Bildu y Podemos se niegan a condenar la violencia en el País Vasco

, , , | 29 mayo, 2020

Los socios de Sánchez impiden la firma de una declaración institucional de rechazo en Durango

SUSANA CAMPO. LA RAZÓN.– Pueden cambiar cuantas veces quieran de nombre pero seguirán representado las mismas ideas y continuarán sin condenar la violencia. Bildu fue una de las dos formaciones políticas que ayer se negó a firmar una declaración institucional en Durango de condena a los ataques a sedes de partidos que han sufrido agresiones en la última semana. La otra formación que impidió que se aprobara un texto institucional fue la coalición Herriaren Eskubidea, que forma parte de la coalición Elkarrekin Podemos. El socio de gobierno de Pedro Sánchez y su recién estrenado aliado para derogar íntegramente la reforma laboral de Mariano Rajoy impidieron con su rechazo que todas las formaciones se unieran y expresaran al unísono su repudio a los ataques violentos contra sedes políticas.

El texto –respaldado por PNV y PSE– mostraba su «más absoluta condena y rechazo» a «las amenazas y ataques que estos días se han sufrido, tanto en el domicilio privado de representantes políticos electos, como en las propias sedes de partidos políticos», también en el municipio vizcaíno. Estas provocaciones se enmarcan dentro de la campaña de apoyo al preso de ETA, Patxi Ruiz, en huelga de hambre desde el pasado día 11 y suman ya al menos 36 desde entonces.

La negativa de Bildu a condenar la violencia no es algo nuevo. No lo hicieron con ETA y ya se negaron la semana pasada a condenar de modo explícito la agresión a la vivienda de la líder del PSE, Idoia Mendia, así como a sedes del PNV y locales de Podemos. Lo que sorprende es que en esta ocasión se sume Podemos. A pesar de que están recibiendo ataques y que forman parte del gobierno de coalición con los socialistas, el grupo municipal del partido morado el Ayuntamiento de este municipio vizcaíno se negó a suscribir la declaración, lo que no impidió que el texto se leyese en el pleno de ayer. No en vano, la coalición de gobierno de ambas formaciones logró echar de la alcaldía al PNV, que llevaba cuatro década gobernando tras las elecciones municipales de 2019. De hecho, este nuevo apoyo se produce a puertas de las elecciones autonómicas y en medio de un creciente runrun de colaboración entre ambos, pese a que no suman, según las encuestas

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