Una nueva extrema derecha emerge en Rumania

| 30 diciembre, 2020

Un partido antisistema y ultra, alentado por sacerdotes ortodoxos radicales, antiguos mandos militares y la pandemia de coronavirus, irrumpe como cuarta fuerza en el Parlamento

RAÚL SÁNCHEZ COSTA. EL PAÍS.- Hasta las elecciones generales del pasado 6 de diciembre en Rumania —que ganaron los socialdemócratas—, pocos habían oído hablar de la Alianza para la Unión de Rumanos (AUR, que significa oro en rumano). Aquella noche, este partido de impronta ultraderechista dejó perpleja a la opinión pública al emerger de la nada s—se fundó hace un año— para colarse como la cuarta formación política en el Parlamento, tras cosechar más del 9% de los votos (medio millón de papeletas).

“Comenzaremos una revolución conservadora”, proclamó Claudiu Tarziu, de 47 años y copresidente de AUR —al que califica de formación “antisistema”—, tras conocerse los resultados en unos comicios en los que la participación apenas alcanzó el 32%, la más baja desde la caída del régimen estalinista de Nicolae Ceausescu hace 31 años. Esta abstención, sin duda, ha facilitado la irrupción de AUR en el espectro político con unos valores tradicionales de familia, patria, fe cristiana y libertad. “Hasta ahora, la Rumania poscomunista no había tenido un verdadero partido conservador”, critica Tarziu, en referencia al Partido Nacional Liberal (PNL), que quedó segundo en las legislativas (25,2%), por detrás del vencedor Partido Socialdemócrata (PSD), que sumó un 28,9%. Pese a los resultados, el país será finalmente gobernado por una coalición de centroderecha (la alianza centrista USR-PLUS y el partido de minoría húngara, UDMR), liderada por el primer ministro, Florin Cîțu, del PNL.

Respecto al ascenso de AUR, Rumania era hasta ahora uno de los pocos países de la UE que no tenía una fuerza política de extrema derecha con representación parlamentaria. La formación se impuso en algunas áreas rurales del Este. Sin embargo, la mayor sorpresa se produjo en Italia, donde fue la primera opción de los expatriados, y se erigió como la segunda fuerza más votada en España, donde tiene 35 sucursales repartidas por todo el territorio, según el propio partido. “Nos vamos a tener que acostumbrar a esta formación ultra; resistirá, puesto que es el único partido antisistema sobre el que recaerá el descontento de la sociedad”, dice Gelu Duminica, sociólogo de la Universidad de Bucarest.

Con un exiguo presupuesto de un cuarto de millón de euros, sus líderes planificaron una campaña ganadora: se dirigieron en un autocar a las principales plazas de los pueblos más desfavorecidos para transmitir el mensaje de “salvación política”; y lanzaron una campaña agresiva en Facebook con teorías conspiratorias sobre las medidas restrictivas que el anterior Gobierno tomó para combatir la expansión de la covid-19. Una enfermedad que se ha llevado por delante la vida de 15.469 personas en Rumania y ha contagiado a 623.066, según el Grupo de Comunicación Estratégica rumano.

En un país donde la Iglesia ortodoxa y las Fuerzas Armadas gozan de la mayor confianza de los ciudadanos, AUR logró movilizar también al nido de sacerdotes ortodoxos radicales negacionistas de la pandemia, que propagaron bulos sobre Bill Gates, al que acusaron de querer implantar un microchip con la vacuna contra la covid-19, pero también a antiguos mandos del Ejército. Lo hicieron con discursos que recordaban a la narrativa rusa: nacionalismo, homofobia, xenofobia, cristianismo ortodoxo y soberanismo. “Nos tildan de ser una creación de Rusia, de los servicios secretos de Rumania e, incluso, de trumpistas; nada es cierto”, señala Tarziu.

Durante la pandemia, AUR organizó amplias protestas contra el uso de las mascarillas precisamente en zonas donde impera la desilusión hacia los principales partidos del país. El anterior Gobierno liberal se centró en ayudar más a las grandes compañías y a los inversores que a los pequeños emprendedores. “El PNL reaccionó de manera caótica cuando se dio cuenta de que caía en las encuestas. Abrió los mercados para que los agricultores con ingresos modestos que ganan los fines de semana no se vieran tentados a votar a AUR. Pero llegó tarde”, explica Duminica.

Pese a que Tarziu, que ha ejercido como periodista en distintos medios nacionales como Cotidianul, afirma que solo se trataba de manifestaciones a favor de la libertad de elección de llevar mascarillas, Sorin Lavric, presidente del senado interno de AUR —una institución endogámica y cercana al fascismo que imita a los antiguos partidos legionarios de extrema derecha de los años 30 en Rumania—, llegó a declarar que las mascarillas son “inútiles”, “mutilantes” y “un signo de obediencia”. El sociólogo Duminica explica que los ciudadanos “han perdido la confianza” en los líderes tradicionales y se sienten “abandonados”, por lo que “han buscado [en AUR] a sus salvadores”.

Este ascenso de la extrema derecha pasó inadvertido completamente para los medios de comunicación, absorbidos por la pandemia, las luchas políticas y la corrupción que sigue lastrando una de las economías más débiles de la Unión Europea. “Debido a la covid-19 no hemos hecho nuestro trabajo sobre el terreno; no hemos captado el pulso político de la campaña”, se lamenta Cristian Pantazi, periodista del portal G4Media.ro.

De hecho, un hombre que votó a AUR y que prefiere mantenerse en el anonimato ahora se arrepiente de su elección y critica la ausencia de información sobre la formación ultra. “Apenas teníamos información del partido hasta después de las elecciones, cuando los medios comenzaron a analizar su programa y a hablar de sus líderes. Los voté por desafección política, pero desconocía su posición contra la homosexualidad y el aborto”, ilustra. Los líderes ultraderechistas se manifiestan abiertamente hostiles al matrimonio entre personas del mismo sexo, al derecho al aborto y a la UE. También se oponen a la minoría húngara y abogan por la reunificación con la República de Moldavia.

Pese a su visible euroescepticismo, Tarziu revela que AUR tiene la intención de adherirse al Grupo de Conservadores y Reformistas Europeos (ECR; en sus siglas en inglés) en el Parlamento Europeo, que acoge a VOX, Hermanos de Italia y al polaco Ley y Justicia (PiS), entre otros.

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