Los ‘Ultras Sur’ saltan a la política con él

, | 8 diciembre, 2013

Lleva tatuada una esvástica, su suegro es catedrático de Derecho y es del Atleti aunque mande a los ultras del Bernábeu.

Así es Antonio Menéndez «El Niño», el nuevo caudillo de la extrema derecha

ElNiño ANTONIO SALAS. EL MUNDO.- Septiembre de 2011. Estadio Santiago Bernabéu. Más de mil motociclistas acudimos a la cita convocados por la delegación madrileña de Harley Davidson. Yo lo hago bajo la identidad de un free-biker. Con ella viví infiltrado en las bandas de motoristas durante los últimos tres años. Los que he tardado en escribir Operación Princesa y en los que me he reencontrado con viejos camaradas neonazis que conocí en mi infiltración en ese mundo. Acompaño a varios hermanos pertenecientes a uno de los grupos moteros de la capital, y al descubrir que nuestro destino es el Bernabéu siento inquietud. En aquellas calles viví infiltrado como un skinhead hace dos lustros. Aparcamos las harleys muy cerca de la calle Marceliano Santamaría y mientras me quito el casco miro de reojo la puerta del Drakkar, el punto de encuentro de Ultras Sur en la calle que consideran sus dominios. Un grupo de jóvenes skinhead charla en la acera con sus cazadoras bomber y sus botas DocMartens mientras apuran las jarras de cerveza. Yo fui uno de ellos.

Incluso creo reconocer a viejos camaradas. Álvaro Cadenas, José Luis Ochaíta, Sergio Rodríguez… Históricos de la hinchada ultra más legendaria y temida del fútbol español con los que compartí grada en el Bernabéu, y que todavía, 10 años después, lideraban Ultras Sur. Pero su liderazgo ha llegado a su fin.

Octubre de 2013. Durante el partido entre el Real Madrid y el Málaga, se produce un altercado en el fondo sur del Bernabéu. Un sector de los cachorros de Ultras Sur recrimina a otro su falta de compromiso político con la causa nacionalsocialista. El impulsor del conflicto es un joven que no ha cumplido los 30 años, pero que lidera una de las facciones más radicales de la peña madridista. Lo llaman El Niño.

Fue el primer síntoma de lo que se avecinaba pero nadie supo verlo. Desde hacía semanas los miembros más jóvenes de Ultras Sur, impulsados por El Niño y por Alberto Ayala, otro de los veteranos que conocí en mi infiltración para el libro Diario de un skin, exigían a Ochaíta y a Álvaro Cadenas, líderes plenipotenciarios de la peña, mayor transparencia en las cuentas. Ultras Sur mueve mucho dinero, y los cachorros sospechaban que parte de los ingresos iban a parar a los bolsillos de Ocha y Cadenas. Se mascaba el desastre.

Conocí a Ochaíta, Ocha, y a Cadenas, Alvaro88, durante mi infiltración, en 1994. Ocha es ya un cincuentón que lleva media vida apoyando al Real Madrid y con excelentes contactos con la directiva. Es uno de los propietarios de la marca Ultras Sur, inscrita en el Registro de la Propiedad con el número M-1681923 desde 1992. Su merchandising se comercializa internacionalmente a través de la web de la peña, cuyo dominio registró Cadenas. Pero durante años, además del dinero, Alvaro88 controló los corazones y las mentes de los jóvenes skinhead que llegaban a la peña más legendaria del madridismo.

Nacido el 9 de septiembre de 1971 en Madrid, el hoy denostado Cadenas es abogado, como parte de su familia. Sin embargo posee una dilatada hoja de antecedentes y detenciones. En marzo del 98, por difundir símbolos nazis en Bonn; en diciembre del 93, por robo con intimidación en Madrid; en diciembre del 89, por lesiones en Madrid; en septiembre del 88, por daños y lesiones en Oviedo… Aunque una de sus hazañas más notables se sitúa en septiembre del 99, cuando es detenido en Las Rozas por, presuntamente, apuñalar a un policía. Al cachearlo le descubrieron 138 entradas para el Madrid-Deportivo, que presumiblemente debían ser vendidas por Ochaíta en el Bar Mr Raff, ahora llamado Drakkar. Nadie me lo contó. Yo mismo compré a Ocha alguna de esas entradas, en realidad pases «no aptos para la venta», que el Real Madrid les facilitaba para financiarse. La grabación de esa venta, con mi cámara oculta, fue una de las pruebas usadas en su día contra ellos.

Durante años Alvaro88 fue un ídolo para los más jóvenes skinhead de Ultras Sur, y el intermediario, con Ocha, entre los ultras y el club. El pasado junio, la despedida de Mourinho del Bernabéu estuvo acompañada de un sentido homenaje por parte de Ultras Sur. Al finalizar su último partido como entrenador del Real Madrid, los ultras, y otros aficionados, permanecieron en las gradas cantando consignas de apoyo a Mourinho, hasta que el entrenador más polémico salió de nuevo al césped. En ese instante, una comisión de Ultras Sur, presidida por Álvaro Cadenas, se reunió con él para abrazarle, hacerse unas fotos y entregarle una placa: «En homenaje a tu trabajo y como recuerdo de la gente del fondo sur del Santiago Bernabéu que nunca te olvidará. Ultras Sur». Nadie podía imaginar que ese verano, el liderazgo de Álvaro Cadenas llegaría a su fin.

Noviembre de 2013. Durante un mes las tensiones entre el sector más veterano, liderado por Cadenas, y el más joven, comandado por El Niño y Ayala, crecieron azuzadas por comentarios cada vez más duros en las redes sociales. Los cachorros acusaban al legendario Alvaro88 de ser un soplón de la policía y de lucrarse con el dinero de Ultras Sur. Y por fin la tensión explotó. El día del partido entre el Real Madrid y la Real Sociedad la calle Marceliano Santamaría volvió a convertirse en un campo de batalla. Los cachorros de Ultras Sur, liderados por El Niño y Ayala exigían el cambio generacional y el acceso a las cuentas. Los veteranos, encabezados por mi viejo camarada Alvaro88, dijeron no. Y las palabras dejaron paso a los puños… pura política skinhead.

La fractura irreconciliable en el seno de Ultras Sur se evidenció pocos días después, con los comunicados oficiales de la peña en sus perfiles sociales. Intercambios de insultos y acusaciones, amenazas y una tensa lucha por el control de la peña. Alberto Ayala es un clásico. Periodistas y policías lo conocemos desde hace 10 años. Pero la figura de El Niño, presentado como el nuevo líder de Ultras Sur, sorprendió a la mayoría de analistas. No a mí.

El pasado 2 de diciembre Manuel Jabois ponía la puntilla en EL MUNDO, al publicar la exclusiva que escandalizó a la mayoría de aficionados: El nuevo líder de Ultras Sur es un hincha del Atlético de Madrid, enemigo irreconciliable de los madridistas. ¿Cómo es posible? La noticia alucinó a muchos críticos deportivos, pero no a mí, ni a nadie que conozca la mecánica del movimiento neonazi en España desde dentro.

Un ultrasur del atlético

«Soy del Atlético, me gusta el Madrid y piso las gradas del Bernabéu. Al que no le guste ya sabe. Heil Hitler!». Jabois recogía varios mensajes del Twitter personal de El Niño que no dejaban lugar a dudas. El nuevo cabecilla de Ultras Sur también confiesa en Twitter que el fútbol «se la suda» y se queja de que empiece la Liga…

Nacido el nueve de diciembre de 1984, Antonio Menéndez El Niño fue soldado profesional, pero su compromiso con la patria iba más allá de las fuerzas armadas. Sólo su pasión por el culturismo eclipsaba su ideales políticos: el nacional socialismo. Su sueño, una España blanca, cristiana y nazi. Su hoja de antecedentes policiales es su mejor currículum: marzo de 2005 y diciembre de 2006: hurto; septiembre, octubre y noviembre de 2009: lesiones, amenazas y desórdenes; mayo y julio de 2010: lesiones y estafa; marzo de 2013: tentativa de homicidio…

Sus orígenes están en el Atlético de Madrid, no lo ha ocultado, pero nunca ha sido un simple hincha. Antonio es un creyente. Su visión del nacional socialismo va mucho más allá de las gradas. Como ocurre con otros muchos jóvenes skinhead. Solo hay que echar un vistazo a la calavera de las SS tatuada en su pecho, o los tatuajes de Hitler y el águila imperial con la esvástica en su pierna izquierda. No oculta su ideología.

Cuando publiqué Diario de un skin, advertí que las mismas caras que yo encontraba en las gradas del estadio luego las reconocía en manifestaciones de partidos políticos de extrema derecha o en conciertos de música nazi. Afirmé que las gradas ultras eran utilizadas como escaparate político de grupos neonazis, y que el fútbol era un medio, no un fin.

Y así lo declaré, como testigo protegido de la Fiscalía, en el macrojuicio contra Hammerskin, celebrado en la Audiencia Provincial de Madrid en 2009. Nadie me lo contó. Yo he sido testigo en la grada ultra del Bernabéu –y mi cámara oculta– de cómo miembros nazis de Ultras Sur insultaban a jugadores del Madrid, de raza negra. Porque primero está la ideología política, y después el fútbol. Antonio El Niño, simplemente ha sido consecuente con este hecho.

El juicio contra Hammerskin –originado en la Operación Puñal (2003) del grupo de información de la Guardia Civil de Tres Cantos, y no en mi investigación– se saldó con una sentencia inédita en Europa. Por primera vez un grupo nazi era ilegalizado como asociación ilícita. Mi testimonio en el juicio solo reafirmó la brillante investigación, escuchas telefónicas, seguimientos, identificaciones, etc., realizadas por los mismos guardias civiles que poco después, con la Operación Espada (2004), conseguirían ilegalizar también Blood & Honour, la otra macro organización skin nazi asentada en España. Muchos miembros de Ultras Sur pertenecían a Hammerskin, y tras su ilegalización, un grupo de jóvenes madrileños, con El Niño a la cabeza, fundaron un nuevo movimiento neonazi: Outlaw Madrid.

El nombre de la nueva hermandad: Outlaw (fuera de la ley) era un homenaje a los Hammerskin. Y ahí comenzó la leyenda de El Niño. Muchos skinhead madridistas que se vieron huérfanos de líderes tras la ilegalización de Hammerskin encontraron en Outlaw un nuevo hogar. No importaba a qué equipo animasen. Lo que importaba era compartir la ilusión y la esperanza en una España blanca y nacionalsocialista.

El cuñado «hormiga»

Uno de los que apoyó a El Niño desde el principio, y su pasaporte al Bernabéu, era otro viejo conocido mío: Juan Bajo Hormiga. Nunca nos relacionamos físicamente, pero desde 2003 pasamos muchas horas discutiendo por la Red. Incluso le envié a su domicilio, en una lujosa urbanización de Pozuelo de Alarcón, Monte Alina, algún paquete de información. Juan era casi un niño en 2003, uno de los cachorrillos más jóvenes llegados a Ultras Sur, pero en 10 años creció su peso en el grupo, y su masa muscular. La hormiga se convirtió en oso. Coincidía con El Niño en su pasión por el culturismo y en la fe en el nacional socialismo. Pero terminó compartiendo algo más.

Cuando El Niño comenzó una relación sentimental con Ina, su hermana, convirtiéndose en su cuñado, Juan le abrió las puertas de su lujosa vivienda en Monte Alina y las de un nuevo mundo. Aquella elitista urbanización tiene poco que ver con el austero bloque de dos plantas, en Brunete, donde vivía El Niño. Juan e Ina, como muchos skinhead que conocí, tienen un perfil económico y social muy alejado del que suponen los expertos. Nada de jóvenes ignorantes y marginales de bajo nivel. Juan e Ina se codean con lo mejor de la sociedad madrileña. Fiestas privadas, vacaciones en yate, Erasmus en Leeds… Ella también es abogada, como muchos camaradas nazis, y este año empezó a trabajar en el prestigioso bufete de su padre, catedrático de Derecho en una conocida universidad madrileña. Él decidió abrirse camino en el mundo empresarial con Indivisa, empresa dedicada a la importación/exportación de productos de consumo deportivo, y otra al alquiler de coches con conductor. Ambas domiciliadas en Pozuelo de Alarcón. Pero sus aspiraciones empresariales no le han impedido ir engrosando su currículum de detenciones: septiembre de 2009, lesiones; febrero de 2011, amenazas; abril de 2011, lesiones… Aunque tener una hermana abogada y un padre catedrático de Derecho siempre le benefició.

Con un aval como Juan, y el liderazgo de Outlaw, El Niño lo tuvo fácil para convertirse en un faro que iluminase el camino en la noche más oscura de los Ultras Sur. En una histórica foto, en el aniversario del nacimiento de Hitler en 2001, Álvaro Cadenas y Antonio El Niño posan abrazados, rodeados de otros miembros de Ultras Sur. Nadie podía presagiar entonces lo que se avecinaba.

El tiempo que El Niño permaneció en prisión, hace un año, terminó por afianzar su imagen de preso político y mártir de la causa nazi. Durante su exilio carcelario se realizaron varias actividades de apoyo a él lideradas por el veterano Ayala, y camaradas como Pablo Escobar, César Arce o Pablo Martínez se ocuparon de mantener activo Outlaw.

La revolución que vive la extrema derecha en España en el último año sólo ha terminado de consolidar su liderazgo. El modelo de Amanecer Dorado, en Grecia, ha sido tomado como el ejemplo por la extrema derecha europea. Ahora ven que es posible. Que pueden usar una democracia, en la que no creen, para acceder al poder. Como hizo el Fürher en Alemania. El Niño sólo ha sido consecuente con sus ideas. El nacional socialismo aspira a mucho más que desgañitarse gritando en un estadio. Y todo nacionalsocialista, sin distinción de colores futbolísticos, tiene la obligación moral de apoyar a la causa. Ultras Sur también. Es su salto. Del fútbol a la política.

Antonio Salas es el autor de «Diario de un skin» y acaba de publicar «Operación Princesa» (Temas de Hoy)

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