El Memorial de Vitoria combina el testimonio de las víctimas del terrorismo con la explicación histórica

, | 1 junio, 2021

El País.- El historiador Raúl López Romo, comisario de la exposición permanente del Centro Memorial de Víctimas del Terrorismo, realizó una gira por los museos del Holocausto de Berlín, París, el este de Europa y Estados Unidos antes de erigir el de España que este martes inauguran el rey Felipe VI y el presidente Pedro Sánchez en Vitoria. Una conclusión determinante de su gira fue que los testimonios recogidos por los memoriales no estaban suficientemente contextualizados históricamente, que faltaba explicación a las aberraciones que las víctimas narraban. Así pues, el Memorial de Vitoria combina la experiencia emocional de las víctimas del terrorismo con una información precisa de la historia, narrada sin estridencias, según confirma su director, el periodista Florencio Domínguez, que se ha rodeado de historiadores como López Romo y Gaizka Fernández, jefe de investigación.

El Memorial de Vitoria surge de la Ley de Víctimas del Terrorismo de 2011, ampliamente consensuada por los partidos. Abarca todos los terrorismos que ha padecido España desde junio de 1960, fecha del asesinato de la niña Begoña Urroz por una bomba del DRIL (Directorio Revolucionario Ibérico de Liberación Nacional) en San Sebastián, hasta hoy. Comprende el terror de ETA, la guerra sucia, los GRAPO y el yihadismo, sin olvidar los muy efímeros del DRIL, los anarquistas y el FRAP.

Rige el memorial un patronato compuesto por representantes del Gobierno central, del autonómico vasco, de las restantes autonomías, Cortes Generales y asociaciones de víctimas. El Memorial de Vitoria va a integrarse en una red internacional de museos de la memoria con el del 11-S de Nueva York; el de Oklahoma que recuerda la matanza de 168 personas en 1995; el de París, que abarca desde 1974, con los atentados del grupo del terrorista Carlos, hasta hoy con el yihadismo; y el de la isla de Utøya (Noruega) que recuerda a los 77 jóvenes laboristas noruegos asesinados en 2011 por un neonazi.

El Memorial de Vitoria no oculta su pretensión de que “se reconozca la injusticia de la violencia de intencionalidad política y sirva como lección para que no se repita”, señala su director, que combina con la narración histórica del terrorismo, el reconocimiento de la dignidad de sus víctimas y la fijación de responsabilidades de los autores de los crímenes.

Contiene el centro de documentación sobre terrorismo más importante de España, además de 1.100 testimonios de víctimas, y la exposición permanente, distribuida en seis salas con 220 piezas y 25 audiovisuales. Los audios y textos combinan euskera, castellano e inglés. Antes de entrar en la sala de recepción –denominada “Aquí ayer”– el memorial ofrece una reproducción del zulo en el que su víctima, el funcionario de prisiones José Antonio Ortega Lara, protagonizó el secuestro más largo de la historia de ETA: 532 días.

Tras la recepción está el Espacio Memorial, dedicado a Ana María Vidal Abarca –viuda del jefe de los miñones alaveses, Jesús Velasco, asesinado por ETA en 1980 y fundadora de la primera asociación de víctimas del terrorismo– y presidido por un cuadro de José Ibarrola que recuerda al escritor José Luis López de Lacalle, asesinado por ETA en 2000. Unas imágenes impactantes, acompañadas de testimonios, recuerdan crímenes cometidos por los distintos terrorismos en España. La sala destaca, también, los 21 menores asesinados por ETA; los nueve del yihadismo y los tres de la ultraderecha.

Las salas principales, distribuidas en dos plantas, abordan la historia del terrorismo; los discursos y prácticas del odio; la respuesta al terror y la voz de las víctimas. El memorial sigue el criterio de extenderse en cada terrorismo en función del número de víctimas que generó. ETA tiene la presencia más importante. Le siguen el yihadismo, los GRAPO y la guerra sucia.

La historia del terrorismo arranca en 1960 y el memorial la divide en tres etapas: dictadura franquista, transición y democracia. Recrea los acontecimientos más importantes como los primeros asesinatos de ETA, el del presidente del Gobierno franquista Carrero Blanco, Hipercor de Barcelona de 1987, atentados del Batallón Vasco Español (BVE) y los GAL, el 11-M… Destacan los 164 secuestros, la mitad de la banda etarra. Incluye cartas de secuestrados, como la de Julio Iglesias Zamora. Recoge la matanza de cinco obreros en Vitoria por una carga policial en 1976, que tendrá su propio museo.

La sala sobre los discursos y prácticas del odio está dedicada a los perpetradores de la violencia. “Es importante conocer su ideología, sus objetivos, sus métodos. Nada contribuye tanto a su deslegitimación como su retrato al natural”, señala López Romo. ETA, la organización más mortífera con 853 víctimas mortales, la que más ha durado y más apoyo social ha tenido en Euskadi, ocupa la primera parte. Sus vitrinas exponen documentos internos de ETA, cartas de extorsión, bombas-lapa, documentaciones falsas, informes de “objetivos”, fichas propias de militantes etarras, etcétera. El terrorismo ultra ocupa el siguiente espacio. Muy activo durante la transición, con la sigla del BVE; de 1983 a 1987 se transformó en los GAL con políticos y policías. Finalizado en 1987, cometió alrededor de 70 asesinatos. Sigue con los GRAPO y culmina con el yihadismo del que destaca sus principales atentados: el del restaurante El Descanso en Madrid en 1985; el del 11-M y el de las Ramblas barcelonesas.

La respuesta al terror recoge la actividad policial, judicial, política y social. Destaca la desarticulación de la cúpula de ETA en Bidart en 1992 y la de los GRAPO. Personaliza el homenaje a algunos policías. “Las fuerzas de seguridad acumulan el mayor número de víctimas. Si para los terroristas no eran más que uniformes que representaban todo lo que odiaban, aquí les devolvemos su humanidad y dignidad”, señala López Romo. También homenajea a juristas asesinados como el presidente del Tribunal Constitucional, Francisco Tomás y Valiente, y a la magistrada Carmen Tagle.

Como respuesta política al terrorismo, el memorial destaca el pacto de Ajuria Enea de 1988 y en el terreno social a Gesto por la Paz y Basta Ya y sus grandes movilizaciones. Recoge el grabado de Eduardo Chillida dedicado al pacto de Ajuria Enea; el de Juan Carlos Egillor a Gesto por la Paz y el de Jorge Oteiza a Dolores González Katarain Yoyes, asesinada por ETA y un homenaje a la librería Lagun. El memorial se cierra con los 1.100 testimonios de las víctimas del terrorismo. “Esta exposición es una invitación a reflexionar sobre tres grandes preguntas: ¿Cómo pudo ocurrir? ¿Qué habría hecho yo en estas circunstancias? ¿Qué puedo hacer para que no se repita?”, señalan sus promotores.

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