Minorías contra el diccionario

, | 3 noviembre, 2014

Colectivos gitanos culpan a la RAE de abonar los prejuicios en su contra y convocan una protesta. Las comunidades judías reclaman a la institución que deje atrás «las leyendas propias del nazismo»

gitanodiccionarioMANUEL VILASERÓ. EL PERIÓDICO DE ARAGÓN.- El próximo viernes tendrá lugar una insólita protesta frente a la sede de la Real Academia Española (RAE). Colectivos gitanos apoyados por Amnistía Internacional (AI) se manifestarán contra una de las acepciones del término gitano que figuran en la recién publicada 23ª edición del diccionario. La consideran discriminatoria y potenciadora de los estereotipos negativos hacia su etnia. Y no es el único grupo disconforme con la imagen que se transmite desde el oráculo del lenguaje. También los judíos han hecho oír su queja porque «el significado de algunas palabras solo refleja prejuicios antisemitas de otra época». La respuesta de la RAE es la de siempre: el diccionario recoge las palabras que se usan.

La acepción número cinco de la entrada gitano del nuevo diccionario remite a trapacero, y la define: «que con astucia, falsedades y mentiras procura engañar a alguien en un asunto». Una especie de trilero, vamos.

ADELANTARSE

«Que estos prejuicios queden reflejados en el diccionario no hace más que potenciarlos. Los diccionarios los leen los niños. ¿Qué educación les estamos dando? Una institución que recibe dinero público y a la que se dan premios debería adelantarse a la sociedad y no legitimar tópicos tan negativos». Son los argumentos que esgrime María José Jiménez Cortiñas, presidenta de la Asociación Gitanas Feministas, la entidad que ha organizado la protesta frente al palacio de la palabras, a la que, asegura, «vendrá gente de toda España».

En la anterior versión, la que aún figura en la web de la RAE, sin remitirse a ninguna otra palabra, se decía esto: «Que estafa u obra con engaño». «Se creerán que con poner trapacero de por medio ya lo han arreglado, pero es lo mismo», considera Jiménez, que cree que ya ha llegado el momento de acabar con un significado de uso que «la propia sociedad está desterrando».

La pugna de los judíos españoles viene de muy lejos. Hace años que intentan convencer a la RAE de que suprima las definiciones de algunos términos, porque «nada tienen que ver ni con su auténtico sentido ni con la verdad», según el presidente de la Federación de Comunidades Judías de España, Isaac Querub. Pero el resultado ha sido incluso contraproducente. Si en la 22ª edición no salía ninguna definición negativa de judío, la nueva señala: «Dicho de una persona avariciosa o usurera». Pero hay más. Judiada, que ahora se define como una «mala pasada o acción que perjudica a alguien», en la anterior versión se advertía como mínimo, que era un concepto tendencioso, negativo.

DECEPCIÓN

«Estamos decepcionados con la RAE. Las definiciones peyorativas de judiada o sanedrín («junta o reunión para tratar de algo que se quiere ocultar») solo «reflejan prejuicios antisemitas de otras épocas y aportan confusión», lamenta Querub, que lanza un nuevo llamamiento a la RAE «para que se adapte, tal y como lo hace en otros ámbitos, a los nuevos tiempos dejando de lado leyendas negras propias de la Inquisición o del nazismo».

La institución discrepa por completo. El académico y director del diccionario, Pedro Álvarez de Miranda, admite que «hay quien desea que este se use para cambiar la realidad, cuando eso es imposible». «El diccionario no puede cambiar la realidad, su función es reflejarla. Si no nos gusta la realidad, tampoco nos gustará su reflejo, pero cambiando el reflejo no se cambia la realidad. Es como romper el espejo porque no nos gusta lo que vemos en él», ejemplifica .

El preámbulo de la 23ª edición ya se adelanta a las críticas y advierte que la institución «procura aquilatar al máximo las definiciones para que no resulten gratuitamente sesgadas u ofensivas, pero no siempre se puede atender a algunas propuestas de supresión, pues los sentidos implicados han estado hasta hace poco o siguen estando perfectamente vigentes».

CARME RIERA Y GOYTISOLO

Otros académicos consultados a título individual, como la escritora mallorquina Carme Riera o el catalán Luis Goytisolo, coinciden en que si hay un uso real de un término el diccionario no puede ser ajeno. «El que usa un diccionario tiene que poder encontrar lo que oye o lee. Esa es la función del diccionario. Solo cuando una palabra entra en desuso se puede suprimir. Pero no podemos prohibir unos usos extendidos», señala Goytisolo. «Cuando la sociedad cambie y evolucione cambiará el diccionario pero es esta la que debe cambiar si queremos acabar con el léxico discriminatorio», remacha Riera.

HISTÓRICO

Enlaces internacionales