Los cazadores de nazis

, | 27 enero, 2017

JANA BERIS. LA RAZÓN.- Serge y Beate se conocieron en 1960 en el metro de París. Ella, alemana, luterana, cuyo padre había sido un soldado en el Ejército de Hitler, aunque no era miembro del Partido Nazi. Él, judío, nacido en Rumanía, superviviente del Holocausto, cuyo padre fue asesinado por los nazis en Auschwitz. Beate trabajaba de niñera, mientras Serge estudiaba Derecho y se convertiría después en un reconocido historiador. Ella desconocía lo ocurrido en el Holocausto y fue a través de Serge cuando comenzó a entender la magnitud de la tragedia en la que más de seis millones de personas fueron asesinadas y a las que hoy, Día Internacional del Holocausto, se rinde homenaje.

El amor hacia Beate llegó rápidamente. Pocos años después de aquel encuentro casual se casaron y permanecieron juntos el resto de su vida. Tienen dos hijos y también nietos. Su pequeño Arno, que lleva el nombre del abuelo paterno asesinado en Auschwitz, es hoy juez y como abogado procesó a uno de los criminales que fue localizado por sus propios padres. Beate ha dedicado su vida a intentar reparar lo que su país había hecho. Compartió con su esposo no sólo su vida, sino también una misión: hacer justicia, localizar a criminales nazis responsables del Holocausto y de los crímenes en la Francia de Vichy para llevarlos ante la Justicia. «Cuando empecé este camino en 1960 tras llegar de Berlín, no sabía nada sobre los crímenes de los nazis. En aquel momento nadie preguntaba», asegura a LA RAZÓN. Serge, por su parte, tenía bien claro lo que había ocurrido en su familia. «Mi padre sacrificó su vida para salvarnos. Cuando fui a visitar Auschwitz, sentí que el haberme salvado era una señal. Me abordó la necesidad de protestar en Alemania y de ser útil a la causa judía», relata. Serge tiene 81 años y Beate, 77. Ambos han reducido el frenético ritmo de trabajo sobre el terreno, pero siguen al frente de la oficina de documentación de los asesinatos nazis en Alemania y Francia, donde reside la familia.

En su haber, cuentan el registro de diez criminales nazis que fueron llevados a juicio. El caso más relevante fue el de Klaus Barbie, conocido como «el carnicero de Lyon», al que Serge encontró en Bolivia. Barbie fue condenado a cadena perpetua y murió en la cárcel. Para Serge su mayor logro fue conseguir que se llevara a cabo «el juicio de Colonia de 1979 en el que se sentenció a tres ex jerarcas nazis: Kurt Lischka, Ernst Heinrichsoh y Hebert Hagen, que vivían libres en Alemania». Lischka trabajaba como juez, aunque durante la II Guerra Mundial, como alto oficial en la Gestapo, había cometido crímenes de guerra. Fue sentenciado a diez años de prisión. «Eran abogados, hombres de negocios, por lo que era especialmente importante obligar a la clase política a dejar de proteger a los criminales nazis», denuncia el matrimonio convertido en justicieros.

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