Dimite un líder liberal alemán por manifestarse junto a la ultraderecha y sin mascarilla

, | 14 mayo, 2020

Thomas Kemmerich ya provocó un terremoto político en febrero tras ser investido presidente de Turingia con los votos de Alternativa para Alemania

PEDRO G. POYATOS. LA RAZÓN.- Con apenas 2,1 millones de habitantes, el “Land” de Turingia parece ejercer una maldición sobre los políticos alemanes. Si a comienzos de año, Annegret Kramp-Karrenbauer, líder de la Unión Cristiano demócrata (CDU) y llamada a suceder a la canciller Angela Merkel, tuvo que dimitir al ver cómo sus diputados en este “Land” oriental rompían el cordón sanitario y sumaban sus votos a los de la utraderecha para investir presidente al liberl Thomas Kemmerich, este miércoles le ha tocado el turno al propio Kemmerich por manifestarse, y sin mascarillas, junto a los radicales en contra de las restricciones por el coronavirus.

Fuentes del Partido Liberal (FDP) comunicaron hoy que su controvertido líder regional “ha dejado en suspenso” el puesto tanto en la presidencia federal como en Turingia para reconocer que ha causado “serios daños” a su formación. Kemmerich se sumó el sábado a una de las marchas convocadas por unos 750 seguidores de teorías de la conspiración, organizaciones ultraderechistas y otros grupos minoritarios en la ciudadad de Gera en contra las restricciones impuestas contra la pandemia. Para agravar aún más el escándalo, el líder liberal acudió a la manifestación sin mascarilla de protección y sin guardar la distancia interpersonal mínima de 1,5 metros, considerada la norma general que rige en Alemania.

El propio Kemmerich se disculpó luego por no seguir esas normas y aseguró “no tener ni idea” de la presencia de ultras de Alternativa para Alemania (AfD), en medio del alud de críticas recibido por el resto de la cúpula del FPD. La diputada federal Marie-Agnes Strack-Zimmermann, que le había pedido que abandonara el partido el fin de semana, se mostró satisfecha con su retirada. “Nuestro curso liberal es claro y ha sido confirmado”, dijo al diario “Tagesspiegel”. “Ahora estamos mirando hacia el futuro”.

Lo cierto es que Kemmerich se había convertido en un lastre para las aspiraciones electores de los liberales, tradicional partido bisagra de la política alemana al haber gobernado tanto con democristianos como con socialdemócratas desde la posguerra. «No quiero suponer una carga para el trabajo extremadamente importante de este grupo regional de mi partido y también quiero entender qué papel puedo y jugaré en el partido en el futuro”, aseguró el ya ex líder del FDP en Turingia.

«O el Sr. Kemmerich es ingenuo porque siempre se enamora de AfD, o lo hace saber”, ironizaba Carsten Schneider, diputado socialdemócrata en el Bundestag. El FDP tiene un «problema evidente a la derecha, que debe aclarar. De lo contrario, caerán por debajo del 5% [umbral para obtener representación parlamentaria], lo que no deseo para ellos «, advertía.

Tras su escandalosa elección en febrero como presidente de Turingia pese a que el FDP es el partido con menor representación en el Parlamento regional, el dirigente liberal tuvo que dimitir y permitir así la reelección del izquierdista Bodo Ramelow, que desde 2014 preside un tripartito de izquierdas junto a socialdemócratas y verdes. Alineado con el ala más moderada y pragmática del partido, puso en marcha una exitosa política que le granjeó una popularidad del 65% entre los electorales, que le premiaron en las elecciones del pasado octubre con una victoria del 31%. Pero la caída de los socialdemócratas (8,2%) y de Los Verdes (5,2%) dejaron al político en minoría en una Cámara donde los ultras de Alternativa para Alemania (AfD) eran la fuerza más votada bajo la dirección del noenazi Björn Höcke.

Preocupación por las protestas radicales

Tanto expertos en seguridad como la mayoría de los partidos parlamentarios alemanes han alertado estos días de la creciente presencia de radicales en estas marchas contra las restricciones impuestas para contener la pandemia.

Lo que empezó hace unas semanas como actos reducidos reclamando el derecho a la manifestación o pidiendo una reapertura de la vida pública normalizada ha derivado en concentraciones y marchas de miles de personas, con cada vez mayor presencia de ultraderechistas.

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