si se está compartiendo suficiente información entre los ciudadanos para conocer los datos.

Aunque la discriminación ya ha comenzado a relajarse para las comunidades residentes, sobre todo desde que el país cerró gran parte de los negocios, la gente permanece en sus casas y se conocen historias de superación del virus, en el caso de los cham, la discriminación “alcanzó su punto máximo por un corto periodo de tiempo” y se sosegó después de los cambios de situación comunicados por el Gobierno, según expone So Farina, directora del proyecto de historia oral de la comunidad cham en el Centro de Documentación de Camboya. Farina dice que se ha comprobado con el paso de los días que otros camboyanos también han importado el virus desde otros países, por lo que quienes justificaban esos miedos han ido entrando en razón.

Como indica la OMS, el miedo al otro no ha sido exclusivo de Camboya. La organización expone que desde que comenzó la crisis del coronavirus ha recibido un número creciente de informes sobre la estigmatización hacia las personas que viven en zonas afectadas por la epidemia. Esto significa que mucha gente está siendo etiquetada y discriminada debido a una posible asociación negativa con la enfermedad. En abril, el primer ministro Hun Sen, también prohibió la entrada a 149 de pescadores y 73 prisioneros al país desde Malasia, citando la covid-19 como justificación. Camboya no negoció hasta finales del mismo mes su regreso, dejando a estos ciudadanos atrapados en ese país sin poder regresar a sus casas.  En una publicación de Facebook de principios de mayo, Hun Sen agradeció su paciencia a estos trabajadores. “No os preocupéis, si no estáis infectados con covid-19 podréis regresar a Camboya pronto. En el caso que Malasia detecte el virus en alguno de vosotros, deberéis permanecer en este país para recibir tratamiento hasta que os hayáis recuperado completamente” escribió.

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