No al “hogar” xenófobo en Zaragoza

| 8 mayo, 2015

ESTEBAN IBARRA.- De un tiempo a esta parte, en el albor de esta crisis, somos testigos del renacimiento de manifestaciones racistas y neonazis que pervierten el Estado de Derecho y dañan la convivencia ciudadana. Sufrimos, con la incredulidad de quienes creen y luchan por un mundo solidario y diverso, la ocupación por parte de grupos del mundo neonazi de un edificio en el barrio de las Fuentes, sin que nuestras instituciones muevan un solo dedo por cerrarlo. Grupos neonazis y racistas que utilizan el hambre para generar discordia y enfrentar a quienes menos tienen por un puñado de alimentos, que discriminan a los inmigrantes por el mero hecho de serlo, que hacen una utilización maniquea de prejuicios exacerbados para atentar contra quienes les asignan un distintivo que los estigmatiza, culpabilizándoles además de ser como son, incluso de sufrir la violencia a la que diariamente son sometidos.

Esta ocupación genera problemas de convivencia entre quienes lo habitan y están aumentando preocupantemente las manifestaciones racistas en un lugar que, hasta ahora, siempre ha dado la bienvenida a todas las personas que fomentaban la convivencia y la integración, además de señalar en el barrio a quien se posiciona contra esta injusticia.

De hecho, en febrero fuimos testigos de la detención y encausamiento de varios jóvenes que, ante la ausencia irresponsable de reacción institucional adecuada, decidieron luchar contra estas manifestaciones de fascismo y de racismo que se estaban produciendo. Diez jóvenes, dos de ellos todavía incomprensiblemente en prisión provisional, están pendientes de juicio por enfrentarse contra quienes celebraron en este edificio un concierto de música RAC, esa música de odio que incita a la violencia y ataca principios fundamentales como la libertad, la igualdad, la justicia, la solidaridad y la tolerancia.

El racismo, la xenofobia y la intolerancia ponen en cuestión valores democráticos sobre los que se ha estado construyendo nuestro ideal de sociedad intercultural y democrática, una sociedad que es un mundo, un mundo que es un crisol cuyo respeto a las diferencias y al principio de igualdad son dañados por manifestaciones fascistas y racistas, que atacan la dignidad intrínseca de la persona, al valor en sí de los seres humanos.

No debemos dejar ni un solo espacio de acción a los partidos y grupos neonazis y racistas que hacen del miedo su estrategia y del odio su bandera, que emplean la falsa caridad como anzuelo y la violencia como herramienta, ni permitir “hogares” ocupados por quienes promueven una falsa caridad que fomenta la discriminación y el odio racial, xenófobo, antisemita, homófobo e intolerante. Debemos desenmascarar a las organizaciones estudiantiles neonazis que aprovechan el descontento de una juventud sin futuro para crear adultos que antepongan himnos y banderas sobre la inmensa y rica diversidad humana. Debemos señalar a los grupos ultras que jalean en los estadios de fútbol consignas que pisotean la dignidad de quienes nacieron en el extranjero, de las mujeres, de quienes tienen una orientación afectivo-sexual diferente o de quienes tienen una ideología de izquierdas o libertaria. Y a aquellos falsos ecologistas que utilizan el ecologismo como excusa patriota para adueñarse de un legado natural que pertenece a la Humanidad, pues no es sino fruto de nuestra generosa y mancillada Madre Tierra.

Debemos rechazar y condenar a quienes niegan, trivializan o enaltecen los delitos de genocidio y de lesa humanidad.

Las ideologías de la exclusión y de la intolerancia no tienen cabida en una ciudad diversa, construida para todos y para todas, y todos debemos ser la respuesta ciudadana ante la nueva estrategia de odio

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