Así era el Fascio de Málaga, la delegación del partido de Mussolini en la ciudad

| 20 abril, 2020

Tomó el nombre de Ottorino Bressan, un legionario italiano fallecido en combate durante la batalla de Cataluña

CRISTÓBAL VILLALOBOS. DIARIO SUR.- El Fascio italiano de Málaga se inauguró oficialmente el 21 de abril de 1938 con un acto en su sede de la Alameda Principal. «El acto fue una verdadera manifestación de entusiasmo de la colonia italiana que agrupada en el Fascio de la localidad asistió íntegra a los actos», recogían las crónicas al día siguiente.

Tras la inauguración, los miembros del Fascio se dirigieron a la Catedral, donde se bendijo su banderín, para posteriormente volver a la sede a celebrar una recepción. En los actos intervinieron el cónsul de Italia en Málaga, Tranquillo Bianchi, su esposa hizo de madrina de la organización, y el secretario general del Fascio en Málaga, señor Serra.

Ya un día antes de su inauguración oficial, la sede del Fascio de Málaga cobijó a una importante delegación fascista italiana, compuesta por Giorgio Suppiaj, Franco Adriani, Livio Gaetani y el general Ludovico Ferrandi, que llegaron a la ciudad acompañados por el destacado falangista Sáncho Dávila, Consejero e Inspector de FET de las JONS. Se trataba de una delegación fascista que iba visitando la zona nacional. En Málaga fue recibida por prácticamente la totalidad de autoridades civiles y militares y, junto con los miembros del Fascio, depositaron flores en la Cruz de los Caídos.

El Fascio de Málaga tomó el nombre de Ottorino Bressan, un legionario italiano fallecido en combate durante la batalla de Cataluña, muy poco antes de la puesta en marcha de este fascio. El resto de «fasci» (el plural en italiano) de la península también adoptaron nombres de soldados italianos muertos en combate, en una clara referencia al culto fascista al héroe caído.

¿Pero qué eran los «fasci»? El de Málaga, fundado como acabamos de ver en 1938, tendría el momento más importante de su corta vida con la visita del Conde Ciano y desaparecería, al igual que los «fasci» del resto de España, con la caída de Mussolini unos años después.

Los «fasci» llegaron a España en los años veinte, como forma de la recién instaurada dictadura de Mussolini de extender el partido fascista hasta el exterior buscando, de esta manera, encuadrar y adoctrinar a las colonias italianas ubicadas en el extranjero. Este papel lo desempeñaron junto con otros organismos dedicados a la promoción de la cultura italiana.

Los recientes trabajos de investigación del profesor Domínguez Méndez nos muestran cómo este fenómeno llegó a España durante los años veinte y cómo resurgió en el periodo comprendido entre la Guerra Civil y la caída de Mussolini, periodo en el que el fascismo italiano quería ejercer su influencia sobre España.

Según este autor, la labor propagandística de estos grupos podían clasificarse en tres ámbitos: presencia de los «fasci» en la celebración de actos públicos, impulso al proselitismo entre la población local mediante la impartición de cursos de italiano y uso de los medios de comunicación para difundir su ideología.

El deseo de las autoridades de la España franquista de incorporar rituales y lemas similares a los fascistas facilitó a los «fasci» la celebración de sus actos y, también, «la participación en celebraciones conjuntas donde se exhibieron símbolos fascistas, nazis y los creados por los sublevados.» Un ejemplo más de la realidad fascistizante de la España franquista del momento, en la que Italia tenía tanto que decir, y en la que el Fascio puso su granito de arena en Málaga.

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