Steve Bannon y la ultraderecha en Europa

, | 12 enero, 2019

Esteban Ibarra y el editor de opinión del Washington Post Elías López nos ayudan a trazar el perfil del hombre que ayudó a Donald Trump a lograr la presidencia de EEUU con una campaña basada en el nacionalismo y el odio a los inmigrantes. Un discurso que está volviendo a arraigar en Europa animado entre bastidores por Steve Bannon

PABLO MORÁN / JAVIER BAÑUELOS / LUCÍA RIERA. CADENA SER.- El que fuera director de campaña de Donald Trump, Steve Bannon, ahora pretende exportar su discurso ultraderechista en Europa. Esteban Ibarra, presidente de Movimiento contra la Intolerancia, nos ayuda a trazar el perfil del hombre en la sombra de Trump, un banquero que entró tarde en política, en 2012.

“Islamófobo y antisemita”, según lo describe Ibarra, causó muchos enfados en los consejos judíos e islámicos, llegando a ser expulsado por Trump por ser demasiado radical. A raíz del ataque racista y neonazi de Charlottesville se le expulsa tras apoyar el atropello y culpar a los manifestantes. Es ahí cuando viene a Europa con el proyecto de “unificar a las tres derechas: la derecha extrema, la extrema derecha y la ultraderecha”, señala Ibarra, “en un proyecto político que tenga un peso importante de destrucción de la Unión Europea”. Incluso con su estética trata de conectar con su idea populista, quiere estar cerca de los sectores populares, “va a buscar las contradicciones que tiene la propia UE”, poniéndose del lado de los sufrimientos de los trabajadores que el sistema no ha resuelto y “los va a explotar de una manera muy perversa”, como han hecho todos los fascismos, opina Esteban Ibarra.

Elías López, editor de opinión internacional del Washington Post, nos ha contado que Bannon comenzó a conseguir su influencia porque “fue el director de un medio llamado Breitbart, un medio digital, que era una forma para la derecha en la que él coordinó un equipo editorial con cobertura muy favorable hacia las políticas de la derecha y asociadas a los Republicanos, pero con un tono bastante anti establishment, y uno de los temas en los que se enfocó fue la inmigración”. Bannon, además, fue ejecutivo muchos años en finanzas en Wall Street. Luego fundó una productora y “es ahí donde empieza a estudiar el rol de los medios, de la producción de documentales, obviamente con un tinte bastante político, conservador, de derecha. Y aprovecha para promover los temas en los que está apasionado, que son la inmigración, el nacionalismo y el reto que China representa para la hegemonía de EEUU”, asegura López.

Cuando Bannon empieza a hacerse un nombre como editor, reconoce en Trump “una figura mediática muy importante que podía ser el vehículo para llevar a la realidad muchas de sus políticas nacionalistas”. Y habla de un nacionalismo que “usa conflictos raciales para polarizar” y que considera que EEUU debería “retirarse del papel que tiene de liderazgo en el mundo y ocuparse de los problemas internos, dar prioridad a la manufactura y la producción en EEUU, limitar seriamente la inmigración…”

En los últimos meses de campaña de Trump, Bannon asume su dirección. Hasta ahora había sido un simple consejero de Trump, pero con la victoria en las elecciones se convierte en “una de las figuras de estrategia política más importantes del país”. Bannon ayudó a Trump fundamentalmente a “afilar los mensajes nacionalistas sobre todo de inmigración, y cuando Trump ve la reacción entre las multitudes ante su propuesta del muro, ante su retórica contra la inmigración”, Bannon ve que esa es la línea en la que debe presentarse. A partir de aquí el discurso de Trump se vuelve mucho más xenófobo y nacionalista, explica López. “America First es la línea nacionalista de Bannon, que viene de extender las bases de la derecha, sobre todo porque vio desde Internet como estas comunidades están muy organizadas, conectadas y son influyentes”, con líderes de opinión en Fox News y otras cadenas que le indican a Trump que con ese mensaje va a ganar.

Sin embargo, Bannon termina cayendo en desgracia. López le encuentra explicación en que Bannon representa el anti establishment, y Trump a su entrada en La Casa Blanca se enfrenta a tener que gobernar con el partido Republicano al que había insultado y del que se había desligado durante la campaña, porque logra la victoria como el empresario ajeno a los aparatos políticos. Al tener después que cultivar relaciones con los legisladores republicanos, Bannon representa una corriente contraria. Surgen dos corrientes contrarias dentro de la Administración de Trump: por un lado, Jared Kushner, su yerno, que tiene conexiones con el partido republicano, y por otro está Bannon, que quiere aprovechar el capital político de Trump para imponer su agenda pasándose por encima a los diputados y senadores. Y Trump reconoce que no va a poder llevar a cabo su agenda con una figura tan antagónica como Bannon.

Steve Bannon, por su parte, ha encontrado en Europa una forma de seguir expandiendo su influencia en las corrientes de ultraderecha que están surgiendo. “Él se ve como el gran visionario de este movimiento global de derecha”, cree Elías López, rechazando la globalización y las instituciones, pero con “un éxito bastante limitado”, porque cada movimiento de derecha que se ha producido en países como Austria, Alemania, Italia, España, “obedece a condiciones muy particulares y a pesar de que comparten cierta retórica y cierta manera de ver el mundo, Bannon no está equipado para crear un mensaje único y para ofrecer una fórmula única a estos movimientos y a estos líderes”.

Bannon pensó que sería sencillo unificar el discurso, sin embargo, en muchos casos, como el el de Marine Le Pen, en Francia, incluso se le ve como un actor norteamericano caído en desgracia que viene a intentar hacer su negocio a Europa. Como movimientos nacionalistas no quieren que se les imponga una agenda estadounidense, por lo que a Bannon se le ha complicado mucho más de lo que pensaba su influencia en la política nacionalista europea.

Esteban Ibarra también está de acuerdo en la dificultad de unificar el discurso de Bannon en toda la UE porque “la realidad europea es muy diversa y no es lo mismo Alternativa para Alemania, uno de los puntos de referencia de Bannon, que el Frente Nacional francés o Vox”. Cada uno tiene su proceso histórico, pero Bannon está intentando articularlo todo de cara a las elecciones europeas a través de la oficina que ha creado en Bruselas.

A través de su proyecto “El Movimiento”, Bannon intenta agrupar en una corriente “poco definida”, a juicio de Ibarra, a todos los partidos de extrema derecha, derecha extrema y ultraderecha de Europa. Ha contactado con todos estos grupos e incluso ha venido a España y se ha reunido con Vox. Será después de las elecciones europeas cuando podamos analizar su capacidad de influencia en la derecha en Europa. Su objetivo es “aglutinar euroescépticos, eurófobos y soberanistas”, distingue Esteban Ibarra, y alerta de que todo esto “en un momento al alza nos puede dar una extrema derecha populista, nacionalista, con la bandera de la inmigración y con más banderas, como el rechazo LGTBI o la islamofobia”.

El rechazo al globalismo y la quiebra de la Unión Europea son las principales herramientas de Bannon para unificar las derechas europeas, según Ibarra. La tecnología y las redes sociales han servido a sus propósitos en gran medida ayudando a la difusión de sus ideas. Frente al odio lo que se debe hacer es “denunciar”, defiende Ibarra e insiste en que “ellos levantan la bandera de la libertad como levantan la bandera de la democracia como hizo Hitler o Mussolini, para matar la democracia y para matar la libertad”. Además, nuestra capacidad de defender las noticias verdaderas, asegura, va a depender “de la madurez política de nuestra ciudadanía” frente a la “mundialización del odio y la intolerancia” que se está produciendo.

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