“Si no quieres ver tuits nazis, finge que estás en Alemania”

, | 22 diciembre, 2017

Twitter combate el discurso del odio mientras lidia con las leyes de cada país y el riesgo de censura

JAVIER SALAS. EL PAÍS.- El presidente de EE UU desayuna, entra en internet y difunde para todo el planeta propaganda neonazi. Este episodio, digno de ficciones distópicas como Black Mirror, sucedió tal cual el pasado 29 de noviembre, cuando Donald Trump entró en el perfil de la periodista ultraderechista Ann Coulter y desde allí retuiteó para sus 44 millones de seguidores (y en realidad para todo el planeta) tres vídeos racistas compartidos por Jayda Fransen, la número dos de Britain First, una organización fascista del Reino Unido. Twitter tocaba suelo, tras pasar de ser la red de la libertad de expresión a convertirse así en la plataforma de difusión masiva, a escala global, del discurso del odio más aterrador.

Junto con ella, comenzaron a desaparecer numerosas cuentas vinculadas a grupos de odio. Un gesto que muchos usuarios venían demandando desde hace tiempo, hasta el punto de buscar trucos para evitar a los ultras en Twitter. A comienzos de diciembre, la periodista Virginia Heffernan tuiteó una sugerencia que ha recibido mucho apoyo: mudarse a Alemania. Al menos, virtualmente. Porque al cambiar la configuración de usuario y ubicarse en este país, aplicaría la legislación alemana, mucho más restrictiva contra los delitos de odio. La periodista aseguró que los nazis habían desaparecido y animaba a otros a mudarse con ella.

Después de que Heffernan lo difundiera, el portal de comprobación de bulos Snopes confirmó que es cierto. Por ejemplo, al cambiar la ubicación, el usuario deja de ver algunas cuentas nazis. Todo en virtud de la controvertida ley Netzwerkdurchsetzungsgesetz (NetzDG) que entró en vigor el pasado octubre y que obliga a las plataformas a borrar todo mensaje considera ilegal en Alemania —como esvásticas o negación del Holocausto— en menos de 24 horas después de haberse denunciado. Si no lo hace, las multas para compañías como Facebook, Google o Twitter pueden ser de cinco y hasta 50 millones de euros. Cualquiera lo puede comprobar mudándose virtualmente a Alemania: nada más hacerlo ya permite reportar tuits invocando la NetzDG.

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