Alarma en Alemania por un festival de rock organizado por neonazis

, | 23 junio, 2019

La policía se moviliza masivamente tras el asesinato del político alemán Walter Lübcke

CARMEN VALERO. EL MUNDO.- «Los tatuajes de cruces gamadas están prohibidos. Hay que ocultarlos con parches o esparadrapo. Tampoco se permiten camisetas con inscripciones anticonstitucionales. Debe primar la fantasía. Por ejemplo «Adolf war der Beste» -Adolf (Hitler) era el mejor».

Los cerca de 700 neonazis que se han congregado este fin de semana en la ciudad sajona de Ostriz, fronteriza con Polonia, para asistir al festival de rock «Schild und Schwert» sabían que los controles policiales iban a ser especialmente férreos. Los organizadores de un festival que responde a las iniciales «SS» -y no por casualidad- lo advirtieron en un menaje por vídeo. Dejad en casa los palos de beisbol y los cuchillos. Atención a las leyendas en las camisetas.

El reciente asesinato del político conservador Walter Lübcke a manos de un neonazi ha convertido la idílica Ostriz, una ciudad de 2.400 habitantes próxima a la frontera con Polonia, en fuerte policial. Agentes de civil y uniformados por doquier. La investigación en curso del caso Lubcke no ha determinado aún si la motivación del crimen y tampoco se ha encontrado el arma con la que se efectuaron los disparos, pero la biografía del acusado, Stephan E. deja entrever que el asesinato fue político. Y existe la sospecha de que pudo no actuar solo.

Al festival «Schild und Schwert» (Escudo y espada) han acudido militantes de extrema derecha de toda Europa, un entramado neonazi entorno a una música propia que cuenta con el apoyo, entre otras organizaciones, de «Combat 18», grupo extremista dispuesto a la violencia y con el que mantuvo contactos el presunto asesino de Lübcke.

La madeja neonazi tiene muchos hilos de los que tirar y la música es uno de ellos. El organizador del festival es Thorsten Heise, vicepresidente del NPD, partido de extrema derecha que se escapó de la prohibición del Tribunal Supremo por ser demasiado pequeño como para poder en jaque el orden constitucional. Heise es la voz y rostro del ala más radical del NPD y está vinculado a «Combat 18», a cuyos hombres suele contratar como seguridad en los eventos que promueve. Los servicios de Interior relacionan además a Heise, con uno de los líderes más radicales de la populista Alternativa para Alemania (AfD) en Turingia, Björn Höcke.

Según el diario Tagespiegel, Höcke ha colaborado en numerosas ocasiones en el periódico del NPD que Heise dirige con artículos firmados con el seudónimo «Landol Ladig». La Oficina de Protección de la Constitución (BND, servicios secretos de Interior) corrobora esa tesis. A la relación de Höcke y Heise se añade, además la que este mantiene con el grupo «Hermandad aria», colectivo de cabezas rapadas encargado en esta edición de la seguridad.

«Lübcke fue asesinado por un loco, posiblemente por su propio hijo», ha declarado Heise, que asegura no conocer a Stephan E. personalmente porque «abandonó el partido antes de que yo entrara».

El 80% de los participantes al festival en Ostriz son hombres. Corpulentos, tatuados hasta las cejas, pantalones cortos y camisetas con inscripciones propias de una sociedad secreta: «Nacional Social» -en siglas NS de nacionalsocialismo-, «Sol negro», representado por círculo con tres cruces gamadas superpuestas. En otras se lee «Quien diga A debe también decir Dolf» o «Wehrmacht -wer macht mit», un juego de palabras que evoca el ejército nazi, la Wehrmacht, y pregunta «wer macht mis», es decir, quien se apunta. Ellas, visten trajes regionales, o, en la versión dura, vaqueros, camisetas negras y piercing. La mayoría pernocta en tiendas de campaña.

El festival transcurre con normalidad, situación a la que han contribuido la fuerte presencia policial, los fuertes llevados a cabo en todos los accesos del recinto y la prohibición total de alcohol. Después de que la policía requisara casi 4.400 litros de cerveza en esos controles, los habitantes de Ostriz, en una acción organizada, compraron todas las existencias de cerveza en los supermercados del pueblo, unas cien cajas. No es la única acción contra los fans del «SS». La presencia de los neonazis en el pueblo incomoda.

Con el apoyo de la alcaldesa, la independiente Marion Prange, los vecinos han sacado a la calle casi 2.000 pares de zapatos, tantos como refugiados intentaron cruzar la frontera. Este domingo se celebrará un festival bajo el lema «La extrema derecha no rockea».

Se ha producido sin embargo un incidente que obligó a la policía a intervenir y subir al escenario. Sucedió anoche, cuando el batería de uno de los grupos se colocó un pasamontaña, en violación de la ley de asamblea. El músico fue detenido y habrá acciones legales contra él, pero su infracción no fue suficiente para suspender el festival.

Un total de 49 conciertos de rock de extrema derecha, casi uno por semana, se han celebrado en el estado de Sajonia el último año. Tres veces más que en 2013. «No son sólo conciertos para radicalizar a la gente, promover bandas de rock y hacer dinero con la venta de discos y camisetas. Son puntos de encuentro. Los cabecillas de los grupos neonazis aprovechan estos conciertos para mantener encuentros, planear actividades y lograr armas.», sostiene la diputada del partido Die Linke (La Izquierda), Martina Renner.

Aquí se encuentran los padrinos del mafioso terror de derechas y eso hace que la presencia de periodistas no es deseada: «Graba mis huevos», espetó a un cámara de televisión uno de los asistentes al festival. «Desparece», advierten otros.

No es la primera vez que Ortriz se convierte en punto de encuentro de la escena ultraderechista. El NPD celebró en 2012 aquí su congreso y el pasado año cientos de neonazis se dieron cita en este pueblo el 20 de abril para celebrar el cumpleaños de Hitler.

Mientras, los actos de homenajes al político asesinado se suceden en todo el país y con ello, un llamamiento a la defensa de los principios democráticos. Porque Lübcke no era el único político amenazado por sus ideas y defensa de la acogida de refugiados. Porque las autoridades alemanas calculan que en el país hay cerca de 12.000 radicales de ultraderecha potencialmente violentos.

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