Neonazis se cuelan al ejército

| 1 marzo, 2020

El ejército de Canadá ha detectado que algunos de sus miembros pertenecen a grupos ultraderechistas y violentos que bien podrían llamarse neonazis. Uno de esos militares guardaba en su computadora un video en el que invitaba a atacar a tiros a grupos de gente, envenenar suministros de agua y descarrilar trenes para incitar una “guerra civil” que culminara con la creación de un “Estado blanco”… y no es que las fuerzas armadas canadienses propicien esas filiaciones, sino que –según especialistas–, los militantes ultras se enrolan a fin de adquirir conocimientos tácticos y estratégicos para un eventual conflicto armado

JAIME PORRAS FERREYRA. PROCESO.- Grupos y colectivos canadienses exhiben ideas asociadas a la extrema derecha en mítines, bares y espacios de internet. Pese a que sus programas no son idénticos, evocan generalmente la defensa de la “población blanca”, el rechazo hacia pueblos indígenas e inmigrantes (especialmente judíos, musulmanes y africanos), la discriminación a las personas LGTB y la admiración hacia políticos radicales de otras latitudes. Incluso algunos respaldan abiertamente el uso de la violencia o hacen apología del nazismo.

Las masacres perpetradas por la influencia de la extrema derecha, tanto fuera de Canadá como dentro del país (como el ataque a una mezquita en Quebec en 2017) han aumentado la preocupación entre las autoridades canadienses. 

A este respecto, un asunto que inquieta sobremanera es que varios miembros de las fuerzas armadas pertenecen a colectivos de la extrema derecha y han emitido mensajes o han realizado acciones ultraderechistas. Un ejemplo es que en 2017 cinco militares asociados al colectivo radical Proud Boys perturbaron una manifestación convocada por pueblos indígenas en Halifax. Otro tiene que ver con la detención en Estados Unidos, el pasado enero, de Patrik Mathews. Este exmiembro de una brigada del ejército canadiense forma parte de The Base, un grupo neonazi que difunde la idea de una guerra étnica.

Al ser detenido, Mathews tenía un video en su computadora, en el que invitaba a atacar a tiros a grupos de gente, envenenar suministros de agua y descarrilar trenes para incitar una “guerra civil” que culminara con la creación de un “Estado blanco”.

“En la extrema derecha hay policías, estudiantes, comerciantes, entre otros sectores. Por lo tanto, no debe sorprender que algunos militares también participen”, explica a Proceso Benjamin Ducol, jefe de investigación del Centro de Prevención de la Radicalización Violenta de Montreal. 

Para Ducol, ciertos elementos pueden favorecer un interés particular por parte de algunos miembros de las fuerzas castrenses. “Está el tema del patriotismo, que varios podrían malinterpretar y percibir como un nacionalismo cerrado. También hay casos de experiencias confusas con el interculturalismo. Ciertos soldados han vuelto de Afganistán relacionando al Islam con toda clase de amenazas. No todos los militares están obsesionados con las armas, pero puede haber derrapes. A su vez, el espíritu de camaradería y los rasgos de tipo paramilitar de muchos grupos de extrema derecha pueden llamar su atención”, explica. 

Un informe sobre la situación

En mayo de 2019 el periodista Fabrice de Pierrebourg –de la estación 98.5 FM de Montreal– obtuvo un informe retomado después por Global News. El documento Supremacismo blanco, grupos de odio y racismo en las fuerzas armadas canadienses fue elaborado en noviembre de 2018 por la sección de inteligencia criminal de la policía militar. 

En el informe aparecía que entre 2013 y 2018, 16 miembros del ejército de Canadá habían formado parte de seis grupos de esta índole: Atomwaffen Division, Hammerskins Nation, Proud Boys, III%, La Meute y Soldats d’Odin. Asimismo, 35 habían realizado comentarios o acciones vinculados con estos colectivos. “Muchos de estos grupos supremacistas tienden a ser de tipo paramilitar, con entrenamiento en el manejo de las armas. Debido a su experiencia y capacitación, los miembros de las fuerzas armadas –actuales y en retiro– son muy valorados por estos grupos”, menciona el documento.

En un comunicado, Harjit Sajjan, ministro canadiense de Defensa, reaccionó a la difusión del informe subrayando que las fuerzas armadas no toleran el racismo y la discriminación. “Si bien la gran mayoría de nuestros miembros se adhieren al más alto nivel de profesionalismo y conducta personal, aquellos que participan en este tipo de actividades socavan la confianza que los canadienses les han otorgado. Continúo monitoreando de cerca estos problemas y analizaré nuevas medidas para abordar esta grave situación”, expresó. 

Stéphany Lura, portavoz del Ministerio de Defensa, dice al reportero: “21 de los 51 militares ya no pertenecen a las fuerzas armadas. Tres de estas 21 personas fueron dadas de baja por comportamientos de odio; las 18 restantes abandonaron las filas de forma voluntaria o por razones médicas”.

Lura precisa respecto a los 30 individuos que aún forman parte de las fuerzas armadas: “22 investigaciones han concluido y ocho siguen abiertas. Concluimos que en ocho casos no se cometió falta alguna. En los demás, se tomaron varias medidas en respuesta al tipo de conducta, principalmente servicios de consulta, advertencias y periodos de probación”. Respecto a casos detectados en los últimos meses, Lura señala que hay algunas pesquisas abiertas, pero que resulta imposible brindar detalles por políticas de confidencialidad. 

Patrik Mathews

El pasado agosto, Winnipeg Free Press publicó un reportaje que aumentó la preocupación en Canadá por los vínculos entre militares y colectivos de extrema derecha. Patrik Mathews, cabo primero de la brigada número 38 –con sede en Manitoba– pertenecía también al grupo The Base. 

Mathews, experto en explosivos, se encargaba de reclutar nuevos miembros. 

The Base nació en Estados Unidos, aunque tiene varios seguidores en Canadá. Su fundador, Roman Wolf, sostiene que el grupo debe estar preparado para una “próxima guerra racial”. De acuerdo con la Red Canadiense contra el Odio, uno de los objetivos de The Base es que sus miembros ingresen al ejército para recibir distintas formaciones y, posteriormente, entrenar a otros simpatizantes. No sorprende que uno de sus lemas sea: “Aprende, entrena, pelea”.

Tras la publicación de Winnipeg Free Press, Mathews, de 27 años, desapareció del mapa. Cabe señalar que había pedido su baja del ejército en abril. El general Jonathan Vance, jefe del estado mayor, indicó que ya se habían abierto pesquisas sobre el cabo primero desde dicho mes y que su baja sería aceptada, pero que las investigaciones proseguirían. 

Pocos días después el automóvil de Mathews fue ubicado por la policía a unos 15 kilómetros de la frontera estadunidense. Asimismo, las fuerzas del orden hallaron varias armas de fuego en su domicilio. Miembros estadunidenses de The Base lo ayudaron a cruzar la línea divisoria. 

Mathews fue detenido por el FBI el 16 de enero.

El 18 de febrero compareció ante un tribunal en Maryland. Se declaró “inocente” de los cargos en su contra; está acusado de posesión y transporte de armas de fuego para cometer un crimen y de obstrucción a la justicia. En la comparecencia, los fiscales indicaron que los policías hallaron un video en la computadora del canadiense donde pide atacar a tiros a grupos de gente, envenenar suministros de agua y descarrilar trenes para incitar una guerra civil que culmine con la creación de un “Estado blanco”. 

De acuerdo con los fiscales, Mathews declara en una parte de la grabación: “Si quieren ustedes que la raza blanca sobreviva, tienen que cumplir con su maldita parte del trabajo”. 

Reducir riesgos

Tras el revuelo provocado por el informe militar y por las primeras informaciones respecto a Mathews, el ministro canadiense de Defensa pidió al ombudsman castrense efectuar una investigación sobre el racismo dentro de la institución. Aún no se sabe cuándo se hará pública. En el informe aparecía que las personas implicadas representaban menos de 0.1% del total de miembros del ejército, concluyendo sus autores que esto no constituía una “amenaza significativa”.

Benjamin Ducol comenta sobre esta cifra: “Son los casos detectados por las fuerzas armadas. Existen seguramente otros más que no se conocen. Los soldados que tienen vínculos con grupos de extrema derecha suelen ser muy discretos. Hay que distinguir entre lo cuantitativo y lo cualitativo. Un solo militar puede provocar grandes daños por sus conocimientos tácticos y su manejo de las armas. Recordemos la masacre en la base estadunidense de Fort Hood, donde un militar mató a 13 personas. Otro punto preocupante, ya señalado por las autoridades, es que un soldado puede entrenar a miembros de grupos de la extrema derecha. Varios de estos colectivos buscan infiltrar a las fuerzas armadas para tener acceso a estos conocimientos”. 

Ducol afirma que su institución ha colaborado con el Ministerio de Defensa para luchar contra este problema. Como resultado, los expertos del centro han impartido una veintena de conferencias en cuarteles. 

Por su parte Lura señala que los miembros del ejército canadiense reciben cada vez más capacitaciones en liderazgo y ética en cada una de las etapas de su formación profesional, insistiendo sobre todo en la lucha contra el racismo y la discriminación. 

“Las fuerzas armadas canadienses también han tomado varias medidas para asegurarse que sus dirigentes, investigadores y reclutadores tengan las herramientas adecuadas y necesarias para identificar y prevenir los comportamientos de odio y para reclutar a los mejores candidatos”, expresa. Asimismo, menciona que la institución trabaja para insertar de forma más detallada este problema dentro de sus políticas y reglamentos. Lura insiste en que todas estas conductas y acciones son incompatibles con los valores y la cultura de las fuerzas armadas canadienses. 

Michel Drapeau, coronel en retiro y abogado especializado en justicia militar, declaró a Radio Canadá que las autoridades castrenses optan con frecuencia por dar de baja a las personas señaladas, como una forma rápida de librarse del problema y dar así por terminadas las investigaciones. Pero abrir la puerta de salida dista de ser una medida infalible. 

El teléfono de ayuda del organismo donde trabaja Ducol ya ha recibido peticiones de apoyo –aunque el experto precisa que no han sido numerosas– por parte de amigos y familiares de soldados en retiro, vinculados con la extrema derecha. 

Ducol también recuerda que La Meute, grupo ultraderechista que opera en Quebec, fue creado por dos antiguos militares. Y siempre quedarán en la memoria las imágenes del ataque en 1995 al edificio federal Alfred P. Murrah, en Oklahoma City, donde 168 personas perdieron la vida. Timothy McVeigh y Terry Nichols, autores de la masacre, habían servido en el ejército estadunidense. 

HISTÓRICO

Enlaces internacionales