Un teatro alemán retira el premio a la dramaturga británica Caryl Churchill por acusaciones de antisemitismo.

| 17 noviembre, 2022



El País.-Personalidades de la cultura de Reino Unido tildan de “macartismo moderno” la decisión del jurado alemán, que ha cambiado de opinión tras conocer que la autora apoya a organizaciones palestinas.



La dramaturga británica Caryl Churchill, de 84 años, iba a recibir el próximo día 20 en Stuttgart el Premio Europeo de Dramaturgia que concede cada dos años la compañía teatral de la ciudad alemana. Se trata de un premio prestigioso y bien dotado, con 75.000 euros. En abril pasado el jurado concluyó que su larga y exitosa trayectoria merecía tal reconocimiento, y así se anunció públicamente, pero hace unos días saltó la sorpresa. El jurado decidió dar marcha atrás y retirar el galardón a la autora. El motivo: considera que su apoyo a los derechos de los palestinos es antisemitismo. El premio ha sido cancelado.


En un país donde la negación del Holocausto está tipificada en el código penal y donde las actitudes antisemitas en general están estrechamente vigiladas, no sorprende demasiado la cancelación de una autora sospechosa de prejuicio u odio contra los judíos. Sí ha extrañado, y mucho, en el país de la autora, Reino Unido, donde destacadas figuras del mundo del teatro, la música y el cine han hecho pública una carta abierta este jueves en la que califican lo sucedido de “macartismo moderno”. Entre los 170 firmantes figuran los directores de cine Stephen Frears y Ken Loach y el músico Brian Eno.

Las acusaciones de antisemitismo vuelven a generar controversia en la escena cultural alemana, que hace unos meses se vio sacudida por un caso similar en la exposición de arte contemporáneo Documenta. La organización llegó a tapar con tela negra un mural que contenía figuras antisemitas y un mes después la directora general dimitió.

El jurado del premio alemán asegura que ha cambiado de opinión después de recibir nueva información sobre la dramaturga que desconocía cuando decidió darle el premio. “Hemos tenido conocimiento de la firmas de la autora en apoyo de Boicot, Desinversión y Sanciones”, asegura en un comunicado. Esta organización, conocida como BDS, aboga por el boicot a Israel en respuesta a la ocupación de territorio palestino. El Bundestag, el parlamento alemán, la calificó de antisemita en 2019, y desde entonces no puede recibir dinero público. “La obra Siete niños judíos también puede considerarse antisemita”, añade la nota. “Por eso, y lamentándolo mucho, el jurado ha decidido no conceder el premio este año”, concluye.

El jurado de Stuttgart elogió el “trabajo extremadamente comprometido” de Churchill en la declaración original del premio, que ha sido borrada de la página web. Sus obras son “conocidas, pero no famosas” y rara vez se representan, añadía. “Es hora de una reevaluación y reconsideración”. El jurado está integrado por la directora artística del Teatro Maillon de Estrasburgo, Barbara Engelhardt; el crítico de teatro del periódico Die Zeit, Peter Kümmel; el director artístico del teatro Schaubühne de Berlín, Thomas Ostermeier, y la ministra de Ciencia, Investigación y Arte de Baden-Württemberg, Petra Olschowski. El galardón lo patrocina este Estado federado del suroeste alemán. En 2020, el primer año que se concedía el premio, fue para el autor y director libanés-canadiense Wajdi Mouawad, autor de la aclamada obra teatral Incendios.

Churchill se dio a conocer en la década de los ochenta del siglo pasado con obras feministas y progresistas como Top Girls (1982) y Serious Money (1987). Ha escrito más de 30 piezas. Su obra es conocida y apreciada en el Reino Unido, donde muchos de sus dramas se han estrenado en el Royal Court Theatre. Precisamente en este escenario causó cierto escándalo la obra Siete niños judíos: una obra de teatro para Gaza, cuando se estrenó en 2009. Ya entonces muchos críticos describieron la pieza, que trata sobre el conflicto entre israelíes y palestinos, como antisemita y señalaron que contenía clichés antijudíos. Otros, como el dramaturgo estadounidense Tony Kushner, que es judío, la defendieron: “Es perturbadora, provocativa, pero de manera apropiada, dada la magnitud de la calamidad que envuelve en sus páginas. Cualquier obra de teatro sobre la crisis de Oriente Medio que no despierte la ira y la angustia ha errado el tiro”, escribió en su crítica para The Nation.

La prensa alemana ha destacado que el apoyo de Churchill al movimiento BDS es conocido desde hace muchos años, como sus simpatías hacia la Campaña de solidaridad con Palestina, otra organización controvertida en Alemania. El jurado “podría haber investigado un poco antes de conceder el premio”, dice el Süddeutsche Zeitung.

El teatro de Stuttgart “entiende la decisión del jurado y la apoya”, asegura su director artístico, Burkhard C. Kominski, en declaraciones enviadas por escrito a EL PAÍS. La ministra de Cultura de Baden-Württemberg también ha apoyado públicamente al jurado. “En Alemania tenemos una responsabilidad histórica especial. Por ello, como país adoptamos una postura clara y no negociable contra cualquier forma de antisemitismo. Con estas circunstancias no puede concederse un premio financiado por el Estado. En mi opinión, era crucial que el jurado reaccionara inmediatamente y dejara clara su posición”, señaló hace unos días. La organización todavía no ha decidido qué hará con el importe del premio retirado.

La carta pública de los artistas británicos califica la decisión de “ataque a la libertad de conciencia” asegura que “plantea preguntas urgentes sobre un patrón de intimidación y silenciamiento en Alemania, y más allá”. “Creemos que que los objetivos del movimiento BDS dirigido por palestinos -el fin de la ocupación, la plena igualdad de los ciudadanos palestinos de Israel y el derecho al retorno de los refugiados palestinos- se ajustan al derecho internacional”, añade.

Churchill asegura que su obra trata sobre “familias que quieren proteger a los niños y se preguntan qué contarles sobre cosas terribles, un pogromo, el Holocausto, el bombardeo de Gaza [de 2009]”, según The Guardian. “Es una crítica al trato de Israel a los palestinos; no es un ataque a todos los judíos, muchos de los cuales también son críticos con la política israelí. Es un error confundir a Israel con todos los judíos. Una obra política se ha creado enemigos políticos, que la atacan con calumnias de antisemitismo”, añadió.

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