No hace falta crispar: Meloni y el inesperado éxito de la ‘otra’ extrema derecha

| 8 noviembre, 2020

Mientras la popularidad de Salvini se hunde, Giorgia Meloni, líder del partido de extrema derecha Fratelli d’Italia sube como la espuma con un discurso distinto al de la virulencia

JAVIER BRANDOLI. EL CONFIDENCIAL.- Un icono pop de la periferia romana, a la que sus seguidores convierten sus mítines en rap, del pueblo y para el pueblo, una más del nutrido grupo de las enfadadas clases obreras italianas, firme y directa, con el tono exacto de las tertulias de los bares, y líder del partido (entre los que tienen presencia parlamentaria) más a la derecha del largo espectro político conservador italiano. A Giorgia Meloni, la líder de los extremistas Fratelli d’Italia (FdI), no la votan como se dice ahora en España los «cayetanos», ni en sus mítines reúne a la alta burguesía pía italiana, sino que su exitoso movimiento se nutre de la vieja y poderosa extrema derecha de los suburbios a la que se incorporan cada día más unas clases bajas que se cansaron de recibir en los mítines de la izquierda una clase de filosofía.

“La extrema derecha extirpa el problema, cirugía sin quimioterapia, y la izquierda te convence de que no tienes el problema o te recomienda practicar yoga”, ejemplifica Berto, un romano votante del ideológicamente transversal Movimiento 5 Estrellas en las pasadas elecciones y que ahora dice “votaré por el FdI”.La nueva pobreza italiana: señoras de clase media pidiendo comida a los okupasJAVIER BRANDOLI. ROMAEl covid ha puesto en la calle, o frente al hambre, a gente que era clase media y nunca imaginó que podría llegar a algo así. Centenares de romanos tienen que pedir alimentos y ayudas

Lo interesante de este fenómeno de un partido de extremísima derecha, para diferenciarlo de la extrema derecha de la Lega, y de la sólo derecha de Forza Italia, es cómo FdI ha pasado de ser un partido residual hace dos años (4,3% de los votos en las últimas generales) a ser en este momento la creciente cuarta fuerza política italiana, con un 16,7% de apoyos, según un reciente sondeo de la empresa Tecne.

No lo ha hecho como han probado otros desde un discurso sólo visceral, ni ocupando un espacio político extremista vacío, sino desde una aparente moderación de la forma más que del fondo. FdI usa los tres conceptos básicos de cualquier partido de extrema derecha europeo -patria, inmigración y familia-, pero en plena crisis del covid en vez de lanzarse a buscar titulares y lanzar ataques a un gobierno que iba creciendo en apoyos en las encuestas, como sí ha hecho el líder de la Lega Matteo Salvini, ha mostrado determinación y prudencia, y ha conseguido el milagro de sin dejar de decir sus viejas ideas extremas dejar de parecer sólo un partido extremo. “Meloni ha buscado ser la derecha moderada. Hace un año el FdI era el refugio de los exfascistas, pero ahora se ha depurado y ha abrazado algunas causas que no son clásicas de la extrema derecha”, explica Carmelo Caruso, periodista de Il Foglio que sigue la figura emergente de la lideresa, a El Confidencial.

El tándem con Salvini

Al menos Meloni no ha parecido que mercadeaba votos con el virus y los ciudadanos han premiando que no añadiera gasolina a la rebosante hoguera. El actual fenómeno Meloni no se entiende sin el fenómeno Salvini. Ambos, condenados a entenderse para formar un futuro gobierno conservador y condenados a luchar para saber quién lo encabezará entre ellos, se han convertido en dos vasos comunicantes. “Salvini se ha equivocado. Ella es el espejo del fracaso de Salvini que sonaba estos meses como un disco rayado y ella ha conseguido tener un discurso propio. Él hablaba de complot y ella se ofrecía a dialogar con el primer ministro Conte”, explica Caruso. “No es verdad que Salvini y yo estamos siempre discutiendo. Alguna vez pensamos de modo distinto, pero nos tenemos un afecto estable”, declaró ella el pasado junio.

La Lega en enero, antes del virus, se movía entorno a un destacado 33% de apoyos y hoy tiene un 24%, lo que le permite en todo caso encabezar las encuestas, mientras que FdI ha pasado del 10% de entonces al actual 16%. Los mensajes de ambos partidos siguen siendo similares, pero la sensación es que Meloni es una ultra de Italia y Salvini es un ultra de él mismo. Salvini parece alguien capaz de decir cualquier cosa, incluso ahora parece que inicia un giro al centro-liberal, y ella siempre dice lo mismo y cambia sólo los acentos. “En un momento de crisis de la política, economía, ideales, es necesario recordar de dónde venimos, nuestra herencia de valores, nuestra cultura e identidad. Porque nunca como ahora es peligroso ceder a la tentación de la desvinculación, la apatía y la indiferencia disfrazada de lucha contra la casta”, decía en mayo de 2012 la entonces joven exministra de la Juventud, Giorgia Meloni, en la presentación de su libro “Nosotros creemos”.

Y es que el origen, su origen, forma de hecho parte de su figura política. “Ella fue abandonada por el padre, vivía en el barrio romano de la Garbatella, trabajó de niñera, vendedora de discos en mercadillos o camarera en el celebre bar romano Piper, se ha hecho a sí misma y hoy es la única mujer líder de un gran partido en Italia”, explica Caruso. “Yo era una niña feliz, muy rígida y orgullosa. No he visto a mi padre y no lo echo de menos. Se fue cuando yo tenía 2 años y a los 11 decidí no verlo más. Cuando murió no sentí odio sino indiferencia. Mi abuela María por el contrario ha sido una segunda madre”, declaró ella misma en una entrevista televisiva. Ese pasado es algo común a muchos italianos de las generaciones de la posguerra donde muchos hombres acabaron inmigrando fuera y abandonaron a sus familias generando un drama social que se denominó como “viudas blancas”. En un tiempo en el que los políticos son todos vistos como comilones alienígenas, Meloni es la vecina que cualquiera encuentra en el ascensor.

Desde ahí, desde esa vida de barrio, ella comienza a involucrarse en política en la universidad con grupos extremos como el Movimiento Social Italiano (MSI) del neofascista Giorgio Almirante, al que ella reconoce como mentor, y que acaba en la algo más moderada Alianza Nacional de Gianfranco Fini y en su actual FdI. Con el covid se ha convertido en una mujer de estado, recientemente elegida como presidenta de grupo conservador europeo al que pertenece el español Vox, y gran figura emergente de la política italiana.

Cambio de estrategia

¿De verdad se ha moderado Meloni? “Ella sueña con ser la líder de la derecha italiana. Hoy ella no se reconocería como de extrema derecha. Su vértice ideológico es claro: patria, familia e inmigración”, dice Caruso.

“Macron, quita las manos del Monte Blanco. Paremos la invasión francesca y defendamos nuestras fronteras”, es un tweet suyo del pasado 20 de octubre ante un nuevo conflicto fronterizo en este monte compartido por ambos países. La patria, defender la patria, forma parte de su retórica constante. “La izquierda quiere tirar abajo la historia, nosotros queremos redescubrirla. Cristoforo Colombo, un gran italiano”, decía el pasado 12 de octubre.

Meloni es capaz de denunciar los desembarcos ilegales de africanos y los rescates de los barcos en el Mediterráneo, a los que acusa de mafias y de portar con ellos el virus, y a la vez pedir la medalla de oro al valor civil para Willy Monteiro, un joven de 21 años de origen de Cabo Verde al que mataron de una paliza en un famoso crimen de odio racial ocurrido este verano. Por supuesto que la inmensa gran mayoría de los ciudadanos italianos, voten a quien voten, están en contra de que se mate a cualquiera de una paliza sea cual sea su color de piel, pero Meloni es cercana, hace suyo también ese discurso y asume con vehemencia causas que están contra la sensibilidad incluso de alguna parte de sus votantes.

“Un pensamiento y una oración por Maria Paola, arrancada su vida a los 18 años a manos de su hermano. Hay tanta violencia detrás de esta inaceptable muerte: desde la que hay contra homosexuales a la que hay contra las mujeres. Incluso aquella indigna idea de que una mujer no puede elegir por sí misma y necesita el permiso de alguno para ser libre”, decía la líder de FdI al conocerse el reciente trágico suceso de un hermano que mató a su hermana al saber que tenía una relación con un transexual. “Meloni nunca tendrá el apoyo de las mujeres de izquierda que la desprecian”, explica Caruso.

De hecho, el mensaje tuvo una respuesta contundente de la comunidad LGTBi italiana a través de algunos comunicados. Algunos hablaron de “incoherencia”, otros escribieron “Meloni no tiene vergüenza” y otros como el grupo LGTBi Sentinelli de Milán apuntaban que “Meloni y su partido tiene una obsesión contra las personas homosexuales y transexuales. Toda su retórica de Dios, patria y familia son el caldo de cultivo que alimenta el odio diario. No nos importan las lágrimas de los chacales”. FdI, como grupo, se ha manifestado y opuesto reiteradamente a los matrimonios y adopciones gays, y muchos ven en los gestos de Meloni una falsedad medida, aunque ella siempre ha sido contundente en denunciar los ataques violentos a este colectivo: “Reiteramos nuestra firme condena por tanto a todo tipo de homofobia. Tales iniciativas vulgares y superficiales no pertenecen a la cultura y la forma de hacer política con la que queremos caracterizar a Fratelli d’Italia”, decía ella ya en 2013 cuando unos miembros de su partido publicaron un video denigrante hacia los homosexuales. En redes sociales, algunos de sus propios votantes le criticaron aquel comunicado.

La candidata más fuerte

La inmigración, la patria, el soberanismo y la familia… son el programa mediático del FdI. Mensajes muy simples y maniqueos que van al estómago de los votantes en una estrategia muy similar a la de la Lega. La diferencia es que ella empieza a ser una candidata más fuerte que Salvini, pero su partido es más débil que la Lega.

Sólo hace unos meses parecía que Meloni podía aspirar como máximo a convertirse en alcaldesa de Roma en las próximas elecciones de 2021 y alcanzar un gran éxito político, pero en política todo pasa muy deprisa y antes de ganar nada ese reto se le ha quedado ya pequeño. Ella se sabe clave para un futuro gobierno de centro derecha en Italia que desbanque el actual gobierno del Partido Democrático y el Movimiento 5 Estrellas. Sólo el FdI mejora en 2020 resultados electorales en todas las circunscripciones dentro del bloque conservador, pero todo lo que sube rápido baja también deprisa. “Estrella creciente”, la califica Financial Times. ¿Georgia Meloni es una estrella o una estrella fugaz?, se preguntan analistas clásicos como Luigi Bisignani. Y la respuesta quizá es más simple: Meloni es el espejo de una realidad, desencantada, extrema y radical, a la que ella pone voz. No es una estrella, es asfalto.

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