El programa de reconocimiento facial del FBI funciona mal y es racista

| 28 marzo, 2017

Según un comité de la Cámara de Representantes de EEUU, el programa que usa el FBI falla bastante y es ligeramente racista

EL MUNDO.- Un informe comentado la semana pasada en una sesión oral de la Cámara de los Representantes de EEUU no deja lugar a dudas: el software de reconocimiento facial empleado por el FBI es un potencial peligro para los ciudadanos de EEUU, pues su margen de fallo es demasiado alto y, para colmo, falla todavía más con personas de raza negra.

A su vez, el FBI tiene almacenada la mitad de las caras de la población de EEUU en sus bases de datos, si bien aseguran que sólo un 20% de dichas fotografías se corresponden con criminales. El resto, pertenece a carnets de conducir y pasaportes, cuyas fotos se incluyen automáticamente en la base de datos.

«La tecnología de reconocimiento facial es una poderosa herramienta para la aplicación de la ley que se puede usar para proteger a personas, su propiedad, nuestras fronteras o nuestra nación», asegura Jason Chaffetz, presidente del Comité.

Sin embargo, también apunta que «puede usarse por malos actores para molestar y espiar a individuos. Se puede usar de tal modo que perjudique a las libertades de expresión y de asociación al centrarse en las personas que atienden a determinados eventos políticos, protestas, iglesias u otros espacios públicos».

El FBI lleva desde el año 2010 recopilando información biométrica (datos que se corresponden con los atributos físicos de cada persona), pero no ha informado durante los últimos cinco años de los avances que han llevado a cabo, algo a lo que cualquier agencia gubernamental está obligada por ley.

Según parece, el FBI no informa de cuándo registra información de la población para su base de datos, del mismo modo que tampoco hay otros organismos que limiten o vigilen cómo actúa en este ámbito.

Lo más grave, sin embargo, es que el propio FBI no confía plenamente en sus herramientas y reconocen que no saben «la frecuencia con la que el sistema identifica incorrectamente al sujeto equivocado», como expone Diana Maurer, de la Oficina de Contabilidad del Gobierno.

Según el análisis de la herramienta, tiene un índice de falibilidad del 15%. Maurer también apunta que «personas inocentes pueden ser falsamente acusadas, hasta el punto de que investigadores federales pueden aparecer en sus casas o en sus negocios».

Otro fallo muy importante es que, «si eres negro, es más probable que estés sometido a esta tecnología, y por tanto, que falle más a menudo», como aseguraba el congresista Elijah Cummings, que llegó a apuntar el racismo de la herramienta. «El FBI decide ignorar que cada vez hay más pruebas de que su tecnología tiene un impacto desproporcionado en los afroamericanos».

La labor de las agencias gubernamentales de EEUU en lo que a la privacidad de la población y el tratamiento de sus datos está siendo puesta en duda cada vez más, y como demuestran informes como el filtrado por Wikileaks, parece haber razones de sobra para estar preocupados. Organizaciones como esta o personalidades como Edward Snowden llevan años denunciando la falta de transparencia del gobierno de EEUU en lo referente a la privacidad de los ciudadanos y a la cantidad de datos que almacenan sobre ellos, con o sin su persmiso.

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