El primer alcalde negro de Bélgica ya no es solo el padre de una estrella del fútbol

, | 24 octubre, 2018

Pierre Kompany dirigirá un municipio de Bruselas a partir de diciembre

ÁLVARO SÁNCHEZ. EL PAÍS.- Acabar los macarrones a la boloñesa es una odisea para Pierre Kompany. El nuevo alcalde del municipio bruselense de Ganshoren se levanta para responder por teléfono a las preguntas de una radio israelí. Llama por su nombre, besa y abraza a vecinos que se acercan intermitentemente a felicitarle. Y da instrucciones a su jefa de prensa sobre próximos compromisos. Cuando vuelve a su silla en la terraza del café Saint Martin, entre el manto de hojas de un otoño inusualmente templado, el plato está frío, pero el semblante del primer alcalde negro de la historia de Bélgica irradia calidez.

Una insignia con las banderas belga y congoleña entrelazadas aparece en la solapa de la chaqueta de Kompany, de 71 años. El distintivo recoge la doble identidad del político, elegido hace unos días máximo representante de un municipio de poco más de 20.000 habitantes situado al norte de la ciudad. Su victoria al frente de la centrista CdH es el último hito de un año cargado de buenas noticias para la comunidad africana, al menos en el plano simbólico: por primera vez se ha bautizado una plaza en Bruselas con el nombre del héroe de la independencia del Congo Patrice Lumumba. Y el museo africano reabrirá sus puertas a finales de año tras someterse a una profunda renovación para rectificar una idea de la historia y la colonización cuando menos trasnochada

Kompany es el último síntoma de un cierto cambio de mentalidad. Ganshoren no es ni mucho menos una comuna de mayoría africana, pero el carisma de su nuevo alcalde, antaño concejal y todavía hoy diputado del Parlamento bruselense, ha dejado a un lado los matices raciales. «Voy a gobernar para los amigos de todos los orígenes y razas que han creído en mí. Es la hora de construir una historia más humana», explica.

Ingeniero mecánico de formación, la política ha marcado la vida de Kompany. En 1975 aterrizó en Bélgica huyendo del dictador congoleño Mobutu Sese Seko. El detonante fueron los 13 meses y 15 días que pasó en un campo de internamiento militar tras participar en unas protestas universitarias contra el régimen en la localidad de Lumumbashi, donde estudiaba. Una vez libre, un doctor amigo le dio un certificado médico falso en el que se le diagnosticaba una grave enfermedad. El pasaporte perfecto para que las autoridades le dejaran viajar con la excusa inventada de tratarse de su dolencia en Bélgica.

En Europa, tras unos inicios difíciles como taxista, acabó sus estudios, impartió clases como profesor y ejerció de ingeniero antes de entrar en las instituciones. También conoció a una belga llamada Joseline Frasselle, fallecida en 2007, con la que tuvo tres hijos. Ese hecho no es una nota biográfica marginal. Hasta este domingo, Pierre solo era conocido como el padre de Vincent Kompany, defensa del Manchester City e incombustible capitán de la selección belga de fútbol, al que de niño llevaba a nadar a la piscina de la comuna los domingos. «¡Histórico! Estamos orgullosos de ti papá. Viniste del Congo como refugiado en 1975. Y ahora te has ganado la confianza de tu comunidad al convertirte en el primer alcalde negro elegido en Bélgica», celebró su hijo en Instagram.

Pierre Kompany asumirá el cargo el próximo 3 de diciembre. Entre sus retos declarados cita agilizar la entrega de viviendas sociales y abrir un diálogo con mayores y jóvenes para escuchar sus necesidades. Sandra Coet, camarera del café Saint Martin de 40 años a la que Kompany llama cariñosamente «la novia de Ronaldo» por el origen portugués de su marido, le recuerda que también debe hacer algo con la suciedad de las calles.

Su nombramiento insufla nuevas energías a los defensores de una sociedad diversa. Pero con el debate sobre la xenofobia sobrevolando la escena belga cada cierto tiempo entre denuncias de discriminación, Kompany llama a permanecer vigilantes. «No podemos decir que no existe racismo en Bélgica», alerta. Para algunos de sus vecinos, su elección es la prueba de que, al menos en la comuna, han pasado a una fase posracial. «No creo que sea necesario debatir sobre si es negro o no. Nos da igual. Su personalidad ha superado eso», dice Marc, motero de 58 años al que delata un ostentoso collar con las palabras Harley Davidson.

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