Menos del 1% de los españoles considera la violencia de género uno de los problemas graves del país

| 14 enero, 2018

EUROPA PRESS.- La violencia de género es aquella que se perpetra contra la mujer por el mero hecho de serlo, ya se manifieste en forma de acoso sexual callejero, en el trabajo, como malos tratos en el ámbito de la pareja o mediante la violación o el asesinato.

Esto significa que un poco más de la mitad de la población española está expuesta a vulneraciones de derechos fundamentales sólo por haber nacido mujer y sin embargo, la mayoría de los españoles que encuesta mensualmente el CIS no consideran que este sea uno de los tres primeros problemas que aquejan a España.

Esta es la pregunta que lanzan los encuestadores del Centro de Investigaciones Sociológicas cada mes desde 1985 y las respuestas son espontáneas, es decir, que el encuestado contesta lo que considera. Los resultados se van agrupando en función de la cantidad de gente que ha repetido las mismas ideas. Es así como se concluye cuáles son los tres principales problemas del país según los ciudadanos, porque un mayor porcentaje señala idénticos asuntos.

Aunque las respuestas son cíclicas y van cambiando según evoluciona la actualidad, Política y Economía, junto a Terrorismo durante una época, han marcado el top de principales problemas para los españoles. La primera vez que la violencia sobre la mujer fue mencionada entre las respuestas en un porcentaje lo suficientemente significativo como para incorporarlo a los resultados fue en septiembre del año 2000: lo había referido el 1,3% de los encuestados, que fueron el 3,1% en octubre, el 3,5% en noviembre y el 2,3% en diciembre.

El año 2000 visibilizó el problema

Aquel año, en el que aún se consideraban delitos de violencia doméstica los cometidos por hombres contra mujeres con las que tenían o habían tenido una relación de pareja, el Tribunal Supremo dictó una sentencia instando a abordar este fenómeno como «un problema de primera magnitud» y el Gobierno, que tenía en marcha un plan estatal, y destinó 200 millones de pesetas (1,2 millones de euros) a una campaña que decía «La violencia contra la mujer nos duele a todos». Mientras, se levantaban ya voces de asociaciones de mujeres pidiendo una Ley Integral y reformas para perseguir a los maltratadores.

Fueron muchos los sucesos, además, que saltaron a los medios, como el asesinato de María Ángela Sierra, degollada por su marido en Pamplona, el de Concepción E. M., a quien su novio militar mató de un hachazo; o la agresión a Ascensión Marta Anguita, apuñalada y después atropellada por su marido en Mairena de Aljarafe. No obstante, no siempre los sucesos repercuten en el CIS. En el Barómetro había pasado desapercibido el asesinato de Ana Orantes en 1993, tras contar su calvario en televisión.

Uno de los casos con más repercusión fue el de ‘Tani’, una mujer condenada a 14 años, ocho meses y un día de cárcel por asesinar a Vicente Molina, su marido y su maltratador durante 17 años de matrimonio. Cuando ingresó en prisión el 1 de diciembre del año 2000 tenía cuatro hijos. Con el aval del fiscal, la presión del movimiento feminista y el respaldo de responsables políticos y opinión pública, consiguió un indulto parcial que redujo su pena a 30 meses. Un 22 de diciembre salió en libertad condicional.

Los meses siguientes la preocupación fue en aumento, aunque en cifras discretas y a la cola de los principales problemas para los encuestados. Los picos más altos fueron en marzo y noviembre de 2001, con un 4,4 y un 4,5%, respectivamente. El primero fue el mes en que trascendió la paliza que el ex marido y el suegro dieron a una ex concejala del PP en Madrid y la condena al llamado ‘descuartizador de Mislata’. El segundo, se pasaba en cines ‘Sólo Mía’, considerada la primera película española sobre violencia de género y era hallado el cuerpo de una joven en la Casa de Campo de Madrid, a la que su ex había matado a golpes.

El récord de 2004

Para encontrar una cifra más alta que aquella en los barómetros del CIS hay que viajar hasta 2004, cuando culminó una campaña electoral en la que la violencia de género estuvo muy presente, con cuatro homicidios en un mismo día de febrero y la promesa del PSOE de una ley que lo abordase. El 11,7% de los encuestados coincidieron entonces en que este era uno de los tres principales problemas de España. Fue el quinto asunto más referido, por detrás de el terrorismo de ETA (73,4%), el paro (51,7%), la vivienda (19,4%) y la inseguridad ciudadana (15,7%).

El primer delegado del Gobierno contra la Violencia de Género que tuvo España, Miguel Lorente, llama la atención sobre otro dato: El 80% de quienes sitúan la violencia machista entre los tres principales problemas son mujeres. «Esto lo que nos dice es que no genera suficiente rechazo y que el poco que genera es entre mujeres, muchas porque lo están sufriendo y otras porque lo conocen de cerca», comenta a Europa Press.

En su opinión, las cifras inéditas de 2004 tienen que ver con el debate sobre la Ley Integral, aprobada en diciembre de aquel año. Considera que mientras los homicidios tienen un impacto emocional momentáneo, «cuando la gente logra separarse un poco y observa lo que realmente significa que cada año haya sesenta hombres surgidos de la normalidad que asesinan a sus mujeres, impacta mucho más». Esto, acompañado de un debate sobre el planteamiento, acaba creando «conciencia crítica».

Aquella conciencia, sin embargo, se diluyó. A partir de 2004 la cifra ha ido oscilando con picos que han llegado a superar el 5% algunos meses de noviembre, cuando se conmemora el Día Internacional contra la Violencia sobre la Mujer, pero nunca ha vuelto a cosechar un quórum tan alto aunque más de 900 mujeres y niños han sido asesinados en España desde entonces. A lo largo de 2016, por ejemplo, no se llegó al 2% y en 2017 la cifra más alta se registró en marzo con un 3,4.

Todo resta en violencia de género

Lorente opina que es el conocimiento del fenómeno y el debate de fondo el que crea preocupación por la violencia sobre la mujer y sin él, «los acontecimientos del día a día, lo van cubriendo por el manto de los estereotipos y los mitos», de modo que al final, «no es que la gente no sepa qué está pasando, sino que lo atribuye a causas que no son verdad y creen que es algo inevitable, un precio que hay que pagar por la liberación de la mujer».

Añade otra variable: «En violencia de género todo resta y en otro tipo de realidades, como las drogas, todo suma, todo es factor de consideración. Sin embargo, ves la imagen de la mujer en las series, ves la publicidad, los casos de acoso, propones algo y se te echan encima. En lugar de generar una base que poco a poco vaya creciendo, es al contrario, cualquier cosa se utiliza para cuestionar la realidad de la violencia de género».

Marisa Soleto, presidenta de la Fundación Mujeres, añade que la violencias machistas, como otras violaciones de derechos humanos, son «cuestiones de afectación parcial», pues cualquiera reconocería que es más grave el abuso de un menor que un despido, pero a la hora de identificar los problemas, pensará en aquellos que le son más cercanos o sobre los que maneja una información más certera y acabará señalando el desempleo. «La gente se preocupa por lo que conoce y lo que conoce en sus consecuencias», señala.

Recuerda que por ello, las feministas reclaman que al informar sobre violencia de género el morbo deje paso a un enfoque sobre sus consecuencias en términos de afectación social, «porque no es solo la cantidad de información que se tiene, sino la calidad». No obstante, considera que el Barómetro «no es el instrumento más adecuado para medir la envergadura del problema, su gravedad o el grado de sensibilización». «En cualquier caso, la buena noticia es que la violencia de género aparezca», añade.

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