El Beitar, con ultras islamofóbicos y financiado por Emiratos Árabes

, | 13 diciembre, 2020

El equipo de Jerusalén, asociado en sus inicios al sionismo, vende la mitad de sus acciones a la realeza del país musulmán

PABLO LODEIRO. ABC.- Cerca de un centenar de radicales se congregaron ayer por la mañana en el campo de entrenamiento Bayit Vagan, recinto del barrio de mismo nombre situado en el suroeste de Jerusalén y hogar del Beitar, uno de los clubes más populares de la «eterna» capital de Israel. Encapuchados, con tatuajes, vestidos de riguroso negro y envueltos en estrellas de David y «menorás», el reconocible candelabro y símbolo judío que también da forma al escudo del equipo, provocaron altercados en la entrada mientras los jugadores de su equipo se entrenaban, lo que obligó a detener la sesión. En medio del lío colgaron una pancarta donde se podía leer: «84 años de historia no se compran con dinero». Incluso Monshe Hogeg, propietario del club, se vio obligado a entrar fuertemente escoltado en las instalaciones.

El origen de esta trifulca se debe a que la mitad de las acciones del club israelí acaban de ser compradas por Hamed bin Khalifa al Nahyan, miembro de la familia real de Emiratos Árabes. Una venta inconcebible para la facción más radical del Beitar, equipo que, desde su fundación, se ha asociado al movimiento nacionalista israelí, aunque, desde la llegada de Hogeg, en la página web de la entidad se advierte de la puesta en marcha de una política de «tolerancia cero» contra racistas y antiárabes.javascript:falseSaltar AnuncioPUBLICIDAD 

Tradicionalmente, el Hapoel de Tel Aviv ha sido el equipo que aglutinaba a los aficionados de la izquierda política y el Beitar, desde su fundación en 1936, a los de la derecha y a parte del movimiento sionista. En sus inicios, incluso algunos de sus jugadores fueron relacionados con Etzel, grupo vinculado a atentados.

Benjamín Netanyahu, actual primer ministro de Israel, es uno de los aficionados más reconocidos del Beitar, cuyos dirigentes llegaron a cambiar en 2018 el nombre del club, aunque no de manera oficial, para pasar a denominarse Beitar Trump Jerusalén. Un gesto de agradecimiento al presidente de Estados Unidos por declarar a su ciudad como capital de Israel.

Después de una fuerte inversión en 2005 procedente de las compañías petrolíferas rusas, hace dos años la propiedad del equipo pasó a manos de Hogeg. Este joven multimillonario relacionado con empresas tecnológicas protagonizó el pasado lunes la imagen que los radicales de su equipo jamás hubieran sospechado. El dirigente posó en Dubai con Al Nahyan tras venderle la mitad de las acciones del club. «Musulmanes y judíos pueden cooperar y hacer juntos cosas maravillosas», dijo el nuevo accionista tras la firma. Un acuerdo que sorprende porque el Beitar es hasta ahora el único equipo de Israel que nunca ha tenido entre sus filas a un jugador árabe.

Islamofobia

De hecho, el club fichó en 2013 a dos chechenos que profesaban la religión musulmana y algunos radicales, como protesta, quemaron parte de las instalaciones de su propio equipo. En 2007, abuchearon el minuto de silencio en el aniversario de la muerte de Isaac Rabin, militar y político israelí, e incluso corearon el nombre del ultranacionalista que lo asesinó a balazos. También llegaron a hacer la vida imposible a Ndala Ibrahim, un jugador nigeriano, también musulmán, que decidió abandonar el Beitar tras solo cuatro partidos. Misma suerte que corrió el delantero checheno Zaur Sadayev, que tras anotar vio como parte de la grada abandonaba el campo.

Actos racistas con un nombre y apellido común: «La Familia». Bajo este nombre se aglutinan los ultras del equipo, asociados a movimientos de extrema derecha y abonados a la islamofobia. Varios integrantes de este peligroso grupo han sido vistos incluso disolviendo manifestaciones contra Netanyahu. «’La Familia’, vosotros sois la medicina contra esos anarquistas», escribió una cuenta de Facebook asociada al partido Likud. Ayer varios ultras se desplazaron al campo de entrenamiento Bayit Vagan, al que acudió Hogeg, para reprocharle una decisión que no le perdonan.

Sin embargo, más allá del descontento que ha producido en este sector radical de la afición, el acuerdo, al menos de puertas hacia fuera, ha sido bien recibido. «Estoy seguro de que la mayoría de aficionados del Beitar apoyan esta decisión. No hay que dar importancia a este pequeño grupo, que lo critica y hace ruido. Se trata de gente que solo se dedica a manchar el nombre del club», aseguró el exalcalde de Jerusalén y exprimer ministro de Israel, Ehud Olmert, también aficionado confeso del equipo de Jerusalén.

Hogeg, que ya se había enfrentado a «La Familia» con denuncias personales e incluso amenazando con multas de hasta un millón de euros a los aficionados que fomentasen el racismo, calificó el acuerdo de «histórico». Hamed, que aseguró no tener ninguna experiencia previa en la gestión deportiva de un equipo de fútbol, se convertirá en vicepresidente del Beitar y dirigirá su parcela «profesional».

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