Soy español y soy negro

| 11 enero, 2017

Los afrodescendientes denuncian una discriminación constante y piden una ley que los reconozca como comunidad en España

SARA ROSATI. EL PAÍS.- Nayr Macedo es una joven politóloga española de pelo largo, rizado y rojo. Viste con minifalda y medias, apenas lleva maquillaje y tiene una mirada penetrante. Habla con determinación. Es como cualquier otra chica de 22 años, pero muchos intentan hacerla sentir diferente por un motivo: su madre es africana. “Nosotros en ningún momento decidimos que éramos negros, amarillos o azules”, dice. “Son los otros los que me dicen que soy negro”, asiente a su lado Rubén H. Bermúdez.

Nayr, Moha, Paula y Rubén son cuatro jóvenes negros. “Vete a tu puto país”, “No alquilo pisos a gente como tú”, “¿Al ducharte destiñes?”, “¿Es tu madre o tu niñera?”, “Identificación”, “Ven conmigo, te doy diez euros”, “No puedes entrar”, “Tus primos son unos monos”. Estas frases las han escuchado a lo largo de la vida y en repetidas ocasiones. Pertenecen a la comunidad afrodescendiente española. Una pequeña parte de los 300 millones de descendientes de africanos que fueron trasladados como esclavos a América, Asia o Europa. En España no hay un censo oficial.

Paula Prudencia Napi Collins, estudiante de Gestión y Administración Pública, de 20 años, es un ejemplo de las consecuencias del colonialismo. Sus padres nacieron cuando Guinea Ecuatorial era española: “Yo me di cuenta de que era negra al llegar a España”. “El hecho de ser negro, te hace vivir una realidad distinta a la realidad sociocultural española”, cuenta Moha Gerehou, periodista de 24 años y presidente de SOS Racismo Madrid. Pese haber nacido en España, ha tenido que enfrentarse en numerosas ocasiones a la discriminación.

Rubén H. Bermúdez, fotógrafo de 35 años, tiene la piel clara y lleva el pelo afro pero no conoce el porqué de sus rasgos. Proviene de una zona de Extremadura en la que hubo esclavos hasta el siglo XIX, pero apenas le hablaron en la escuela de África. En el sistema educativo español no se incluyen contenidos que expliquen la relación histórica entre España y un continente con el que tiene frontera terrestre y marítima. En 2010 el PSOE presentó una proposición no de Ley sobre Memoria de la esclavitud, reconocimiento y apoyo a la comunidad negra, africana y de afrodescendientes en España que fue aprobada por unanimidad en la Comisión de Igualdad. Sin embargo, la iniciativa se quedó prácticamente en un gesto.

La Sociedad Africana y Afrodescendiente en España exige que esa proposición se eleve a rango de Ley y que además se ahonde en la inclusión plena de esta comunidad en la sociedad. Piden una Ley específica contra el racismo tanto institucional (policial, judicial y sanitario) como social. Este último reflejado en las dificultades de acceso a la vivienda, la desigualdad laboral y de género, y el incremento de las agresiones racistas. Entre los 1.328 casos de delitos de odio registrados en 2015, el principal motivo era el racismo.

Los medios de comunicación, añade Napi, no han contribuido a cambiar el imaginario colectivo que se tiene de los negros: “Han ayudado a perpetuar los estereotipos”. En numerosas ocasiones se asocia a la comunidad negra con la inmigración ilegal y la delincuencia. La publicidad muchas veces excluye a esta parte de la población o la ridiculiza. “Los Conguitos son una representación muy burda de nosotros: un negro con un taparrabos y una lanza”, apoya Rubén H. Bermúdez.

 Y otro de los campos donde esta comunidad está infrarepresentada es en la política. “Necesitamos que las instituciones representen realmente a la sociedad”, dice Moha Gerehou. En España solo hay una parlamentaria negra entre los 616 Diputados y Senadores: Rita Bosaho, de Unidos Podemos. Fue elegida en diciembre 2015. El único alcalde negro de todo el país se llama Juan Antonio de la Morena, pertenece al Partido Popular y es regidor de Villamantilla (Madrid) desde 2007. Teniendo en cuenta que la población afrodescendiente con derecho a ser elegible en España ronda el millón de personas, correspondería que hubiese al menos 177 alcaldes, calcula la Sociedad Africana y Afrodescendiente en España.

“El racismo que existe en España es estructural”, sentencia Gerehou. Para Macedo, el racismo está en pequeños actos y obstáculos diarios. Para dar un ejemplo cuenta que un profesor en la facultad le preguntó que qué hacía una chica tan negra en la Universidad, que mejor se buscara un marido porque ella no servía para estar ahí. A Napi la discriminación la ha acechado desde que pisó España. “O yo he tenido muy mala suerte, o esta es una sociedad racista”.

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