Un joven de Cervo confiesa un falso asesinato en Fuenlabrada para entrar en una banda.

| 13 junio, 2022

El Progreso.- La Guardia Civil de Burela descubre que es mentira y ahora le imputa un delito de falso testimonio.

Un joven latino vecino de Cervo se autoinculpó de un crimen inexistente para entrar en una banda organizada de delincuentes, pero la Guardia Civil descubrió que todo era mentira y ahora le imputa un delito de falso testimonio. El chico, de 25 años, presentó hace unas semanas una denuncia en el cuartel de Burela autoinculpándose de un asesinato en Fuenlabrada (Madrid), lo que motivó que los agentes comenzaran a investigar y comprobasen que no les cuadraba el relato del falso homicida.about:blank

El denunciante acabó denunciado por los guardias del acuartelamiento, quienes iniciaron las investigaciones oportunas y descubrieron que no existía el asesinato que decía haber cometido el joven, quien ante la presión de los agentes acabó confesando cuál era su objetivo: formar parte de la banda latina. Esta le exigía matar a alguien para entrar en la misma, por lo que mintió al presentar la denuncia para conseguir ese propósito.

La presencia de bandas latinas está al orden del día en ciudades como Madrid, donde la Fiscalía de la comunidad calcula que podría haber 1.200 pandilleros repartidos en unas 400 bandas criminales. El grupo Latin Kings, descabezado por la Policía Nacional en 2013, fue de los primeros en actuar en España. La mayoría son minoritarios, pero su presencia lleva aparejado trapicheo de droga, peleas entre bandas rivales, atracos continuos y apuñalamientos. Los tres más numerosas son los Ñetas, los DDP y los Trinitarios.

Estas bandas emplean técnicas de persuasión y adoctrinamiento rápidas y muy peligrosas. Captan a jóvenes en la adolescencia, según los especialistas, quienes indican que la inestabilidad emocional junto al deseo de pertenencia a un grupo y de sentirse protegido podría llevar a un joven a quedar atrapado en ellas. Los vulnerables y de entornos marginales son más propensos a caer en estas redes.

Se tratan como si fuesen hermanos, pero acaban despersonalizados y sin identidad. Una vez abducidos se convierten en fanáticos sectarios, son uno más al que colocan un machete en la mano. Destacan por ser machistas, violentos y territoriales. Sus ritos de iniciación van desde palizas por parte de los veteranos hasta pinchar a personas en el metro, pues tienen que demostrar su valentía y lealtad a la organización. En el caso del chico de Cervo, le pedían que cometiese un crimen en Fuenlabrada y él no se atrevió, por lo que urdió ese rocambolesco plan de autoimputarse, que obviamente no salió bien.

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