Noche de cólera en Lavapiés

| 16 marzo, 2018

«Queremos que el barrio arda y todo el mundo se entere», claman participantes en la protesta por la muerte de Mame Mbaye

JULIO NÚÑEZ. EL PAÍS.- El esqueleto de una motocicleta continuaba oliendo a neumático quemado cuando al borde de esta madrugada un grupo de manifestantes se dirigía a la plaza de Nelson Mandela por la calle de Mesón de Paredes, en el barrio de Lavapiés, en el centro castizo de Madrid. A su paso gritaban insultos a la policía, a la que culpaban de haber matado a uno de sus compañeros manteros. “¡Justicia!”, “¡asesinos!”, ¡hijos de puta!», clamaban. Esa tarde, Mame Mbaye, un hombre senegalés de 35 años, moría de una parada cardiorrespiratoria en la calle del Oso, según han indicado fuentes policiales. Además, el Ayuntamiento de Madrid ha afirmado este viernes que los agentes no persiguieron al fallecidoantes de morir, como aseguran varios testigos y un compañero del vendedor.

A su paso, una veintena de contenedores ardían ante la estupefacción de algunos vecinos que pasaban por allí. “No hagáis fotos, llamad a los bomberos”, le comentaba una mujer a un joven. “Queremos que el barrio arda y se entere todo el mundo por lo que ha pasado esta mañana”, respondió un joven de nacionalidad española [Mbaye falleció sobre las 17.00].

En la plaza de Nelson Mandela, más de medio centenar de magrebíes destrozaban el arbolado, reventaban una cabina y quemaban las bicicletas públicas. Algunos que se cruzaban con ellos les gritaban en su idioma natal que no fueran tan violentos, que dejasen de lanzar adoquines a las ventanas de la plazoleta. En Lavapiés, el 50% de la población es de origen extranjero y está considerado el barrio más multicultural de Madrid y el que mayor cantidad de asociaciones y movimientos vecinales concentra de la capital.

“Por favor, los árboles no. Son para los niños”, le reclamaba llorando una mujer a unos jóvenes que saltaban sobre unos árboles. “¿Los niños? ¿Acaba de morir una persona y te preocupan las plantas?”, le recriminaba uno de ellos con el rostro tapado. Algunos asistentes, que se negaban a ser grabados, se armaron con piedras y caminaron en dirección hasta la plaza de Lavapiés. “¿Te crees que no me gustaría vivir como tú? He tenido que huir de mi país. No hago daño a nadie, solo vendo ropa y si la policía me ve, me agrede. ¿Por qué? Si vienes a mi país te recibimos con los brazos abiertos, no con golpes”, explicaba un mantero a una chica.

“Vaya mierda de país”. “Mierda de país, no. Mierda de políticos. ¡Mira!, hay más blancos que negros manifestándose. Mucha gente está con nosotros”, discutían dos manifestantes. Varias personas encapuchadas rompieron los cristales de una sucursal del banco La Caixa y robaron varios objetos, como una televisión y algunos extintores. “No grabéis. Luego contáis los que os da la gana”, gritó un joven mientras disparaba un poco de espuma a una cámara de televisión. “Siempre son los mismos los que la lían en las manifestaciones. Luego nos echan la culpa a los del barrio y a los inmigrantes que estamos aquí pacíficamente”, gritaba un hombre frente a la puerta de la sucursal bancaria. 

“Basta ya del maltrato. Estamos cansados. Estamos reclamando nuestros derechos. Lo que ha hecho la policía es totalmente injusto en pleno siglo XXI. Es ilegal y racista. Las autoridades españolas son cómplices”, declaró un hombre magrebí a los medios. A las doce de la noche, los agentes comenzaron a entrar en la plaza y la gente se dispersó. Algunos manifestantes continuaron lanzando piedras desde el otro extremo de la calle sombrerete que hace esquina con la calle del amparo, al tiempo que los agentes antidisturbios lanzaban algunas descargas de pelotas de goma hasta que, finalmente, la manifestación se disolvió.

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