“Los árbitros pasamos miedo”

| 6 febrero, 2017

Los colegiados claman contra las agresiones y relatan incidentes, a menudo no denunciados por temor. Según la Comisión Antiviolencia, aumentaron un 40% en 2015-2016 y un sindicato clandestino ha denunciado 24 solo en enero

ROBERT ÁLVAREZ. EL PAÍS.- “Durante la media parte vi que el partido se estaba calentando. Era un derbi. Solicité que acudiera la Policía Local. Se negó. Lo derivaron a los Mossos. Cuando acabó el partido un jugador me agredió, me dio una patada en la cabeza. Los Mossos, como si no estuvieran”. Lo cuenta un árbitro catalán que en el momento de los hechos tenía 18 años. No desea hacer público su nombre. Como muchos de los árbitros consultados teme las posibles represalias. El árbitro presentó una denuncia. Un juez declaró culpable al agresor y le multó con 156 euros, después de que el Comité de Competición le impusiera una sanción de 15 partidos. Este es solo un ejemplo de las agresiones que a menudo padecen los árbitros encargados de dirigir los más de 20.000 partidos de fútbol que se celebran cada fin de semana, en un deporte que ronda el millón de licencias en España.

“Genera inquietud el creciente número de incidentes que tienen como objetivo preferente a los árbitros, motivo por el cual la Guardia Civil está trabajando intensamente en la línea de mejora de su seguridad”, resume en sus conclusiones la Comisión estatal contra la violencia, el racismo, la xenofobia y la intolerancia en el deporte. El informe sobre la temporada 2015-2016 registra un aumento de un 47% en los incidentes contra los árbitros (78 incidentes en la campaña 2014-2015 y 115 en la 2015-2016) y un incremento en los números de partidos con incidentes: uno de cada 70 en la temporada 2014-2015 y uno de cada 57 en la temporada 2015-2016.

Los datos han sido elaborados con la información facilitada por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad dependientes de la Secretaría de Estado (Cuerpo Nacional de Policía y Guardia Civil) y la Ertzaintza. Otro dato elocuente es que el 93,9% de los incidentes se han producido en partidos de fútbol. Varios árbitros han constituido un sindicato que ellos mismos reconocen como «clandestino» y que se ha dado a conocer, básicamente, a través de una página en Facebook.En ella se anima a denunciar los incidentes y agresiones que sufren. La página publica vídeos de incidentes y más de 500 publicaciones, de las que 400 corresponden a agresiones sufridas por los árbitros durante los últimos tres años, 24 de ellas el pasado enero.

“No he pitado un partido en mi vida donde no haya sido insultado”. Así se expresa Pablo Fernández Montaño, de 31 años, retirado del arbitraje hace unos meses. En gran medida, por lo sufrido en más de ocho años dedicado a impartir justicia por los campos de Regional de Andalucía. “No me extraña que se sigan produciendo agresiones. Es más, creo que son pocas las que se denuncian en España. Esto no tiene remedio”, aclara Pablo. En su carrera como árbitro ha hecho grandes amigos y ha aprendido a amar al fútbol. “El arbitraje te engancha, aunque también es cierto que muchas veces piensas en si vale la pena todo lo que lo rodea. Somos muy pocos contra muchos”, afirma Pablo. En esos muchos, el árbitro coloca a padres, aficionados, jugadores y técnicos. “Es un problema de formación y de educación. Está permitido insultar al árbitro, es algo normal. Si no pitas cómo quieres se creen con derecho a todo. ¡Y esto es un deporte!”.

Otro árbitro de fútbol, de 25 años y que dirige partidos de Primera Regional en Euskadi, ilustra su experiencia. “Tengo un compañero al que le rompieron dos dientes de un puñetazo. Sancionaron al agresor con dos años de inhabilitación. A mí, no han llegado a agredirme físicamente. Pero me han empujado alguna vez y en un par de partidos me han llovido escupitajos de algunos espectadores. Insultos, por supuesto, los recibimos todos los fines de semana. Es algo que ya tienes interiorizado”.

Los árbitros tienen una potestad que pocas veces son capaces de ejercer debido a la desprotección con la que ejercen su labor. “Hace poco tuve que expulsar a un padre porque desde la grada estaba diciendo barbaridades, insultos homófobos. Era un partido de juveniles y ahí, especialmente, creo que la tolerancia debe ser cero”, se sincera un colegiado de la Tercera Catalana. “Pero los insultos están a la orden del día. Al final lo tenemos como algo asumido. Lo sabemos y lo aguantamos. No puedes engancharte con todos”.

Pablo, el excolegiado andaluz, sufrió agresiones y hasta un intento de atropello que relata: “Desgraciadamente, te acabas acostumbrando a los insultos, pero los oyes. De todo tipo. Pero es que todo es de película cuando vas a pitar, por ejemplo, a un pueblo. Para empezar, tienes que dejar el coche en un sitio apartado del campo, para que no reconozcan tu vehículo y no tener problemas después del partido. Te pueden buscar, agredirte o hacerte daños en el coche”.

El árbitro y sus asistentes son los apestados en cualquier partido de fútbol de Regional o de categoría inferiores. “A mí me han hecho de todo. Lo más grave, quizás, un intento de atropello de un futbolista después de un partido. Se quedó a un metro de mí y mis asistentes cuando cruzábamos la carretera en busca de mi coche. Denuncié, claro, pero no valieron como testigos mis asistentes. Hice un anexo al acta pues reconocí al futbolista. Creo que le pusieron de multa 30 euros”, explica Pablo.

“No creo que esto tenga solución. Habría que cambiar la mente de las personas. Mire, los peores son los padres. Es increíble ver su comportamiento en los partidos de sus hijos”, reflexiona Pablo. No obstante, el árbitro abre una posible solución a tanto insulto en el mundo del fútbol. “Hay Ligas de pequeños, como las que hace la Fundación del Betis, en donde el árbitro para el partido en el momento en el que se produce un insulto en la grada por parte de los padres. Me parece una buena iniciativa. No se debe insultar en un campo de manera sistemática”, dice Pablo.

Felipe Gutiérrez ha dirigido tres encuentros este fin de semana. Lleva varios años en el arbitraje y, afortunadamente, no ha sufrido ninguna agresión física. “Eso sí, no hay partido donde no te libres de un insulto. Es muy incómodo arbitrar, hacer tu trabajo. En el fútbol se asume que se puede insultar al árbitro. Eso no pasa en otros deportes”, afirma. “Conviene recordar que sin árbitros no hay fútbol. En el colegio de Sevilla hay 60 o 70 árbitros menos que en anteriores años”, afirma.

“La solución pasaría por plantarnos y dejar de arbitrar, pero eso es complicado. Es una cuestión de educación, de preparar a la gente”, añade. Eso sí, no espera que el problema lo arreglen sus superiores en el Comité de Árbitros o los organismos de las distintas federaciones. “Los que mandan, y no me importa decirlo, no nos apoyan. Llevan 35 años en el poder y solo ponen sanciones económicas ante los violentos. Los que juegan sucio y los que agreden siguen jugando al fútbol y no se toman medidas disciplinarias contundentes que nos amparen”, finaliza.

Juan Antonio Álvarez ha pitado durante 25 años en los campos de fútbol de Cádiz. “No se han recrudecido las agresiones en el último mes. Es que ahora se denuncian en las redes sociales y tienen impacto. Los árbitros pasamos miedo”, aclara Juan Antonio. “Esta tarde he acudido a un partido alevines y he escuchado la arenga del entrenador. ‘Esto es una guerra’, les ha dicho. Con estos preparadores no nos puede extrañar que insulten a los árbitros y se cree tensión en un partido”, añade. “Arbitrar me ha dado muchas alegrías, pero es algo muy duro. No sabes cómo puedes acabar”, concluye Juan Antonio, que sigue ligado al fútbol, ahora como delegado del filial del Cádiz.

Una de las denuncias que aparecen en la página de Facebook del sindicato clandestino de los árbitros es la agresión a los árbitros en un partido de fútbol sala por parte de los jugadores del C.D. Adra Milo de Almería, de la Segunda Andaluza. El público insultó al colegiado y a la comisaria de mesa con improperios sexistas tales como: “Mesa, eres una zorra”, “puta”. Los árbitros denuncian que la Federación Andaluza no entrara a valorar los insultos sexistas y catalogara los incidentes como leves.

Marta Galego, una árbitra de fútbol de la Federación Catalana, suspendió en septiembre un partido entre el Valls y el Cambrils, de Segunda Catalana, porque un espectador le mandó “a fregar platos”. Una vez expulsado el espectador, se reanudó el juego y el público aplaudió al trío arbitral. Galego siguió las directrices del programa de la Federación Catalana, Cero insultos en la grada, que permite parar el partido hasta en tres ocasiones ya sea por insultos hacia jugadores, técnicos o árbitros y, si persiste el problema, suspenderlo.

“En Vizcaya también se puede suspender el partido, pero una cosa es el derecho y otra el hecho”, tercia el árbitro vasco de Primera Regional consultado. “Se puede mostrar una tarjeta negra como advertencia. La segunda negra significa la suspensión. Ese tipo de tarjetas se aplican por agresiones verbales machistas, racistas, homófobas o xenófobas en el fútbol escolar. Pero la realidad es que las quejas de los clubes propician que el árbitro se disuada a la hora de tomar ese tipo de decisiones. Hace tres semanas salió una circular de la Vizcaína que decía que es obligatorio suspender el partido en esos casos. Es un marrón para el árbitro, que sufre lo que sufre en el campo”. Desde el sindicato clandestino se reivindica una implicación de los dirigentes, “ahora inexistente”, y más ayuda y medios para que los árbitros puedan desempeñar su labor sin conflictos.

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