Bots anónimos propagan la islamofobia

, | 3 enero, 2019

Los dispositivos automáticos que amplifican los mensajes racistas y xenófobos en las redes sociales siguen la política del “todo vale”

JOSEP LLUÍS MICÓ. LA VANGUARDIA.- Bots anónimos propagan la islamofobia a través de las redes sociales. Se trata de dispositivos automáticos que amplifican los mensajes racistas y xenófobos en medios 2.0 como FacebookTwitter, etc. Actúan desde identidades falsas o ficticias para alimentar el discurso del odio contra los musulmanes de todo el mundo, en especial, después de atentados terroristas o conflictos sociales. Funcionan tanto redistribuyendo material procedente de cuentas reales como captando la atención de otros perfiles humanos con fake news o manipulaciones informativas.

Investigadores de la entidad sin ánimo de lucro Hope not hate han analizado el comportamiento de internautas y blogs de este tipo para descubrir cómo se valen de esta estratagema y han llegado a la conclusión de que “todo vale” para aumentar el volumen de sus audiencias. La mentira, la alteración de imágenes, la descontextualización de datos, etc. se ponen al servicio de activistas como Pamela Geller, cuyos mensajes en Twitter se han beneficiado del apoyo de 102 robots.

La página de esta política estadounidense, conocida por sus escritos y acciones en contra del Islam, duplicó su audiencia mensual gracias a esta táctica. Para Patrik Hermansson, miembro de Hope not hate, este crecimiento es “alarmante”, puesto que, cuanto más público consiguen atraer las webs islamofóbicas, más se difunden sus mentiras y exageraciones. Ello dificulta la convivencia, incrementa la tensión y favorece el ascenso de partidos y organizaciones de extrema derecha.

Una autoridad en esta materia, el profesor Grabriele Marranci, de la Macquarie University, en Sydney (Australia), considera que los musulmanes “se encuentran proyectados sobre nuevas dimensiones globales”, lo que, en ocasiones, les perjudica, aunque esta misma circunstancia también les puede ayudar, ya que sus problemas pueden ser expuestos a gran escala y atraer a quienes les apoyan o les manifiestan su solidaridad, por muy lejos que estén físicamente.

Por ejemplo, un grupo de alumnos de la Facultad de Comunicación y Relaciones Internacionales Blanquerna (Barcelona) ha logrado por segundo año consecutivo apoyo y financiación de Facebook para desarrollar una campaña contra la islamofobia. Con esta iniciativa, denominada #BeTheKey, muestran en las redes “llaves para acabar con el extremismo”. Tras los atentados del 17 de agosto de 2017, que golpearon cruelmente el barrio del Raval de la capital catalana, donde está ubicado su centro de estudios, este grupo reaccionó para combatir las actitudes intolerantes.

Desde entonces, lo hacen en plataformas como Facebook, Instagram y Twitter, y con mensajes publicados en catalán, castellano, inglés, árabe, francés, italiano y griego. Ya han recibido contenidos de Estados Unidos, Canadá, Chile, Alemania, Italia, Bélgica, Eslovenia, Marruecos y España. De esta manera, los jóvenes, que cuentan con la colaboración de profesores e instituciones como el Ayuntamiento de Barcelona, el Instituto Europeo del Mediterráneo (IEMed) y la Fundación Anna Lindh, plantan cara a los bots.


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